Un imperdible de Rey Rosa

Rodrigo Rey Rosa nos tiene acostumbrados a una literatura de alto vuelo. En sus novelas y cuentos hallamos una pluma desbordada que no deja de sorprender y que permite llevar a la literatura bastante más allá de los límites de la ficción. En sus libros hay sociología, se exponen las vísceras del continente, esa historia no oficial que duerme en cada rincón y que con una escritura a prueba de todo logra remecer los polvos de historias que nunca han dejado de sucederse.

Hace pocas semanas se publicó "Carta de un ateo guatemalteco al Santo Padre". Tal como su nombre lo indica, estamos ante la misiva que le escribe Román Rodolfo Rovirosa -un especialista en religiones comparadas- al Papa Francisco. Contrario a lo que se podría llegar a creer, no estamos ante un documento que pretende enjuiciar a la iglesia por encubrir los sistemáticos abusos sexuales perpetuados por muchos de sus miembros (lo que de por sí es un escándalo horroroso, el personaje lo entiende como tal, mencionándolo brevemente al inicio de la carta). Sin embargo, centra sus críticas en la expropiación que la iglesia Católica hizo de las tierras de los cofrades mayas en el pueblecito kaqchikel de Santa Cruz Canjá. Pese a recurrir al mundillo académico para articular la misiva (citando, por ejemplo, a Giorgio Agamben), detrás de Rovirosa hay todo un pueblo (la impotencia de un continente) que reclama derechos sobre sus propias tierras, pidiendo dignidad en torno a todo lo que rodea a sus ritos y costumbres.

Después de la carta se inicia una novela que trae a Rey Rosa en todo su esplendor. Esta segunda parte, narra la incursión de Rovirosa en la pequeña comunidad expropiada. Alcanzando ribetes del género policial, el texto se presenta como un viaje hacia un lugar del que conoce referencias teóricas, pero no empíricas. El académico que tiene como pareja sexual a una profesora de yoga, intenta conseguir -al estilo de un detective antropólogo- mensajes y testimonios que le permitan descodificar la historia religiosa de una región que se extravía en el mestizaje de sus propios laberintos.

Rey Rosa, debido a su indiscutible calidad literaria, se da el lujo de construir su nuevo libro en distintos registros. Proponiendo un texto híbrido que deambula entre la novela histórica y de enigma, matizándola además con misivas, citas de libros y reflexiones colectivas e individuales que van conformando un todo desordenado que se pierde en sus crecientes incertidumbres.

Una novela altamente recomendable, sobre todo para los fanáticos del escritor guatemalteco, que funciona como una pieza más del puzle que significa toda su obra, recordándonos que las problemáticas indígenas no son cosas del pasado; nada es anacrónico, todo es una (re) construcción constante de la que como región debemos hacernos cargo.