Sicóloga advierte que el bullying se aprende en casa
Experta de la Upla indica que "generalmente la agresión verbal o actitudinal es aprendida". También advierte que se puede transferir al mundo virtual.
Redacción - La Estrella de Valparaíso
Una reciente encuesta de Espacio Público y la consultora Ipsos reveló que una de las principales preocupaciones de los padres es el hostigamiento entre estudiantes. De inmediato uno piensa en las víctimas. Sin embargo, es necesario también centrarse en la persona que ejerce la agresión, pues ella requiere apoyo terapéutico, junto a su familia.
Así lo plantea la doctora Lillian Pérez, especialista en Neuropsicología y Neurociencias Cognitiva de la Universidad de Playa Ancha (UPLA), quien explica que cuando el niño está en casa, generalmente tiene una vida familiar, socialmente estable, con personas en las cuales confía. Cuando sale de ese espacio para ir al jardín infantil, colegio o club, requiere ser validado por los otros. Y, una manera natural de hacerlo es a través del respeto.
Pero hay situaciones que se relacionan con el estado anímico del niño, como abandono familiar, disfuncionalidad parental y elementos emocionales que hacen que perciba amenazante el entorno. Esto explicaría conductas explosivas, pataletas y agresiones, las cuales se replican en el mundo virtual.
"Hay distintas formas de agredir. Generalmente, la agresión, cuando no es física, sino verbal o actitudinal, es aprendida. Generalmente ese niño burlón, aprendió a agredir de una manera solapada o a denostar al otro y, generalmente, lo aprenden al interior de la familia. Cuando me dicen este niño es un mentiroso… lo más probable es que dentro de la familia las indicaciones sean 'no, no le digas'… 'oye, dile que no estoy'. En el fondo, le estoy inculcando al niño con patrones conductuales desadaptativos", dice la especialista.
Conductas aprendidas
La académica de la Facultad de Ciencias Sociales comenta que la capacidad intelectual, cognitiva (atención, memoria y todas las funciones ejecutivas), generalmente está determinada por la genética. Sin embargo, lo que tiene que ver con lo social, es aprendido a partir de la interacción con adultos, de quienes replican sus patrones conductuales.
La buena noticia es que, con un trabajo sistémico que incorpore al niño y a su familia, se puede lograr que el agresor deje de serlo. La sicóloga subraya que el rol de los profesores es fundamental, puesto que son quienes deben detectar conductas agresivas entre los estudiantes antes de que se produzca el hostigamiento. ¿Cuáles son los señales de alerta? Si una niño empuja siempre la silla, si tira su mochila, si se enoja cuando las cosas no resultan como espera. También es necesario observar de qué forma se relaciona el curso, por ejemplo, en los recreos (a quien aíslan, qué normas hay implícitas en los niños, quién domina, cómo manejan las discrepancias).