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"Imagino un Chile federal, con autonomías indígenas y con democracia parlamentaria"

Pedro Cayuqueo, periodista y escritor, postula a la Constituyente por el distrito 7. Estas son sus propuestas.
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Marcela Küpfer C.

"Yo ya en 2013 era uno de los que fumaba opio, como Camilo Escalona calificó a los que abogaban por una asamblea constituyente", señala Pedro Cayuqueo, 45 años, periodista y escritor originario de la Araucanía, pero radicado hace algunos años en Viña del Mar, quien hoy es uno de los candidatos independientes de la lista Apruebo por el codiciado distrito 7.

Reconocido por sus libros sobre la temática indígena, en especial la saga "La historia secreta mapuche", así como por su amplia y variada participación en instancias relacionadas con los pueblos originarios, hoy Cayuqueo compite por un escaño en la próxima convención constitucional, basando sus propuestas en una visión política basada en experiencias y diagnósticos surgidos precisamente desde el mundo mapuche.

"Desde el mundo indígena desde el cual yo vengo, muy tempranamente se hizo una especie de diagnóstico respecto de las causas del conflicto. Y entre esas causas estaban las herencias de la dictadura, en torno al modelo económico -que afecta al territorio en el sur con el tema de las madereras y las salmoneras- pero también en torno al modelo de Estado que tenemos en Chile, uno centralista, unitario, que no reconoce otras colectividades, como los pueblos originarios. Y finalmente estaba la Constitución, este paraguas jurídico que le daba soporte a esta herencia", señala Cayuqueo.

-¿Cuál es la alternativa que tú plantearías al modelo de desarrollo económico?

-Yo tengo una mirada desde la herencia del paradigma mapuche del cual provengo, no puedo situarme en una discusión izquierda-derecha (...) El neoliberalismo plantea una idea de competencia y éxito individual, de exitismo muchas veces, en donde los oficios y profesiones son carreras, donde los niños a muy temprana edad compiten para una buena educación y eso está muy lejos del paradigma mapuche y de gran parte de los pueblos originarios. Lo que nos define como persona, como che, como gente, es el ser, no es el tener. Eso es un cambio radical de mirada. ¿Por qué no hablar de un modelo de desarrollo humano, en vez de uno económico, y que eso vaya de la mano de fortalecer espacios como la educación, la cultura, el crecimiento personal asociado a una cierta trascendencia y espiritualidad? Soy crítico del modelo de desarrollo económico neoliberal, que se sustenta en extracción de materias primas. Es un modelo anclado en el siglo XIX. Uno se pregunta ¿por qué no dejamos de saquear los territorios y de ver a quienes son, para nosotros los mapuche y los pueblos originarios, nuestros primos y hermanos? Me refiero a los ríos, a los cerros, los ríos, los humedales, ¿por qué no dejamos de verlos como recursos y comenzamos a protegerlos, cuidarlos y a mimetizarnos con ellos? En eso se basa la cultura mapuche.

-¿Y cómo llevar un cambio de paradigma como ese a tres o cuatros artículos de la Constitución?

-Yo creo que la bancada indígena va a promover el reconocimiento en la Constitución de los derechos de la naturaleza, eso es algo muy de vanguardia en el mundo. Existe en Ecuador, Bolivia, Nueva Zelanda. Ha habido fallos de renombre mundial en los últimos años donde, por ejemplo, una corte neozelandesa reconoció los derechos de un río, que fue declarado sujeto jurídico y se le reconocieron derechos respecto a una hidroeléctrica que se quería construir. En el paradigma mapuche, el plan B no es el socialismo, porque está comprobado que eso es capitalismo de Estado. Si alguien me va a plantear a mí que la alternativa de las grandes empresas madereras en el sur que explotan los bosques artificiales es que ahora el Estado lo haga, no me parece correcto (...) Es un cambio respecto de pensar hacia el futuro: dejar de explotar materias primas y pasar a explorar conocimiento.

-El reconocimiento en la Constitución de un Estado plurinacional, como propones, ¿qué conllevaría respecto del conflicto mapuche?

-Hoy día tenemos una Constitución que no reconoce bajo ningún aspecto a los pueblos originarios. En el principal pacto social de los ciudadanos con el Estado, nosotros no existimos. Existimos en leyes menores, como la Ley Indígena, que tiene característica de ley cultural. En América Latina, Europa y hasta en países como España se reconoce el Estado plurinacional a nivel constitucional. Lo plurinacional lleva aparejado el ejercicio de derechos específicos políticos, culturales, lingüísticos, económicos, sociales, para los pueblos originarios, no solo el mero reconocimiento a la interculturalidad. Los pueblos originarios con esto podrían, por ejemplo, enseñar obligatoriamente en sus territorios las lenguas indígenas, el traspaso de competencias de gobierno, de recursos, y esto sucede en el primer mundo, allá las tribus indígenas se autogobiernan, tienen su propio sistema jurídico y policial. Una Constitución plurinacional aplana el camino para que estas discusiones sean mucho más llevaderas y posibles dentro de las próximas décadas, pero no va a solucionar el conflicto actual.

-Poco se ha conversado el tema de la configuración político-administrativa del Estado chileno en esta nueva Constitución. ¿Qué cambios se deberían hacer?

-La Constitución básicamente son dos libros: uno ve los derechos de los habitantes y otro que reparte poder. Muchos constituyentes se han quedado en el primer libro y han centrado sus esfuerzos en los derechos sociales, como vivienda, salud, educación, etcétera. Pero el capítulo de la distribución de poder es tanto más relevante, al punto que determina si los derechos sociales se van a cumplir o no. En este capítulo tiendo a ser muy mapuche al respecto. Los mapuches vemos el poder descentralizado; el poder se reparte, no se concentra. Tenemos múltiples jefaturas por territorios, clanes, linajes familiares y cada clan es autónomo, lo que nos obliga a una constante deliberación interna. La democracia mapuche es directa y participativa, donde muchas veces el lonko era quien tenía menos poder, porque era un portavoz de la asamblea. La estructura unitaria y centralista estatal no me gusta, y a mucha gente tampoco, desde la gente indígena hasta la gente de provincia. Si de mí dependiera, y voy a impulsar esto en la Convención, anhelo un Estado federal derechamente (...) En el modelo federal también puedes dar la posibilidad de territorios autónomos para los pueblos originarios, creo que ahí está la llave para resolver el problema.

-¿Y qué opinas de la posibilidad de elegir otras autoridades que hoy no se eligen por voto popular, como jueces o fiscales?

-Adhiero totalmente a esa idea, creo que el poder debe ser distribuido, lo que va a producir una idea de comunidad política. Una de las grandes tragedias que se ha cometido en las últimas épocas ha sido el divorcio entre la ciudadanía con el poder. Eso nos llevó a una crisis tremenda y la forma de resolverlo es entregar poder a quienes no lo tienen: a las personas. Eso me lleva a plantear esta idea de pasar de un sistema de gobierno presidencialista a uno de democracia parlamentaria. Me imagino un Chile federal, con autonomías indígenas y con democracia parlamentaria.