Nunca fui su amigo, pero siempre lo admiré. La primera vez que lo vi fue a los 8 años. El guatón Cuturrufo andaba buscando pelea con su pandilla en las calles coquimbanas y así llegaron hasta mi calle. No hubo mocha, pero el Cutu era bravo. Ambos estudiábamos en La Serena y en los viajes de vuelta, lo veía bajarse en aquella micro atestada de gente a la entrada del puerto, en la Playa Changa. Porque el Cutu era choro de la Changa. Teníamos muchos amigos y hasta familiares en común. Para que se entienda bien, los Cuturrufo son algo así como los Parra coquimbanos. Amantes y eximios cultores de la música. Luego yo me vine a estudiar a Valparaíso y él se fue a perfeccionar al extranjero. Con los años se convirtió en el más célebre jazzista chileno. Yo me sentí, tan, pero tan orgulloso de él, no por su virtuosismo con la trompeta, sino porque se sentía orgulloso de ser coquimbano. Al igual que yo. Aún recuerdo la foto que nos tomamos en el Santa Laura, en plena barra de Coquimbo Unido, cuando los aurinegros estuvimos rozando nuestra primera copa. Fracasamos, pero mi mayor premio fue esa foto con el maestro. O aquella oportunidad en que lo fui a ver a la Piedra Feliz. Ya era famoso y antes de comenzar el show dijo: "Un saludo al puerto más lindo de Chile…Coquimbo". Los de Valpo pifiaron y yo reí a carcajadas. Años después le recordé esa anécdota y me dijo: "¿En serio, huevón? ¿Estuviste ahí? ¡Qué la raja! ¿Me los cagué, ah? Gozó como un niño malo que un pirata haya estado entre el público. Porque el Cutu era simple, sencillo y chorizo. Nunca me gustó el jazz, pero hasta me llegué a comprar su álbum Latin Jazz el año 2002, una joya musical. Una de mis mejores fiestas patrias, la pasé en el Club de Jazz de Coquimbo, administrado por su familia y se pueden imaginar bailando cumbias con la banda de los Cuturrufo. Siempre lo sentí como un amigo invisible pero del cual estaba orgulloso. Vivió la vida a concho. Fue el mejor de nuestra generación. El guatón era de verdad. Fue el choro más lindo de Coquimbo. La última vez que lo vi, fue hace dos años tocando jazz en la playa de La Serena y de fondo se veía su puerto amado, por eso, al recordarte entre lágrimas, solo te agradezco haber nacido en esa linda tierra de gente amable y siempre hablaremos de ti, porque serás el eterno orgullo de Coquimbo, porque a pesar que nunca fuiste mi amigo, siempre te admiraré.
Mauricio Palma Zárate