Audífonos inalámbricos a un precio justo
Por Juan Riquelme | @jriquelmediaz
Esta semana les hablaré de los audífonos KTE-005 de KlipXtreme. Nos les diré que son lo mejor del mercado porque sería mentirles, ni tampoco que son lo peor. A decir verdad, para costar cerca de $30 mil, es un precio justo para un audífono inalámbrico, y hasta generoso, si pensamos que las prestaciones -algunas de ellas- podrían elevar el valor mucho más del que realmente pagas.
El nuevo audífono estéreo, dice la publicidad con "verdadera conexión inalámbrica" es fabricado por Lifestyle y posee tecnología Smart Touch, es decir, bastarán unos toques sobre los auriculares para controlar el volumen, cambiar la pista de tu reproductor de música, contestar y colgar llamadas. Además, trae un estucha de carga inalámbrica. Ambas características, ya nos deberían elevar el valor.
Si nos vamos al concepto de la publicidad, lo primero es decirles que efectivamente la conectividad es algo que está asegurado. No tuve problemas en conectarlos a mis equipos Apple, tampoco a los Android y menos a los Huawei. La tecnología Bluetooth V.5.0 que disponen los dispositivos permiten enlazarlos de manera rápida a cualquier dispositivo. Y no solo eso, te da una independencia de unos 25 metros de la fuente de origen, suficiente para moverte en varios espacios de tu casa, sin perder la música, la serie, o una llamada telefónica.
La batería, tema que siempre nos preocupa, nos da -sumando y restando- unas 3 horas de independencia a volumen moderado y de forma continua. Podrás ver una película, claro, pero si eres amantes de las maratones de series, acá no está la solución. Si lo cargas en el estuche -que se alimenta por cable USB C-, tendrás carga para 8 horas más, pero entre que cargas tus audífonos, ya perdiste un capítulo de tu serie porque no posee carga rápida.
Sobre la calidad del sonido, quiero plantear que estos inalámbricos son audífonos de entrada, por lo que no podemos pedirle la riqueza de un audífono premium. Tal vez por eso, el sonido nos parece adecuado para disfrutar -sin emocionarse mucho- de una serie, un concierto o una llamada. Y hablando de llamadas, acá quiero hacer el punto. No hubo caso que el micrófono integrara fuera una experiencia agradable. En la calle, mi voz se perdía, y en ambientes de silencio, bastaba el ladrido del perro para que no me escucharan. En el micrófono, al menos, este modelo se queda.