Muchas veces me he preguntado si alcanzar la tercera edad, es una bendición o una desgracia. Es difícil saber dónde encasillarnos, pues hay momentos de alegrías, y también los hay de tristeza. Lo ideal sería que siempre estuviéramos rodeados de amor, cariño y comprensión, y no retroceder en el tiempo para ser criticados por los errores cometidos. La perfección no existe. La mayoría de los "viejos", como muchas veces se nos llama despectivamente, hemos luchado gran parte de nuestras vidas, no por nosotros, sino por nuestra familia. Es una vuelta de mano de lo que en su oportunidad hicieron nuestros padres por nosotros. Si lo hemos hecho bien o mal no depende de nuestra evaluación, es el entorno el que tiene la palabra. Sin temor a equivocarme, creo que ningún "viejo "quiere ser una carga ni ser considerado"desechable".Aun podemos entregar mucho a la sociedad. Es la sociedad es la que tiene que tendernos la mano. Para lograr objetivos y alcanzar metas, hay que unir las fuerzas y frescura emergente de la juventud, con los años de sabiduría del "viejo".- Es así como se construye una sociedad exitosa.
Jorge Valenzuela Araya