Muchos adultos mayores jubilados, con el fin de incrementar nuestras bajas pensiones, continuábamos trabajando. Lamentablemente a causa de la pandemia, muchos fuimos finiquitados principalmente como medida de protección. Sin embargo, con la vuelta a la "normalidad", la situación ha quedado en fojas cero, pues no hemos tenido la posibilidad de ser recontratados. Las expectativas de vida han variado y muchos adultos mayores autovalentes aún podemos ser útiles no solamente para nuestras familias, sino que también para la sociedad.

Es de esperar que las nuevas autoridades consideren la situación y busquen una forma de apoyo. Quienes hemos trabajado toda la vida no nos encontramos cómodos sin hacer nada. Cualquier actividad será terapia para una estabilidad sicológica.

Jorge Valenzuela Araya

Un Presidente inquieto es aquel que se levanta al alba. Sale rápido caminando, llega a La Moneda. Revisa los cajones de su escritorio. Busca una Biblia y hace la señal de cruz. Empieza llamando por celular a sus secuaces ministros. Todos, todavía están acostados. Se desespera, pide que le traigan un café caliente cargado. Empieza con sus flexiones gimnásticas para sentirse como tuna. Junta sus manitas y pide a Dios que lo escuche. Que no le tiren piedras por atrás. Llama a su segundo de a bordo. También duerme como un lirón. Se desespera, necesita una mujer joven, pero que no tenga una suegra feroz. Pide su Mercedes, brillante de tanto lustre que su chofer, lo repasa todo el día. Se dirige al Ministerio de Educación. Es muy temprano, solo está el guardia fumando como una chimenea. Se encoleriza. ¿Cómo haber tanto flojo acá? . Anota en su libreta que a este ministro lo dejará cesante. Más, se recuerda que su ministro es una dama muy engalanada y bella como una flor. Junta sus manitas y pide a Dios que le ayude con su mala memoria. ¿Quién me mandó meterme en este tremendo forro, de querer ser el primero de la nación.

Renato Norero