"Si hay muy baja participación, socialmente puede terminar siendo no tan legítimo"
A 20 días de la consulta por la Carta Fundamental, la abogada constitucionalista asegura que "las demandas sociales se mejoran con políticas públicas, no con nuevas constituciones".
Faltan 20 días para que el país sea protagonista de una jornada histórica. El 25 de octubre los chilenos y chilenas deberán votar si quieren o no cambiar la Constitución -que data de 1980- y, de ser así, bajo qué mecanismo.
Justo cuando hoy se cumplen 32 años desde la última vez que se realizó una consulta ciudadana a nivel nacional, para votar si Augusto Pinochet seguía o no en la Presidencia, hoy las franjas por el apruebo y el rechazo están a la vista del público, aunque con una épica mucho menor a la de 1988. Aun así, el objetivo es motivar la participación y que la gente pueda tomar una decisión respecto de este proceso constituyente.
Constanza Hube es abogada con mención en Derecho Constitucional y magíster en Derecho Público de la Pontificia Universidad Católica de Chile. Desde su expertise, desmenuza en detalle -para Región F- el proceso. Y comienza lanzando rápidamente una sentencia lapidaria: "La Constitución no tiene fórmulas, no tiene montos, no viene con un fajo de billetes. Las modificaciones no necesariamente van a significar cambios en la vida de las personas, porque las demandas sociales se mejoran con políticas públicas, no con nuevas constituciones", aunque advierte eso sí que aquello no le quita relevancia a la Carta Fundamental.
Desde sus conocimientos también como Máster en Derecho de la Universidad de Nueva York y desde la experiencia que ha tenido como profesora de Derecho Constitucional y como asesora legislativa del Ministerio Secretaría General de Gobierno durante el primer mandato de Sebastián Piñera, considera que la Constitución no fue una demanda del estallido del 18 de octubre pasado, sino que se instaló a posteriori. Además, asegura que no cree que las esperanzas que se han generado respecto de la Carta Fundamental vayan a ser realidad. "Hoy existe una sobre expectativa respecto de lo que la nueva Constitución puede hacer, que puede mejorar la situación económica, familiar o personal de los ciudadanos, que puede mejorar el acceso a la educación y la salud, o que puede también disminuir la brecha de la desigualdad de manera casi automática. Y eso no es así", dice tajantemente.
En ese sentido, cree que faltó que se considerara una tercera alternativa a la hora de votar en el plebiscito, que permitiera no solo aprobar o rechazar la idea de una nueva Carta Magna, sino que también accediera a la posibilidad de mantener la que ya existe y reformarla: "Habría sido una opción bastante más equilibrada, mucho menos polarizante, una reforma constitucional vía Congreso Constituyente", plantea.
No obstante, afirma que -en el escenario actual- lo esencial es que el proceso de la eventual creación de una nueva Carta Magna sea "impecable", dada la relevancia que esta tiene. Ello incluye que haya una alta participación en el plebiscito -pese al escenario de pandemia en el que se realizará-, de manera que no haya cuestionamientos posteriores respecto del resultado. "Si hay muy baja participación (el proceso) va a ser legítimo jurídicamente, pero socialmente hablando puede terminar siendo no tan legítimo. Y eso evidentemente va a poner un manto de duda", advierte.
Del rechazo a constituyente
Constanza Hube afirma sin reparos que su opción es el rechazo, pero que -de ganar el apruebo- le gustaría ser constituyente, precisamente porque cree que hay que realizarle cambios a la Constitución actual, pero sin partir desde una hoja en blanco.
A su juicio, hay temas relevantes que debieran conservarse en una nueva Carta Magna: "Es importantísimo mantener el principio servicialidad del Estado, que el Estado está al servicio de la persona humana, que la persona está en el centro de la sociedad. Esta Constitución no ha sido un obstáculo para que el Estado crezca, pero lo que no puede pasar es finalmente terminar cercenando la libertad personal y sobre todo la creatividad", dice.
Asimismo, respecto de los bienes naturales, como el agua, afirma que "lo que actualmente hace la Constitución es resguardar el derecho de propiedad, pero no sobre el agua, sino que el aprovechamiento de los derechos de agua que finalmente sirve, por ejemplo, para el caso de los agricultores. Pero eso te permite, por ejemplo, tener cierta certeza", aun cuando -asegura- el dueño del bien "siempre es el Estado".
En ese sentido, concluye afirmando que lo que más le preocupa en este proceso es que "hay mucho mito" y "falta de información", pues "la Constitución (actual) tiene muchas cosas que hay que cambiar, pero en el fondo, es un buen producto".