Le república, igual que siempre

Nuestro investigador patrimonial Lautaro Triviño nos envía esta importante denuncia: "El día 13 de agosto de 2019, fue reinstalada, la estatua "La República" en Plaza Rubén Darío de Valparaíso, después de haber estado desaparecida desde 2003.

A los días después, la directora de la Dirección de Gestión Patrimonial del municipio porteño dijo al Diario La Estrella, en la edición del 20 de agosto de 2019, que: "Ni el anclaje, ni las bases son las definitivas. ya que la escultura debe ser llevada a taller para aplicar los tratamientos necesarios, pues en estos momentos el fierro no tiene una protección adecuada, sumado a que tiene varias piezas soldadas y daños de corrosión por lo que es necesario repararla. Para ello estamos buscando el financiamiento". Ha pasado casi un año y no se ve avance en ese sentido.

Muy por el contrario, la más que centenaria pieza, muestra ya signos de corrosión y oxido. Al igual que su paupérrimo anclaje. Hasta la fecha, no se hizo el tratamiento de limpieza, aplicarle una nueva pátina (capa protectora), pintarla y hacerle un pedestal más digno y no que esté en esa base que más parece un pastel.

El día antes de la reinstalación, fui al sector a eso de las 17 horas y conversé con las personas que en esa ocasión se encontraban en el lugar. Un funcionario municipal, me dijo que: "la estatua sólo va a estar para la ceremonia ya que después se la llevarán para restaurarla". Cosa que tampoco ocurrió.

A raíz de crímenes tan terribles como el caso de las Ambar (digo las Ambars por lo de Rinconada de Los Andes y Villa Alemana y tantos crímenes terribles) surgen nuevamente las posiciones populistas que pregonan el retorno de la pena de muerte, lo que sería imposible, por el cambio constitucional de quorum calificado y el retiro de Chile del Pacto de Costa Rica.

Como periodista de una dilatada trayectoria (digo dilatada, no destacada) creo que tengo algo que decir al respecto, sin tratar de imponer mi opinión, sino de manera humilde aportar algo al debate.

Siendo un joven reportero del diario La Estrella de Valparaíso, me correspondió ser testigo presencial de la última ejecución de la pena de muerte en Chile, el 25 de enero de 1985, en la antigua cárcel de Quillota. Frente a mis ojos, y los de otros quince colegas periodistas y funcionarios judiciales, murieron ante el pelotón de fusilamiento los llamados sicópatas de Viña del Mar, Jorge Sagredo Pizarro y Carlos Topp Collins, quienes según la justicia de la época fueron autores de diez homicidios calificados y otros tantos delitos. Ellos no fueron los últimos condenados a muerte en Chile, sino los últimos ejecutados. Después hubo cinco condenados a muerte que fueron indultados por los Presidentes Patricio Aylwin y Eduardo Frei Ruiz-Tagle, entre ellos Cupertino Andaur, quien murió en la cárcel.

En el año 2001, durante el gobierno del Presidente Ricardo Lagos, la pena de muerte fue abolida.

Habiendo tenido el triste privilegio de ser testigo de la aplicación de esta pena atroz (véase mi libro El Cronómetro de la Muerte, con dos ediciones agotadas, pero con referencias en internet), me sigo declarando absolutamente contrario a la pena de muerte. Por las siguientes razones:

1.-La pena de muerte es irreversible. En muchos países se ha ejecutado a inocentes.

2.-No permite opción a la rehabilitación.

3.-Hemos sido educados en la cultura judeo-cristiana, donde la muerte aparece como el paso a una vida superior. ¿Por qué dar este beneficio a los asesinos?

4.-Lo viví haciendo entrevistas a ambos condenados. Para ellos lo más importante en esos momentos no era la vida sino la libertad.

5.-No la impunidad. Que los crueles asesinos paguen en vida sus delitos, todos los días de su vida, encerrados para siempre e incluso con trabajos forzados. Al matarlos la sociedad les hace un favor.

6.-La labor la los sacerdotes o asesores espirituales. Se van tranquilos, perdonados por Dios. Así los vi morir.

7.-El mismo Hugo Bustamante, asesino de Ambar Cornejo, en entrevista con Carlos Pinto, cuando le pregunta sobre la pena de muerte, dice que "sería la solución".

8.-La tesis del escarmiento también se cae fácilmente. En los países donde ha estado vigente la pena de muerte, la delincuencia y los crímenes no disminuyen.

Ricardo Ruiz Lolas