La resiliencia del Pueblo Mapuche
Mario Orellana Rodríguez, Premio Nacional de Historia, propone solucionar las demandas de esta etnia originaria sin violentar la unidad del Estado y la nación chilena.
Por Juan Guillermo Prado O
Han sobrevivido a todo: guerras, mestizaje y epidemias, pero aun así son el pueblo indígena más numeroso del territorio nacional y su población vive incluso más allá de la cordillera de los Andes, en territorio argentino.
Los mapuches son, según el último censo realizado el año 2017, 1.745.147 personas que representan casi el 80% de la población aborigen del país. Han pasado más de 470 años desde el descubrimiento de Chile y su peor enemigo no han sido la Guerra de Arauco o la ocupación de la Araucanía, fue la viruela.
En 1554, en la encomienda del conquistador Pedro Olmos de Aguilera, situada al sur del río Biobío surgió una epidemia de viruela que mató a miles de araucanos y logró detener la invasión que Lautaro tenía planificada para destruir Santiago del Nuevo Extremo. La viruela, que desapareció del país en 1959 gracias a la vacuna, reaparecía periódicamente elevando las tasas de mortandad.
La Viruela, el mayor enemigo
El médico y parlamentario Adolfo Murillo en el hemiciclo de la Cámara de Diputados, en 1883, describió dramáticamente lo que significó esta peste a este pueblo originario: "La viruela era uno de los azotes más temidos en los pasados siglos, fue traída por los españoles a América desde los primeros años de la Conquista, y Chile ha sido uno de los países que más tributo le ha pagado. No fueron, por cierto, los arcabuces de los españoles, ni sus afilados sables, los que más víctimas hicieron entre los bravos araucanos durante la dilatada epopeya de la conquista. No fueron tampoco las alineadas columnas de sus ejércitos ni sus aguerridos soldados los que pusieron miedo a esos heroicos indígenas (...) Lo que les infundió pavor fueron las epidemias de viruela que arrasaban sus filas y paralizaban su indómito empuje. La viruela fue el peor azote y el mayor enemigo de los legendarios defensores del suelo chileno".
Este año Mario Orellana Rodríguez, Premio Nacional de Historia de 1994, publicó el texto "El problema aborigen en Chile y el valor de la investigación histórica", cuyo último capítulo lo dedica a la evolución del problema mapuche y propone una posible solución Antes señaló: "No hay que olvidar que en el pensamiento más profundo de los indígenas está el recuperar las tierras dominadas más por los chilenos españoles, y gobernarlas según sus normas y costumbres".
-Hay quien se han referido al genocidio del pueblo mapuche, cuando se han referido a la ocupación de la Araucanía…
-En la segunda mitad del siglo XIX, el avance de la frontera hacia el sur del río Biobío fue un proceso complejo, no exento de encuentros bélicos, de muerte, pero de ninguna manera alcanzó las características de un exterminio étnico.
-¿Fue muy difícil lograr la paz en aquella época?
Los loncos y toquis que participaron en la época reafirmaron parcialmente acuerdos, reconociendo por medio de elocuentes discursos "al supremo gobierno de la nación" e incluso se consideraban "verdaderos ciudadanos chileno". Sin embargo, a pesar de los discursos y promesas de algunos loncos en diversas reuniones, nunca hubo un real acuerdo de paz en donde se aceptase la soberanía chilena en sus territorios.
-Antes de la ocupación de la Araucanía, el francés Orellie Antoine de Tounens se declaró rey de la Araucanía
-Llegó en 1859 y con el apoyo de algunos caciques se proclamó rey de la Araucanía y la Patagonia, arrestado en 1862, se le declaró loco, fue expulsado del país. Luego hizo lo mismo en Argentina, pero fue rechazado por tehuelches. Retornó dos veces sin éxito. El coronel Cornelio Saavedra reconoció que su acción pudo "ser de fuertes consecuencias" debido al apoyo de algunos loncos y toquis.
-¿Qué ha ocurrido a través de los siglos con la organización social, las costumbres y la religiosidad mapuche?
-En lo fundamental se han mantenido las estructuras sociales, no existe un gobierno central, único para todas las comunidades. Los loncos o caciques siguen siendo respetados y considerados representantes de las comunidades. Las directivas reglamentadas en la ley indígena de 1993 no han reemplazado con éxito a las antiguas autoridades.
Respecto a las creencias, algunas ceremonias como guillatún se siguen practicando, aunque la fe y ritos cristianos han penetrado en la sociedad mestiza indígena. Pero aún persisten ceremonias y creencias tradicionales cambiando sólo el nombre del ser superior invocado. Por la influencia cristiana ha desaparecido la poligamia.
-¿Qué fenómenos tradicionales de este pueblo originario están vigentes?
-En cambio, la lengua, el mapudungun, con los cambios propios de un idioma vivo, que se practica siempre, continúa reclamando su derecho ser enseñado junto a la lengua castellana. Igualmente, el juego de la chueca o palín se mantiene desde hace siglos hasta el presente. Es una verdadera institución cultural.
-¿Qué posibilidades existen para que cese el actual conflicto de este pueblo con el Estado chileno?
-La solución no es el aplastamiento policial, ni menos militar, como tampoco el permanente accionar extremista de pequeños grupos ideologizados. La solución debería pasar por el reconocimiento de una realidad cultural e histórica, que no se puede ocultar ni menos borrar con discursos de buenas intenciones ni con acciones violentistas.
Chile siempre ha sido pluricultural y plurisocial, y por esta realidad indesmentible debe reconocer que en su diversidad no sólo hay representantes de las etnias europeas, asiáticas y de origen negro, la ley N° 21.151, del año 2019, otorgó el reconocimiento legal al pueblo tribal afrodescendiente, con mayor motivo al aborigen que forma parte de su pasado y su presente.
Históricamente, representantes del mundo mapuche se reunían con las autoridades hispanas y chilenas con el fin de parlamentar y llegar a acuerdos pacíficos. A mi juicio, los problemas que se arrastran desde hace largo tiempo son dos: recuperación de las tierras de sus comunidades, que poco a poco, han comenzado a recibir por la acción de la Comisión Nacional de Pueblos Indígenas y gobierno de sus tierras según sus normas y costumbres.
Cumpliendo con esas antiguas demandas, hay que presentar al pueblo mapuche una propuesta que en que Chile no pueda perder su unidad territorial. Si la Constitución lo permite, se puede organizar un territorio semiautónomo, que les permita vivir según sus normas y costumbres y que no entren en oposición con las del Estado chileno, concluye el profesor Mario Orellana, autor de múltiples libros sobre arqueología, antropología e historia de Chile.
"Surgió una epidemia de viruela que mató a miles de araucanos y logró detener la invasión que Lautaro tenía planificada"