Motivar y disuadir, pero sin convencer
La esencia de la comunicación política bien orientada es dirigirse a la sociedad con un mensaje positivo, no circunscrito solamente a los partidarios de una determinada causa. Implica poner el acento en convencer más que en disuadir. Poco o nada de eso se ha visto en la franja televisiva con miras al plebiscito constitucional.
Con pocas excepciones, la franja del Apruebo consta de una serie de variopintos mensajes motivacionales. Variopintos tanto en su intensidad y calidad, como en los segmentos hacia los cuales van dirigidos. Ello refleja la ausencia de un hilo conductor claro, producto de la existencia de diversos comandos y actores que tampoco lograron arribar a acuerdo en materia comunicacional.
La franja del Rechazo, por su parte, ha puesto el acento en la disuasión, buscando poner de relieve un mensaje supuestamente positivo, pero por definición poco creíble. Suponer que la no existencia de un proceso constitucional acelerará los cambios que viene demandando la sociedad desde hace un año -demanda que estuvo en el origen de la convocatoria constitucional- es a lo menos confuso cuando no
irrisorio.
La inclusión de representantes de organizaciones de la sociedad civil en ambas franjas, en sí un hecho positivo, no logra superar esta carencia y parece más bien haber estado orientada a suplir el desprestigio de los partidos políticos en su conjunto.
Es poco probable, por tanto, que la franja influya de manera determinante en la opción de los electores y en los resultados del plebiscito del 25 de octubre. Ello marca una diferencia radical con el plebiscito del SI y el NO del año 1988.
Pero no podía ser de otra manera, independientemente de la calidad del mensaje. En un mundo inmerso en las redes sociales, este tipo de franjas políticas ha perdido toda relevancia. Y también la ha perdido la televisión; y sobre todo la televisión pública.
Jorge Gillies Académico de la Facultad de Humanidades y Tecnología de Comunicación Social, UTEM.