Viña y el Puerto de Ideas
A propósito del impasse surgido en la municipalidad de Viña del Mar, una de cuyas funcionarias (Camila Brito Hasbún) se habría negado a recibir un evento del Festival Puerto de Ideas por sus vínculos con la embajada de Israel como auspiciador, vale la pena aclarar algunas cosas:
1) En varios comentarios he leído que la actitud de la señora Brito no puede ser calificada de "antisemita", pues ella "es semita", en referencia a su ascendencia palestina. Mismo argumento ocupó Daniel Jadue cuando se le acusó de antisemita durante la campaña de primarias. El antisemitismo es un concepto que se usa exclusivamente en referencia a la odiosidad en contra de la nación o pueblo judío. Es cierto que judíos y otros pueblos de la región comparten un mismo origen semítico, pero política y culturalmente este concepto, originado en el siglo XIX, apunta exclusivamente hacia el odio a los judíos y no a todos los pueblos semitas, como se quiere hacer ver. Supera al antijudaísmo -que es una aversión a la religión judía- e incluye a todos quienes forman parte de la nación judía, por lo que es una clase de racismo. Decir que alguien, por tener origen en un pueblo semita, como el palestino, no es antisemita, es un profundo error conceptual.
2) No debe confundirse el antisemitismo con el antisionismo. Quienes tienen una posición contraria a las políticas del Estado de Israel se identifican, habitualmente, con el antisionismo. El sionismo es una tendencia política nacionalista que propició el establecimiento del Estado de Israel y sobre la cual se basan muchas de las prácticas y políticas actuales de ese país. Ser antisionista no es necesariamente ser antisemita, aunque, hay que decirlo, muchas veces detrás de las críticas al Estado de Israel se esconde un profundo y enraizado antisemitismo.
3) Resulta peligroso, por no decir peligrosísimo, delimitar los alcances de la cultura a partir de preceptos políticos. Cuando es el poder político el que decide qué cultura es aceptable y cuál no, entramos en un territorio extremadamente peligroso para la libertad de una sociedad. Lo sucedido en Viña del Mar con Puerto de Ideas es tan reprochable como lo ocurrido en Las Condes (en la otra vereda política) con el festival Teatro a Mil. Como sociedad, no podemos permitir que los criterios políticos decidan el estándar cultural y artístico de una sociedad.
Luis Espinoza
