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En la época, una de las causas de mayor morbilidad y mortalidad en los niños era el sarampión. No existía vacuna y las complicaciones más frecuentes eran diarrea aguda, otitis media, laringitis obstructiva y bronconeumonía, que finalmente causaban la muerte de los menores.
El Chavalongo
El tifus fue muy común en la época; se le denominaba chavalongo, una expresión originaria del mapudungun. En tiempos de la reconquista española se publicó el periódico La Gaceta del Rey, que en noviembre de 1816 informaba: "En el pago de Quilicura y todas sus cercanías, es decir en las mismas puertas de esta ciudad y grande población, se ha introducido y existe un maligno contagio, sea de peste, chavalongo, fiebre pútrida o lo que quieran, lo cierto es que es tan universal que no hay casa ni pobre choza que no haya sufrido su invasión y tan homicida que ha precipitado al sepulcro la mayor parte de los atacados y casas hay de tres y cuatro y otras en que todos sus habitantes han sido despojo de este mortífero virus…".
Más tarde, en la Primera Escuadra Nacional muchos de sus tripulantes llegaron a Valparaíso contagiados de chavalongo. En Perú, en 1822 el general José de San Martín estuvo gravemente enfermo de este mal.
La sífilis fue otra de las enfermedades del período. En La Aurora de Chile se menciona y se sugiere cómo combatirla y un decreto de la Junta de Gobierno de 1813 dicta medidas para evitarla. Un cronista de fines del siglo XVIII escribió que en la ribera sur del río Cachapoal "existen aguas termales que abundan de sal neutra, y curan con ellas los que adolecen de mal gálico (sífilis), lepra y pústulas".
Disentería en Juan Fernández
Con motivo de la Reconquista española un grupo de patriotas fue relegado en 1814 a la isla Robinson Crusoe, llamada antiguamente Más Afuera, en el archipiélago de Juan Fernández. Entre ellos estuvieron Manuel de Salas, Manuel Blanco Encalada, José Santiago Portales y decenas de chilenos partidarios de la Independencia. Vivieron en cavernas infectadas de ratones.
Juan Egaña, uno de los desterrados, escribió: "Los meses corridos desde enero hasta la fecha (junio de 1816) han sido para nosotros la más dura prueba de todas las aflicciones que pueden oprimir la naturaleza mortal. Faltos de víveres por el tiempo y el incendio, casi desnudos y sin abrigo en este horroroso clima, se siguieron al hambre las crueles enfermedades, haciéndose epidémica una disentería de sangre".
Este mal se presenta con fiebre que puede llegar a los 40°, dolores musculares, diarreas, sangrado anal, pus, vómitos. Es causada por falta de higiene, por agua o alimentos contaminados. Volvieron al continente en marzo de 1817, luego del triunfo de los patriotas en Chacabuco.
En Juan Fernández, los relegados fundaron la Hermandad de Dolores, jurando que si algún día volvían a la libertad, se consagrarían a aliviar a los enfermos desvalidos, creando una institución destinada a visitarlos, socorrerlos en su desgracia, procurarles medicina, alimentos y abrigo. Así lo hicieron y es la primera institución filantrópica creada en Chile y subsiste hasta ahora.
Eran tiempos donde la caridad se ejercía con pasión. En 1820, una epidemia de viruela hizo estragos en el pa ís. Antonia Salas, hija de Manuel de Salas y esposa de uno de los relegados en Juan Fernández, madre de diez hijos, llevó a su casa en el fundo San Rafael a una familia compuesta de cinco personas atacadas por dicha enfermedad, que vivían pobremente. Para ello ocupó hasta la cama de alguno de sus hijos. Los contagiados recobraron la salud gracias a sus cuidados. Hoy, un monumento situado en las esquinas de calles Merced y Mac Iver, en pleno centro de Santiago, recuerda su memoria.
"En la época, una de las causas de mayor morbilidad y mortalidad en los niños era el sarampión. No existía vacuna".