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El señor de los libros

Eduardo Dazarola, oriundo de Viña del Mar y vecino de Forestal, se ha dedicado de lleno a vender, recolectar y donar cientos de libros. En su conocido puesto ubicado a un costado del hospital Gustavo Fricke, afirma que ya perdió la cuenta de cuántos libros posee, de distintas épocas y autores.
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Texto y fotos de Alison Muñoz

A las afueras del Hospital Gustavo Fricke hay decenas de vendedores ambulantes que cada día acuden a este sector con sus diversos productos. Junto a ellos se instala, hace más de 14 años, con un puesto de libros, Eduardo Dazarola Rohland, de 57 años.

O mejor conocido como "El señor de los libros", nombrado así por la gente del sector.

Dazarola ha dedicado los últimos 14 años a darle nueva vida a los libros usados. Todo empezó cuando un vecino le regaló un saco de libros; al ver su importancia, no quiso desecharlos, por lo que, en 2006, decidió instalarse con un paño a las afueras del Hospital Fricke de Viña del Mar, a vender los ejemplares obsequiados. Desde entonces, recuerda Dazarola, su vida ha cambiado en un ciento por ciento.

"El señor de los libros" ha descubierto un nuevo universo en las letras. Cientos de mundos, historias, autores, nacionalidades y experiencias que nunca pensó imaginar. Dazarola considera que el saco de libros obsequiados no ocurrió por simple accidente, sino que fue un hecho que cambió su vida y su forma de apreciarla.

"Todos viven envueltos en un mundo sin valores, el sistema te quiere así, esclavo -reflexiona-. Pero la realidad está en los libros, éstos son un mundo diferente".

de guardia a librero

Eduardo Dazarola, recolector de libros que anteriormente trabajó como guardia de seguridad privada en la Universidad Andrés Bello, no se arrepiente de haber cambiado su rubro.

Asegura que su biblioteca es lo que lo motiva cada día. Principalmente porque siente que, más allá de un trabajo, él realiza una labor social de entregarle valores a la comunidad a través de las obras que vende u obsequia.

"Así como vendo libros, también los regalo, porque todo no es lucro. No es lo más importante, hay cosas como los libros que tienen mucho más valor sentimental y cultural", afirma.

Como un motivo de vida, la biblioteca de Dazarola es su huella. Eduardo está orgulloso de llevar esta labor a cabo, ya que la gente se va satisfecha con una buena conversación y tan solo un libro.

"Yo me siento totalmente fuera del sistema, porque demostré que, a pesar de todos los obstáculos, pude lograr levantar mi propio puesto" cuenta Dazarola al relatar su experiencia como dueño de esta biblioteca.

"El señor de los libros", renombre que ha llegado hasta oídos de los funcionarios del Hospital contiguo, que lo reconocen como tal, dice tener muchos lindos recuerdos, sobre todo cuando viene gente de tercera edad.

Cuando el público mayor se encuentra con su libro favorito, recuerda, derrama lágrimas, porque son libros con que los educaron. Esto lo ha marcado, señala Dazarola. Pero lo que más emociona a este recolector es cuando la gente dice "¡este libro me lo leía mi abuelo!".

Dazarola detalla que esto sucede cuando las personas que han sido lectoras desde niños tienen sus libros regalones. Por lo que, cuando ve a gente así de emocionada, suele regalarles la obra.

"Estos sentimientos que me entrega trabajar aquí tienen mucho más valor e importancia que lo económico", agrega Dazarola.

un fiel lector

Emocionado de recordar a su fiel clientela, "El señor de los libros" señala que su comprador más leal es un hombre de 90 años que aún lee.

"Los nietos de este caballero vienen con encargos para que él pueda estar activo mentalmente y lea. Pero así, tengo de todo tipo de público y clientes", indica Dazarola.

Aunque no todo es miel sobre hojuelas, ya que desde sus comienzos no solo han sido buenos momentos: también lo ha pasado mal.

Debido a que para vender en la calle se debe disponer de permisos municipales, Dazarola se ha visto detenido varias veces. Con su mercadería de libros requisada por Carabineros de Chile, ha tenido que levantarse una y otra vez.

Seis años le tomó conseguir el permiso con la municipalidad de Viña del Mar, pero aún así se siente orgulloso de estas experiencias. Sin ayuda del municipio ni de autoridades, este "Señor de los libros" se ha levantado solo con su propio empeño y el de su familia.

Eduardo Dazarola confiesa que durante este tiempo cumpliendo su labor, ha pasado frío, hambre e incluso cuando recién levantaba su biblioteca, los días de lluvia mojaban los libros.

Con el frío en invierno y los pies húmedos, Eduardo Dazarola seguía poniéndole el pecho a las balas. Para "El señor de los libros", es un temor constante el que la municipalidad lo saque de su lugar, dado que los permisos se renuevan y tienen límites.

"A mí me permitieron una mesa de 2x2, pero mi puesto ya abarca 9 metros. Aunque tengo la convicción de que no sucederá debido a la entrega que hago hacia la comunidad", añade Dazarola.

A pesar de vivir día a día con la incertidumbre de que le revoquen el permiso, "El señor de los libros" indica que no será tan fácil que le quiten su puesto, debido a la fama que se ha hecho entre la gente del lugar y su popularidad en el sector.

Con precios que oscilan entre los $500 hasta $50.000, aproximadamente, "El señor de los libros" posee ejemplares de primeras ediciones exclusivas, cuyo valor es incalculable.

"Si yo no le entrego el valor que se debe, nadie se lo va a entregar. Por lo que dejo que la gente se sumerja en la búsqueda de libro, porque cada lector sabe lo que quiere", puntualiza Dazarola.

Este recolector rescata todo tipo de libros y antigüedades, ya que desea heredarle el conocimiento invertido en los libros a la juventud. También recibe donaciones, revisando minuciosamente que estén buenos para apilarlos.

"Tengo tantos libros, de todas las épocas, y eso me diferencia de las librerías contemporáneas, porque no se dedican a rescatar", destaca.

Ha mandado a reimprimir títulos cuyas ediciones son históricas, siendo el único que los conserva. Entre estas obras destacan autores como Pablo Neruda, Salvador Allende e incluso Carlos Gardel, entre otros.

"El señor de los libros" posee tantos ejemplares que no puede contabilizar cuántos libros tiene, pero asegura que nunca se ha preocupado de eso, porque así como se venden, llegan, lo que considera un gran logro.

Este librero está casado y tiene cinco hijos, pero estos no comparten el gusto por los libros. "Viven en su mundo, aunque al menor le llama la atención a veces. Pero todo a su tiempo. Puede que más adelante le agarre el gusto", añade.

Definiéndolo como su pasión, es el oficio que ama y pretende dedicarle todo su esfuerzo hasta el día que muera.

Cada día llega a las 06.30 horas y permanece allí hasta las 19.00 horas, de lunes a domingo. Llueva, terremotee o con pandemia: siempre abre puntualmente.

A pesar del contexto actual del COVID- 19, esto no ha afectado la afluencia de público, asegura Dazarola. Él sigue los protocolos sanitarios para mantener abierta la biblioteca, ya que se preocupa de la salud de su clientela. No se pueden tocar los libros ni hojearlos como antes, para evitar contagios, por lo que la gente debe venir directamente con un encargo en mente. "Antes dejaba que tuvieran acceso directo, pero es un cuidado mutuo", indica Dazarola.

Todo por amor al arte, este "Señor de los libros" busca entregarle lo mejor a la ciudad a través de su tienda. La biblioteca, que partió con unos pocos libros sobre un paño en el suelo, ahora posee repisas repletas bajo un techo extenso y paredes que recubren el puesto.

Por esto, los planes a futuro de Eduardo Dazarola contemplan poner mesas afuera de la tienda para que la gente asista a leer y los niños a colorear. También sueña con hacer talleres de lectura gratuitos, sobre todo para que infantes de escasos recursos.

El deseo más altruista de Dazarola es sacar a la gente de la realidad, acercarlos al mundo de los libros al menos un momento. Por ahora, su biblioteca acerca a las personas con música, desde jazz a reggaetón, logrando que los ciudadanos que transitan por su vereda bailen y se distraigan y, en una de esas, se acerquen a hojear un libro.

"Así como vendo libros, también los regalo porque todo no es lucro.

No es lo más importante".