En vista de la situación de sequía que estamos viviendo en la región y en todo Chile, quisiera manifestar nuestra preocupación. Según datos entregados a principios del mes por el MOP y la Dirección Meteorológica de Chile, Valparaíso es la cuarta ciudad del país con mayor déficit hídrico, alcanzando un 75%.

La región de Valparaíso es una de las principales productoras agrícolas de Chile y también la segunda más poblada, solo después de la región metropolitana. Es una región altamente industrial y también minera por lo que es entendible que todos estos factores ponen mayor presión a la sociedad y el medio ambiente en cómo usar eficientemente la preciada agua que disponemos. Aunque es sabido que la zona además cuenta con una capacidad de embalse muy por debajo de otras regiones agrícolas, no hay mucho que hacer en ese frente en el corto plazo.

Ahora vemos que, en pleno invierno, las empresas de distribución de agua están tomando medidas extremas; recurriendo a sus últimas reservas y habilitando traspasos de agua de sistemas que antes estaban desconectados. Esto lo puede hacer una empresa de esa envergadura y que bueno que así sea, para asegurar el abastecimiento de agua a las ciudades. Pero no pasa lo mismo con los agricultores que están agrupados en Juntas de vigilancia pero que no tienen capacidad de inversión ni de acción regional coordinada.

Creemos que dada la compleja situación que ya nos alcanzó, el único recurso que queda es la gestión avanzada, a todo nivel, con información precisa y adecuada, para que los actores puedan tomar las decisiones correctas. Lamentablemente en Chile no existe un mercado del agua, ni los derechos permiten la transferencia temporal para que, como se hace en Estados Unidos o Australia, los agricultores puedan tomar la decisión de si sembrar con el riesgo de perder sus cosechas por la falta de agua o no hacerlo y poder traspasar sus derechos a otras actividades que no puedan esperar.

Esto requiere de cambios radicales en el código de aguas, pero también requiere de información y de la capacidad de fiscalización ágil, pues de lo contrario se presta para más enredos y malas prácticas. Aun sin estos cambios en la regulación y sin los embalses funcionando, queda la gestión diaria para poder hacer frente y repartir de mejor manera los escasos recursos que se disponen.

Por otro lado, creemos que una de las medidas más efectivas para enfrentar la sequía en los campos agrícolas es adoptar la tendencia Agro 4.0 que ya está siendo implementada en países desarrollados. El uso de sistemas de información de tiempo real y la inteligencia artificial podría optimizar el uso del agua en el riego de los campos, que es uno de los usos principales que tienen este recurso para el desarrollo del país.

En resumen, los diferentes actores deben poder sentarse a la mesa con todas las opciones y discutir las alternativas que mejor impacten a la sociedad como un todo y no dejen a nadie en una situación crítica que impida al menos un funcionamiento mínimo.

Cristóbal Rivas, gerente general de Wiseconn Chile.