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¿Qué recordamos el 1 de mayo?

En 1886 cinco líderes sindicales de Chicago fueron condenados a muerte, por eso conmemoramos esta fecha. Sin embargo, un lustro más tarde 18 dirigentes obreros de las salitreras eran fusilados en la Pampa nortina y nadie los recuerda.
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Por Juan Guillermo Prado

Mañana conmemoraremos el Día del Trabajo, establecido en el Código del Trabajo, dictado el año 1931. Sin embargo, el origen de esta festividad no tiene relación con algún evento acaecido en Chile. Recuerda una matanza ocurrida en Chicago, Estados Unidos, en 1886, cuando los trabajadores tenían jornadas de 12 a 18 horas. Ellos realizaron concentraciones en las grandes ciudades reclamando: "Ocho horas de trabajo, ocho horas de descanso y ocho horas de ocio".

Una explosión mató a siete miembros de la policía y las fuerzas de seguridad asesinaron a ocho manifestantes. Algunos líderes fueron detenidos como responsables del estallido; cinco de ellos fueron condenados a la horca y tres a prisión. Son denominados como los "mártires de Chicago". Entre los condenados a la pena capital había un tipógrafo, un carpintero y tres periodistas.

Una Matanza en Huara

Cinco años más tarde, en la localidad de Huara, en pleno desierto de Atacama, el 14 de febrero de 1891, durante el gobierno de José Manuel Balmaceda, se enfrentaron nueve mil trabajadores del salitre con las fuerzas gubernamentales. Media hora duró este combate desigual, cobarde e inhumano. Los huelguistas se enfrentaron a los militares, resultando más de cien muertos y casi 200 heridos entre los obreros salitreros.

Las fuerzas gubernamentales tomaron unos 1.600 prisioneros. Entre ellos algunos de los líderes obreros.

El mayor Martín Larraín, jefe de los militares, obligó a los detenidos que delataran a los cabecillas del movimiento. Fueron acusados 18 de ellos. Se formó un Consejo de Guerra que determinó fueran condenados a muerte. En el silencio de la Pampa nortina se escucharon los disparos que cegaron la vida de estos desconocidos trabajadores del salitre.

No fueron los únicos que murieron en esa negra jornada. También fue fusilado un niño que imploraba clemencia para su padre, quien era uno de los dirigentes. Sin embargo, nadie los recuerda. Están enterrados quizás dónde en el desierto.

La historia del movimiento obrero en nuestro país está marcada por diversas matanzas. La mayoría de ellas ocurrieron en el extremo norte. En 1906, en la plaza Colón de Antofagasta, fueron masacrados un número indeterminado de obreros en huelga; al año siguiente sucedió la matanza de la Escuela Santa María; en 1920 ocurrió el asalto e incendio de la sede de la Federación Obrera de Magallanes, con unos treinta muertos; durante el primer gobierno de Arturo Alessandri sucedieron dos enfrentamientos entre el Ejército y obreros de las oficinas salitreras San Gregorio, en 1921, de la provincia de Antofagasta, con 200 muertos, y en 1925 en La Coruña, provincia de Tarapacá, con unas dos mil víctimas fatales. La trágica lista es larga y se extiende hasta el gobierno militar.

conmemoración

Para saber más de esta ominosa realidad conversamos con Ernesto Moreno Beauchemin, doctor en sociología de la Universidad de Heidelberg en Alemania y autor del libro "Historia del movimiento sindical chileno: una visión cristiana".

-El 1 de mayo conmemora a los mártires de Chicago, de 1886. ¿No habrá una fecha más adecuada para los trabajadores chilenos?

-Si hubiese que fijar una fecha para los trabajadores chilenos, y no por recordar lo negativo y las tragedias, sino por un merecido homenaje a las víctimas chilenas y extranjeros que lucharon por causas tan nobles y justas, dando la vida por ello y, lo que es aún más simbólico, junto a sus mujeres e hijos, sin duda el 21 de diciembre de 1907, fecha de la matanza brutal de más de dos mil seres humanos en la escuela Santa María de Iquique, me parecería una fecha adecuada.

-¿Cuándo surgen las primeras organizaciones de trabajadores en Chile?

-Las primeras organizaciones de los trabajadores, al igual que ocurrió en diferentes partes del mundo, emergen en estrecha relación con las primeras reivindicaciones y manifestaciones de la clase trabajadora que lucha por alcanzar situaciones de vida y laborales más humanas. Todo ello en medio y a propósito de la llamada cuestión social, que por cierto también se manifiesta en nuestro país en torno a la actividad salitrera y los puertos. En las primeras décadas del siglo XX se observa un período de cierta prosperidad económica que beneficia básicamente a los estratos más acomodados, mientras el nuevo sector proletario vive en condiciones infrahumanas. En los años 1918 y 1919 tienen lugar las "marchas de hambre". Los trabajadores no solo pasan a formar parte de una subcultura nacional, sino que tipifican una situación social de agudas tensiones que será el germen de una secuencia de nuevas organizaciones que son el artesanado, las mutuales, las sociedades de resistencia, las mancomunales y la posterior creación de la primera central sindical, la Federación Obrera de Chile en 1909. Detrás del nacimiento y desarrollo de estas diferentes organizaciones se encuentran sacerdotes, laicos comprometidos con la doctrina social de la iglesia, partidos políticos (por ejemplo, el partido Demócrata y el partido Obrero Socialista fundado en Iquique por Luis Emilio Recabarren en 1912), la Internacional Socialista juega un rol en una segunda etapa de la Federación Obrera de Chile y destacados dirigentes y líderes sobre todo de la metalurgia, ferroviarios y tipógrafos.

-Históricamente, ¿cuál ha sido el dirigente más significativo en la historia sindical chilena?

-Esta es una pregunta muy difícil de responder y, por cierto, uno siempre está expuesto a injustas omisiones. Tiendo a pensar que, más allá de la pléyade de dirigentes y líderes que jugaron un importantísimo rol en la historia sindical chilena, son siempre los cientos y miles de trabajadores y héroes anónimos que lucharon, padecieron y murieron por obtener mayor justicia y mejores condiciones de vida para sus pares los que uno quisiera siempre recordar y homenajear.

-Finalmente, ¿por qué la actividad sindical en el país tiene cada vez menos peso?

-El tema da para un tratamiento más detenido pero, en aras del tiempo, me parece que hay dos factores que influirían de manera no menor en ello. Durante los gobiernos democráticos, la impronta neoliberal, que instala una asimetría entre capital y trabajo en favor del primero, queda intacta. Los nudos gordianos de la Constitución del '80 y el Plan Laboral de José Piñera no logran destrabarse. Hay un destacable esfuerzo de cambio en el segundo gobierno de Michelle Bachelet, pero este intento no solo enfrenta obstáculos con el empresariado y la derecha política, sino con la propia coalición que "la apoya", la Nueva Mayoría. Cualquier avance o cambio en los derechos laborales y colectivos de los trabajadores es concebido o asociado como un obstáculo y distorsión para el crecimiento económico. El segundo factor es que el individualismo que ha infiltrado a la sociedad chilena ha instalado la consigna de que "cada uno debe rascarse con sus propias uñas", lo que es exactamente la antítesis del sentido de solidaridad y comunitario que debe subyacer a toda organización que lucha por objetivos comunes. Esto se ha visto reforzado por algunas muy malas prácticas sindicales en organizaciones que deberían dar el ejemplo ante los trabajadores.