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Recuerdos del Primer Congreso Nacional

La primera Convención Constitucional se inaugurará mañana en la antigua sede del poder legislativo. En la misma fecha, hace 210 años, iniciaba su historia nuestro Parlamento, el quinto en antigüedad en el mundo, después del Reino Unido, Estados Unidos, Francia y España.
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Por Juan Guillermo Prado

El 4 de julio de 1811 comenzaron las sesiones del Primer Congreso Nacional. El lugar de la convocatoria fue la sede de la Real Audiencia, situada frente a la Plaza de Armas santiaguina, donde actualmente está el Museo Histórico Nacional.

Exactamente 210 años después, mañana en el tradicional edificio del Congreso Nacional en Santiago, se inaugurará la Convención Constitucional que reemplazará la actual Carta Magna vigente desde 1980.

El Primer Congreso Nacional surgió por iniciativa de la Junta de Gobierno del 18 de septiembre de 1810. En el acta del cabildo de ese día se expresa que como los integrantes designados eran solo santiaguinos, adoptó el título de gobierno provisional, solo "mientras se convocaban y llegaban los diputados de todas las provincias de Chile, para organizar la que debía regir en lo sucesivo".

No fue fácil llamar a elecciones para esta primigenia asamblea. Entre los miembros de la Junta de Gobierno había quienes se oponían. Finalmente, el 15 de diciembre, por iniciativa de Juan Martínez de Rozas, aprobó el texto para realizar elecciones.

Se indicó que se debían elegir 42 diputados y por cada uno de los diputados propietarios debía haber un suplente, realizándose la elección por medio de cédulas secretas.

Podían ser electos diputados "los habitantes naturales del Partido, o los de fuera de él avecindados en el reino, que por sus virtudes patrióticas, sus talentos, y acreditada prudencia, hayan merecido el aprecio y confianza de sus conciudadanos, siendo mayores de veinticinco años, de buena opinión y fama, aunque sean eclesiásticos seculares".

Tenían derecho a voto "todos los individuos que por su fortuna, empleos, talentos o calidad gozan de alguna consideración en los partidos en que residen, siendo vecinos, y mayores de veinticinco años, lo tienen igualmente los eclesiásticos seculares, los curas, los subdelegados y militares".

No podían ser elegidos "los extranjeros, los fallidos (quienes habían quebrado), los que no son vecinos, los procesados por delitos, los que hayan sufrido pena infamatoria, y los deudores a la Real Hacienda".

No determinó quiénes era extranjeros pues hubo diputados de origen español o argentino. Las mujeres no podían votar y tampoco ser elegidas.

Las Dudas de O'Higgins

Bernardo O'Higgins, quien fue elegido diputado por Los Ángeles, señaló sus aprehensiones respecto a su funcionamiento: "Por mi parte no tengo duda de que el primer congreso de Chile mostrara la más pueril ignorancia y se hará culpable de toda clase de locuras. Tales consecuencias son inevitables, a causa de nuestra total falta de conocimientos y de experiencia; y no podemos aguardar que sea de otra manera hasta que principiemos a aprender".

En las elecciones surgieron las primeras tendencias. Estaban los partidarios de la Independencia cuyo líder fue el mendocino Juan Martínez de Rozas; un sector moderado era dirigido por Agustín Eyzaguirre, quien en 1810 fue alcalde de Santiago; y los partidarios de la monarquía refugiados en la Real Audiencia (Tribunales de Justicia). Sin embargo, la gran mayoría de la población era indiferente a lo que ocurría.

El 1 de abril debían realzarse los comicios en Santiago. El capitán Tomás de Figueroa y algunas tropas prohispanas intentaron impedir las elecciones. En la Plaza de Armas se enfrentaron las fuerzas patriotas y realistas, el caos fue total. Hubo 20 heridos y diez muertos.

Derrotado, Figueroa se asiló en el convento de Santo Domingo. Fue apresado y se realizó un juicio sumario. Por orden de la Junta de Gobierno fue fusilado en la cárcel y su cuerpo colgado en el pórtico de dicho presidio.

Para elegir a quienes participarían en este Congreso, el territorio nacional fue dividido en 25 distritos, comprendidos entre Copiapó y Osorno, y cada distrito eligió entre uno y seis parlamentarios. Se calcula que en todo el país votaron unas 700 personas, de una población total de 200 mil pobladores, de acuerdo al Censo de 1813.

Los resultados dieron una victoria para el bando de los moderados e indiferentes respecto a la Independencia con 21 diputados; los patriotas obtuvieron nueve parlamentarios y los realistas lograron once diputados.

ceremonia

El 4 de julio se iniciaron las sesiones en las dependencias de la Real Audiencia. Antes asistieron a la Catedral donde fray Camilo Henríquez, elegido diputado suplente por Puchacay, realizó un patriótico sermón, donde defendió el derecho del pueblo a tener su propia Constitución.

Inauguró las sesiones el mendocino Juan Martínez de Rozas. Al día siguiente fue elegido presidente de la corporación Juan Antonio Ovalle, por ser de mayor edad. Era diputado por Santiago y era indiferente al proceso independentista.

Por Valparaíso fue elegido el abogado patriota Agustín Vial y Santelices, quien tuvo una destacada vida política, ostentando en 1826 el cargo de vicepresidente del país. No hay registro de quien fue elegido diputado suplente por el Puerto.

Nuestro primer Congreso sesionó solo entre el 4 de julio de 1811 y el 2 de diciembre de 1811, al ser disuelto por un golpe de Estado liderado por José Miguel Carrera. Pero, en esos escasos meses, tuvo una fructífera labor. Por ejemplo, se aprobó la libertad de vientres, que ordenó que todos los hijos e hijas de esclavos nacidos en Chile, quedaban automáticamente libres al nacer. Solo en 1823 se abolió la esclavitud.

En el plano administrativo se creó la provincia de Coquimbo; se sugirió la realización de un censo; se aprobó la creación de una ley de cementerios para dejar de enterrar a los muertos en las iglesias; y se decidió terminar con el Colegio de Naturales de Chillán, regentado por los frailes franciscanos, proponiendo que los indígenas fuesen admitidos y sostenidos en los colegios estatales.

Muerte a los Nobles

En este Congreso participaron abogados, militares, curas y nobles, como el conde de Marquina, diputado por Concepción y furibundo realista. Los parlamentarios de la capital del Biobío eran contrarios a la Independencia y fueron desplazados por la mayoría patriota.

En su reemplazo se integró al Congreso el fraile Antonio de Orihuela Moreira, quien redactó una proclama revolucionaria. Allí, entre consideraciones, señaló: "Con vosotros hablo, infelices, los que formáis el bajo pueblo. Atended: mientras vosotros sudáis en vuestros talleres; mientas gastáis vuestro sudor y fuerzas sobre el arado; mientras veláis con el fusil al hombro, al agua, al sol y a todas las inclemencias del tiempo, esos señores condes, marqueses y cruzados, duermen entre limpias sábanas y en mullidos colchones que les proporciona vuestro trabajo; se divierten en juegos yi galanteos, prodigando el dinero que os chupan con diferentes arbitrios que no ignoráis; y no tienen otros cuidados que solicitar con el fruto de vuestros sudores, mayores empleos y rentas más pingües, que han de salir de vuestras miserables existencias, sin volveros siquiera el menor agradecimiento, antes sí desprecios, ultrajes, baldones y opresión. Despertad, pues, y reclamad vuestros derechos usurpados. Borrad, si es posible, del número de los vivientes a esos seres malvados que se oponen a vuestra dicha, y levantad sobre sus ruinas un monumento eterno a la igualdad".

Fue un patriota, defensor de los más pobres, cuando nadie se preocupaba de ellos, pero ha pasado inadvertido por la historia social del país.

Por Valparaíso fue elegido

el abogado patriota Agustín Vial y Santelices, quien

tuvo una destacada vida política.

"Despertad, pues, y reclamad vuestros derechos usurpados. Borrad, si es posible, del número de los vivientes a esos seres malvados que se oponen a vuestra dicha"