Vacaciones inolvidables

"White lotus" es una de esas series encantadoramente inclasificables. No alcanza a definirse entre el drama y la comedia negra y quizás es precisamente esa renuencia a los géneros lo que la convierte en una de las series más atractivas e interesantes de la temporada. Hay que reconocer que la breve descripción que ofrece la plataforma de streaming no alcanza para hacerse una idea de la serie y, es más, incluso hasta puede alejar al espectador, especialmente cuando en el afiche se ve a una serie de blancos millonarios que llegan a un lujoso resort de Hawai a pasar sus vacaciones. Pero la verdad es que el marketing no le hace justicia a esta serie, que desde ya se anticipa como una de los "joyitas" del catálogo de HBO Max, con segunda temporada confirmada.

En efecto, la serie arranca con el viaje de un grupo de turistas al magnífico resort White Lotus, en una paradisiaca isla de Hawai. En el barco van: una pareja de recién casados, él un exitoso ejecutivo y ella una bella periodista; una familia perfecta, integrada por madre y padre exitosos, hijo adolescente obsesionado con su teléfono e hija veinteañera junto a una amiga, ambas universitarias y críticas de la sociedad; y una mujer mayor, millonaria y solitaria, que viaja con las cenizas de su madre muerta. Hasta ahí nada fuera de la común, pero a medida que avanza la serie se van manifestando los relieves de los personajes y sus relaciones. No hay condescendencia alguna en la descripción de los personajes: la serie es brutalmente directa y sin contemplaciones, pero con un tonillo de sarcasmo, expone a los protagonistas en toda su humanidad. Por ejemplo, las jóvenes viven criticando el éxito de sus padres blancos-millonarios-capitalistas, pero disfrutan sin pudor de los beneficios del sistema, partiendo por las vacaciones. El recién casado prefiere pasar su luna de miel despotricando contra el hotel porque no le dieron la pieza que merecía. Y los nativos de la isla bailan para los turistas al mismo tiempo que reclaman por el despojo de sus tierras. Una de las secuencias más acertadas de esta fría dualidad ocurre al comienzo, cuando el gerente del hotel se pasea con la nueva empleada para recibir a los pasajeros, sin darse cuenta que ella está embarazada y acaba de dar a luz en su oficina. La gran (tragi)comedia humana en todo su esplendor.