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Aumento de basura orbital hace peligrar sustentabilidad espacial

Iniciativa internacional alerta sobre el riesgo que existe ante la proliferación de aparatos en torno al planeta.
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Agencia EFE / L. R. C.

El aumento de la basura orbital pone en peligro el uso sustentable del espacio y los beneficios de más de un billón de dólares en su explotación previstos para 2030, por lo que es urgente asegurar que todos los actores que intervienen en el mercado espacial consensúen su uso seguro y sostenible.

Con el objetivo de conseguir un uso sostenible del espacio y combatir la creciente basura, diversas entidades del sector, entre ellas la empresa de ingeniería española GMV, han presentado la iniciativa internacional "Net Zero Space", una plataforma que involucra a representantes de cualquier misión espacial: lanzadores de satélites, fabricantes, operadores, organizaciones de la sociedad civil, investigadora y académica, agencias espaciales y actores públicos de todo el mundo.

Esta coalición exhorta a abordar de forma "urgente y consensuada" la contaminación orbital creciente y pide, de cara a 2030, acciones urgentes y concretas para mitigarla.

Según indicó ayer la hispana GMV, referencia mundial en el estudio, monitorización y prevención de la proliferación de la basura espacial, además de particioar en otra serie de sectores, se estima que hay más de un millón de objetos de tamaño superior a 1 centímetro capaces de provocar daños potenciales de diferente índole "y la cantidad aumenta peligrosamente".

La basura contamina cada vez más el espacio debido a la proliferación de objetos que orbitan sin control alrededor de la Tierra, particularmente en las órbitas bajas y geoestacionarias, que son las más interesantes para ser utilizadas y explotadas.

Organizaciones astronómicas en Chile incluso han expresado su molestia porque el Estado ha firmado contratos con firmas que prometen llevar internet a sitios alejados con microsatélites, alegando que eso también afecta la observación nacional.

Ante esta situación, GMV se comprometió a mejorar y promover el uso de sus servicios de prevención de colisiones y continuar desarrollando nuevas soluciones que garanticen la seguridad y sostenibilidad de las operaciones espaciales.

"El espacio es un bien común que ofrece importantes oportunidades y servicios, así como notables beneficios sociales, económicos, científicos y estratégicos para toda la humanidad", indicó la firma, que empezó hace 20 años a trabajar con la Agencia Espacial Europea (ESA) en actividades de catalogación de objetos y evasión de colisiones en órbita.

En 2009, la ESA puso en marcha un programa para el desarrollo de tecnología para hacer seguimiento de la basura espacial y, desde entonces, GMV ha participado en más de 30 proyectos.

La ingeniería GMV también opera desde 2017 su centro comercial de operaciones Focusoc para prestar servicios anticolisión a más de diez operadores comerciales y más de 80 satélites.

Hasta ahora, forman parte de la iniciativa "Net Zero Space": Arianespace, Astroescala, CGSTL/Chang Guang Satellite, Clutch Space Systems, CNES, EUSST, Eutelsat, GMV, IAASS, Inmarsat, International Institute of air and space law, ISISPACE, Planet, Scout, Share my Space, Skyroot Aerospace, SpaceAble y Viasat.

Vinculan contaminación del aire con el riesgo de déficit atencional

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Los niños que viven en zonas con mayor contaminación atmosférica por partículas PM2,5 y con escasez de espacios verdes tienen hasta un 62% más de riesgo de desarrollar el trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH).

Por el contrario, los que viven en zonas más verdes y menos contaminadas tienen un 50% menos de riesgo, según concluyó un trabajo publicado en Environment International con datos de 37.000 niños de Vancouver (Canadá), que ha liderado la investigadora Matilda van den Bosch, del Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal).

El TDAH, uno de los trastornos del neurodesarrollo más prevalentes, afecta a entre el 5 y el 10 % de la población infantil y adolescente. El estudio utilizó datos de los nacimientos en Vancouver entre 2000 y 2001 y recuperó información sobre los casos con los registros hospitalarios, visitas y recetas médicas.

El equipo identificó 1.217 casos. Quienes vivían en zonas con un mayor porcentaje de vegetación tenían menor riesgo de TDAH: un alza del 1 % en el porcentaje de vegetación se asoció con una reducción del 10% en el riesgo de desarrollar el trastorno.

En la polución, los más expuestos a PM2,5 tuvieron un mayor riesgo de TDAH: cada 2,1 micrometro de aumento en los niveles de PM2,5 se tradujo en un aumento del 11% en el riesgo de TDAH.