"Se nota mucho la diferencia entre un niño que fue al jardín y uno que no"
Elizabeth Alarcón, directora regional de la JUNJI, recalca la relevancia de la educación preescolar, entre los cero y cuatro años, y advierte que "ellos van a ser los ciudadanos que en 18 años más van a saltar el metro o no".
La relevancia del aprendizaje desde la primera infancia y la certeza de que aquello es parte de los derechos del niño y niña que tanto el Estado como las familias deben respetar, son las convicciones de Elizabeth Alarcón, la recién asumida -desde julio- directora regional de la Junta Nacional de Jardines Infantiles (JUNJI) de Valparaíso. Desde su oficina -y poniendo énfasis en el trabajo en terreno, que para ella es primordial- la sicóloga, titulada de la Universidad Adolfo Ibáñez, advierte que el mayor desafío que ha tenido que enfrentar en esta época de COVID-19 es precisamente el retorno seguro de los párvulos a clases.
"Aquí el poder femenino se siente y se escucha con ganas", adelanta cuando habla de la institución y de las y los 1.800 funcionarios que la componen, de los cuales 1.600 son precisamente mujeres. Alarcón lee estas cifras como un punto de partida para entender la importancia de flexibilizar el trabajo en medio de la pandemia, ya que usualmente el cuidado de los hijos e hijas recae sobre ellas. "Mientras los colegios no abran, muchos de nuestros funcionarios no van a poder estar al 100% porque no podemos estar dejando solos a los niños", asegura.
Esa misma realidad golpea también el regreso de los preescolares a clases. A pesar de que los contagios están a la baja, los establecimientos dependientes de la JUNJI no han podido todavía generar la confianza suficiente para que los infantes asistan. Alarcón afirma que el miedo a retornar se debe a la televisión, las redes sociales y las noticias falsas. "Estamos tratando de juntar todas las piezas para que lleguemos a un momento en el que podamos atender con normalidad", asegura junto con advertir sobre la relevancia del regreso a las aulas: "Se nota mucho la diferencia entre un niño que fue al jardín y el que no fue", dice.
Por eso, el foco está puesto en ir a terreno y conversar con las familias para averiguar las razones de la inasistencia de los niños. Revela que hay una estrategia de familiarización en los jardines para que los padres puedan conocer cómo sus hijos se pueden desenvolver en el establecimiento y cómo funciona el protocolo COVID. "Así vamos bajando un poco la ansiedad", afirma.
Actualmente, los jardines de la JUNJI cuentan con una asistencia aproximada del 38%. Alarcón recuerda que durante agosto esa cifra apenas llegaba a la mitad. "Esperamos que después del 18 sobrepasemos el 50 o 60%", agrega.
La profesional recalca la importancia de que los infantes sean parte de la comunidad educativa para que tengan un aprendizaje más allá de lo que se pueda enseñar desde el hogar. A modo personal, la directora regional de la JUNJI opina que el énfasis puesto en los estudiantes secundarios tiene sentido, pero no el hecho de que se deje de lado el retorno de la primera infancia a las aulas. "El que no vuelva un niño de 0 a 4 años afecta absolutamente cinco años de su proceso educativo, donde están todas las neuronas haciendo sinapsis, aprendiendo y absorbiendo todo".
"No es una guardería"
Alarcón cree que el Estado debe garantizar la educación para el desarrollo íntegro en una etapa clave de formación: "El vocabulario cambia porque la motricidad cambia (...) podemos detectar enfermedades antes y hay un equipo pendiente de ellos constantemente", explica, a la vez que critica la mentalidad respecto de los jardines infantiles en el país: "No es una guardería", advierte.
Para la directora regional, es importante entregarles educación a los más pequeños aun cuando los cuidadores no trabajen. "Ellos van a ser los ciudadanos que en 18 años más van a saltar el metro o no, eso no depende del contexto sino de las herramientas que les dimos", proyecta. E indica que una nueva Constitución no necesariamente subsana el problema, ya que "lo que debemos redactar es que se cuide a nuestros niños como personas".
En ese sentido y ante los cambios que han afectado en los últimos años a la entidad, descarta las críticas respecto de la creación de la Subsecretaría de Educación Parvularia y la intendencia, las que tomaron el rol fiscalizador que antiguamente correspondía a la JUNJI. Al respecto, asegura que aquello es una oportunidad: "Ahora podemos dedicarnos a nuestros niños de una forma distinta. Somos los referentes en educación parvularia", concluye.