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Así es la rutina del comercio ambulante de calle Valparaíso

A pesar de todos los esfuerzos para controlarlo, ya está consolidado en las calles de Viña del Mar. Vendedores tienen sus puestos habituales, horario de oficina y un sistema propio para evadir exitosamente los controles policiales.
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Constanza Galarza M. - La Estrella de Valparaíso

En los últimos años, el comercio ambulante es una problemática que se ha ido incrementando en el centro de Viña del Mar, siendo el lugar más crítico la calle Valparaíso entre Sucre y Quinta, en donde no se puede caminar dos pasos sin toparse con puestos ambulantes.

Los vendedores que han trabajado hace años en el sector, consideran que el centro está irreconocible, debido al aumento explosivo de comerciantes ambulantes y recuerdan con nostalgia los "años dorados" de la calle Valparaíso.

"La gente se ha alejado mucho de la calle Valparaíso, porque no es la calle Valparaíso que yo vi cuando era lola, donde tú te paseabas, te sentabas en los escaños, te ibas a tomar un café en el Samoiedo a dar vuelta con las amigas. Ahora eso no se puede hacer", comentó una vendedora viñamarina.

"Aquí nadie hace nada, sé que todos tenemos derecho a trabajar, pero tiene que haber una ley, antes había comercio ambulante, pero de personas que vendían algunas cositas, pero ahora no, ahora venden de todo", informó la vendedora del Escorial.

Modus operandi

El centro de Viña comienza a cobrar vida a las 9 de la mañana; suben las rejas de los locales y empiezan a atender a su público. Minutos más tarde inicia una nueva jornada, esta vez en la calle. Dejan estacionados sus autos en el sector, ponen sus telas, mesas y carros de supermercado en la vereda con variados productos.

Según informan comerciantes del sector algunos llegan en su auto particular y otros en una camioneta que deja a los ambulantes en puestos estratégicos. "Yo he visto una camioneta que deja a gente con cosas para perro, primero afuera de Falabella, al final de Quinta y afuera de Corona, por eso todos venden las mismas cosas", comentó Isabel, trabajadora del sector.

En una sola cuadra es posible encontrar alrededor de 48 puestos ambulantes con todos los productos que se pueda imaginar: mascarillas, alcohol gel, cargadores, audífonos, productos para perros, joyas, maquillaje, y ahora que comenzó el frío, ofrecen poleras de polar, calcetines, poleras, gorros y cuellos.

En su mayoría de los que trabajan en la calle, son mujeres de todas las edades, con o sin niños, que se distribuyen en las calles para vender sus productos. "Sé que la gente necesita trabajar, pero hay que ordenar eso y darle a la gente lo que necesita. Yo creo que habría que tomar medidas, todos queremos trabajar, ellos también como nosotros, pero con tranquilidad", reflexionó una vendedora de la Galería El Escorial.

En el último tiempo han aumentado tanto los puestos cómo los productos que se comercializan. "Esto ha crecido mucho en los últimos 5 años y hay que fiscalizar, pero se ven muy pocos esfuerzos, acá es tierra de nadie", observó Mónica, dueña de una tabaquería.

Los productos que más se repiten son los accesorios para celular. Se puede conseguir audífonos, cargadores, trípodes, carcasas y láminas de vidrio que instalan ahí mismo, en la misma calle, un servicio similar al que ofrecen los establecidos.

Locatarios se quejan

La instalación de los vendedores callejeros ha complicado a muchos locatarios que han visto afectadas sus ventas a causa de la competencia que suponen estos ambulantes y para muchos la irregularidad en el sector los obligó a trasladar sus negocios a otros sectores más tranquilos. "Vemos cómo muchos negocios tuvieron que cerrar en los últimos años por su culpa", lamentó Manuel, un vendedor del sector.

Hasta ahora, ninguna municipalidad ha dado con la fórmula mágica para solucionar este problema nacional, pero para los locatarios de comercios formales es necesario tener algún tipo de plan para controlar este problema. "El comercio de Viña era de lo más lindo, en ese tiempo atendían sus propios dueños, pero ya se aburrieron no los escuchó ni la municipalidad, ni la cámara de comercio", comentó una vendedora de un negocio con patente.

Para muchos trabajadores de la calle Valparaíso la presencia de los ambulantes les da una sensación de inseguridad; la misma sensación se repite entre trabajadores municipales, quienes temen sufrir represalias por parte de los ambulantes. "Son una mafia, ojalá los sacaran. Yo hablé con representantes de esta alcaldesa y de la anterior y me dijeron que era imposible sacarlos porque eran muy aniñados y que sí salían les podrían pegar", aseguró un suplementero.

Los carros y sábanas que tienen los ambulantes no son un azar, las utilizan para poder trasladarse rápidamente cuando carabineros fiscalizan el sector, dispersándose por las calles del centro de Viña. Sin embargo, al parecer estos controles no les afectan mayormente, ya que cuando se acercan carabineros pasa un ambulante avisando a sus pares para que se muevan.

Cuando ocurren estas fiscalizaciones las veredas se mantienen vacías de manera momentánea y en un lapso de 10 minutos todo vuelve a la "normalidad" y es como si ningún carabinero hubiera pasado. "Deben tener algún arreglo con los pacos, cómo es posible que pasen y no se lleven a nadie, solo alguno que son nuevos caen, a los otros no les pasa nada", comentó un locatario indignado.

Para los inquilinos del sector estas fiscalizaciones son solo una medida parche y hay que buscar nuevas alternativas para poder regularizar el comercio en las calles. "Son bien inteligentes y están bien capacitados, porque aquí llegan con autos en las mañanas con todas sus mercaderías y no aceptan irse de acá, porque el lugar estratégico e indicado para ellos es éste", comenta la vendedora de una tienda de dulces.

Fin de la jornada

El sentimiento que más predomina en los vendedores formales de Viña del Mar es el miedo y la inseguridad. Esta sensación ha ido creciendo cada vez más a través de los años. "Desde hace 6 años que estoy aquí, de lunes a viernes y se ve el cambio. No puede ser que tengamos temor, porque la gente desaparece, tú ves ahora no hay nadie", criticó una mujer que se desempeña en la Galería Carrusel.

"Es terrible el ambulantaje está cada vez más abundante, hay mucho más, antiguamente uno veía que la gente del comercio ambulante salía de repente por necesidad y era gente sencilla, humilde que tenía un buen trato. Ahora el problema de los nuevos ambulantes es que son de mal lenguaje, mal comportamiento, ocupan toda la calle, cuándo las calles de la ciudad son de todos nosotros", asegura la dueña de la tabaquería.

Este miedo, al parecer, también se ha trasladado a los transeúntes y potenciales clientes de la calle Valparaíso, quienes han dejado de transitar por el centro cuando se esconde el sol. "Se está perdiendo todo el público del centro, los locales se están yendo, se están cerrando. Mira ahora no hay nadie", lamentó la locataria de la tienda de dulces.

A las 19 horas, cuando los locatarios están bajando sus rejas, los ambulantes ordenan sus productos, doblan sus sábanas, guardan todos sus productos y se van del centro para descansar y prepararse para repetir esta rutina al día siguiente.