Colección de postales recrea la historia porteña
Son 30 imágenes de comienzos del siglo XX que viajaron al exterior y regresaron al Puerto. A través de ampliaciones fotográficas, se exploran sus detalles.
¿Se acuerda de las postales? Ya casi nadie las usa, pero antaño fueron muy populares para comunicar noticias de los viajes a los seres queridos, en tiempos en que las comunicaciones no eran instantáneas.
Una fotografía panorámica de una ciudad, con un espacio al reverso para escribir un pequeño mensaje y los datos del destinatario, eran suficientes para establecer aquella comunicación y dejar un registro de los lugares que aquel amigo o familiar estaba conociendo.
En Valparaíso, muchas casas fotográficas de inicios del siglo XX se hicieron conocidas por sus postales, que registraban tomas panorámicas de la ciudad, actividades diarias -como las portuarias o del muelle de pasajeros- y hasta tragedias -como las grandes inundaciones del plan-. Muchas de estas postales siguen dando vueltas alrededor del mundo y forman parte de colecciones privadas e incluso de tiendas de anticuarios o especializadas en postales, donde se pueden encontrar verdaderas joyitas patrimoniales.
El registro de las postales de antaño constituye un catastro fotográfico del Valparaíso de un siglo atrás y parte de esto es lo que recoge la muestra "Rehabitar una memoria", inaugurada recientemente en el Museo de Bellas Artes de Valparaíso Palacio Baburizza, en el marco del Festival Internacional de Fotografía de Valparaíso (FIFV).
La muestra consta de una recopilación de 30 postales antiguas de Valparaíso -algunas anteriores al terremoto de 1906-, que forman parte de la colección privada de la historiadora del arte Macarena Carroza.
En la exposición, los visitantes podrán ver las postales y, si tienen paciencia y buena vista, leer los mensajes escritos al reverso, escudriñar en las direcciones y cruzar las fechas.
Reinterpretación
Pero uno de los aspectos más interesantes que suma esta exposición en la ampliación fotográfica de los pequeños detalles de las postales, que se exhiben (dos por cada una) en gran formato, junto a cada tarjeta.
De esta forma, el espectador puede redescubrir detalles cautivantes de cada postal, que apenas si alcanzan a distinguirse en el pequeño formato de las tarjetas. Y es que cada ampliación pone énfasis en la presencia humana de cada fotografía. Así, podemos redescubrir, por ejemplo, en una foto general de calle Cumming, los rostros sombríos de una procesión fúnebre que baja desde los cementerios; o las facciones particulares de una mujer que vende sus productos a la orilla de la calle.
"Estas postales tienen la particularidad de que todas fueron enviadas desde Valparaíso a otras ciudades de Chile y el mundo, para volver, de una manera misteriosa y casi mágica, a su puerto de origen, lo que le da un valor onírico a esta colección. Lo que nosotros hicimos fue sumergirnos en el espesor de las imágenes, y entramos en ellas, a leerlas, a mirarlas, y extrajimos lugares, texturas, escenas, y las devolvimos a la contemporaneidad. Es un juego donde se parte de un archivo, pero este no se plantea como una lectura del pasado, sino como una herramienta del presente para poder ver Valparaíso hoy desde esas imágenes que fueron tomadas 100 años atrás", señala Rodrigo Gómez Rovira, curador y director del FIFV, .
"Lo que me pasa cuando veo esta exposición es que de alguna manera da a conocer la historia de Valparaíso, con cierto énfasis que le han querido dar estas familias que enviaron estas postales. Está la gran inundación de 1914, el terremoto, los paisajes, la arquitectura, creo que vuelve a aparecer este ideario que uno tiene de Valparaíso y todos sus atributos. Es relevante entender lo que pensaban esas personas", manifestó la historiadora Macarena Carroza.