El Reino Unido autorizó esta semana el primer estudio mundial en el que se infectará a voluntarios sanos para analizar el comportamiento del coronavirus y acelerar así el desarrollo de vacunas y fármacos contra el COVID.
El ministro de Empresa, Energía y Estrategia Industrial, Kwasi Kwarteng, explicó que estas pruebas clínicas, a las que el Gobierno aporta 33,6 millones de libras (39 millones de euros), empezarán en las próximas semanas, tras haber recibido ya la aprobación del comité de ética.
El país reafirma así su liderazgo en investigación durante la pandemia, junto a otras iniciativas pioneras como la realización por parte de la universidad de Oxford del primer estudio en niños sobre la eficacia de la vacuna que creó con la farmacéutica AstraZeneca -la única que, de momento, se ofrece a precio de coste a los países en vías en desarrollo-.
El Reino Unido, uno de los lugares del mundo con más muertes por COVID-19 per cápita, lidera también la inoculación de primeras dosis de la vacuna, que ya han recibido 15 millones de personas de grupos prioritarios desde el pasado 8 de diciembre.
En el ensayo, 90 candidatos de entre 18 y 30 años serán infectados con muestras del coronavirus en la nariz y luego pasarán catorce días supervisados en un hospital, para averiguar, en una primera fase, la cantidad mínima de virus requerida para que se produzca infección, lo que facilitará después probar vacunas y fármacos.
Estos jóvenes deberán someterse a varios análisis posteriores, por lo que serán recompensados, según la cadena pública BBC, con unas 4.500 libras (5.180 euros) al año.
Cuando se haya determinado el comportamiento del virus, la intención es, previa autorización de los reguladores, administrar vacunas consideradas seguras a un grupo de voluntarios a los que se infectará con el SARS-CoV-2, a fin de comprobar la reacción inmune y que esto sirva para afinar y acelerar los ensayos de los preparados a mayor escala.