Matias Valenzuela - La Estrella de Valparaíso

Entre las cenizas y los escombros de la tragedia vivida el lunes, surgen los duros testimonios de las víctimas del incendio que destruyó diez casas en la parte baja el cerro Mariposa.

En la mañana de hoy, la mayor parte de los afectados pudo regresar al lugar donde estaban sus hogares, para ver si se podía recuperar algo entre los escombros. Tristemente, no tuvieron mucho margen de acción, ya que el riesgo de derrumbe era inminente ante el estado en que quedaron las construcciones. El catastro más actualizado de personas que perdieron su hogar, fue cifrado en 28 personas. Todos ellos tuvieron que tomar la desgarradora decisión de abandonar sus casas ante el imparable avance de las llamas.

Cristian López nos cuenta su caso. Particularmente no perdió su casa, solo tiene daños parciales, y afecciones por agua en el sector del baño. No obstante, por ahora está sin casa. Al momento del siniestro, estaba su esposa, quien tuvo que escapar. Solo pudieron rescatar dos cilindros de gas y un televisor, que dejaron al cuidado de un vecino. Transcurrido el trabajo de bomberos, y una vez que las llamas apagaron, se les informó que no podían volver a habitar su casa porque hay riesgo de derrumbe de la propiedad continua.

"Tienen que botar esa pared que está detrás de la casa de nosotros, porque esa es la del posible derrumbe. Cuando la boten, ahí nosotros podemos habitarla, hasta que nos avisen. Ojalá que la boten hoy día", explica el porteño. Para mala noticia de él, aún no hay indicios de que los trabajos de demolición ocurran en el corto plazo.

Por mientras, se las tienen que arreglar para buscar donde pernoctar. "Anoche yo tuve que dormir adentro del auto. Mi mami con mi pareja, el caballero del camión del flete le pasó una pieza para que pudieran dormir, porque ella está enferma, y no la puedo tener en el auto", explica.

Felipe Segura cuenta que el teletrabajo lo salvó. En su casa viven él, su hermano con su pareja, sus padres, y cinco perros. Agradece que el día de la emergencia estaba trabajando de forma remota."Justamente este día me tocó trabajar aquí, y agradezco que haya sido así, porque no hubiera podido rescatar a mis papás y a los animalitos tampoco", reflexiona.

Dice que las primeras alertas las escucharon pasadas las 10.00 horas. "Siento el olor a humo, abro el ventanal y dije y 'ya papá, vamos a tener que irnos no más'. Sacamos lo que pudimos, lo que son las cosas básicas, carnet, plata, y lo que uno tiene puesto", relata. Sobre el desalojo de la casa, el joven explica que Juan Carlos, su papá, sufrió un ACV en el julio, que "le afectó el lado derecho de su cuerpo, de la cabeza a sus pies". El hombre de 69 años se está tratando con teleterapia, y no ha podido recuperar la movilidad, de modo que usa una silla de ruedas para trasladarse. Con la premura del momento, Felipe tuvo que sacarlo rápidamente con la ayuda de un andador que le entregaron en el hospital Van Buren, porque era la forma más práctica y expedita de sacarlo de la casa, por las escaleras. "Tuvimos que usar la escalera Saavedra, tuvimos que pasar por la casa de unos tíos, y por ahí pudimos sacar a mi papá de la forma más rápida posible. Ya el humo era terrible, no se podía respirar", relata.

La vivienda quedó completamente destruída y junto con ella se quemó la silla de ruedas del adulto mayor. La noche del lunes, el matrimonio pernoctó en la casa de un familiar, mientras que los jóvenes se repartieron en distintas partes, sin poder resolver una residencia de forma más estable. Por ahora, extienden un llamado a que alguna institución pueda reponer la silla de ruedas que perdieron en el fuego. "Es necesaria para él", señala Felipe.