Libro escarba entre las pilchas de ropa usada
Escritor viñamarino Diego Armijo lanza "Ropa", su nueva novela, que aborda el mundo de la venta de artículos de segunda mano en la feria Caupolicán.
Una imagen, "la de un cabro cargando en su espalda un enorme bolso matutero para subirlo a un camión", inspiró a Diego Armijo a escribir "Ropa", su tercer libro, editado recientemente por el sello Libros del Cardo.
La experiencia propia de haber asistido desde chico a la feria libre Caupolicán, en Gómez Carreño, donde su abuela tenía un puesto de ropa usada, fue el ingrediente extra para escribir esta original novela, que aborda las vivencias de un joven que trabaja como ayudante en un puesto de vestuario de segunda mano en dicha feria.
El libro muestra la dinámica de la venta de ropa usada en esa y otras ferias libres, pero también describe la precariedad material y emocional de personas que subsisten de estos pequeños oficios, lidiando con un trabajo rudo, la salud quebrantada, el hambre y la carencia de una vivienda digna. Todo esto en un estilo narrativo que bordea lo experimental, replicando de alguna manera ese desorden del "paño" de venta en la feria.
"Ropa" será presentada este viernes 6 de mayo, a las 18.00 horas, en Balmaceda Arte Joven (Santa Isabel 739, cerro Alegre), con la participación de Hugo Herrera, profesor de literatura de la PUCV, y Teodora Inostroza, escritora.
Un espacio vivo
-¿Qué te inspiró a escribir sobre el oficio de vendedor de ropa usada y el contexto de una feria libre?
-Mi abuela Melania Barría tiene un puesto en la feria Caupolicán, al que fui desde chico. Mirando y escuchando a los vendedores, como también vendiendo ropa usada, siempre me interesaron las dinámicas que se armaban. Tanto las señoras Meche, María, Ruth y Charo, que venden en sus puestos, como los cabros que le trabajan a puestos más grandes. Pero una imagen, sobre todo, la de un cabro cargando en su espalda un enorme bolso matutero para subirlo a un camión.
-¿Cuál es la influencia del territorio en tu trabajo literario?
-Busco formas de representar lugares que he visto siempre, pero que ni por asomo aparecen en otros libros. La feria es uno de estos lugares, un espacio vivo. Fui uno más de los que trabajó allí, que pudo meterse en el movimiento del comercio. Me interesa que la feria, como también otros lugares que recorre el vendedor protagonista, puedan ser descritos tal y como este los vive. De ahí cierto desorden, oralidad y constante oferta de ropa usada. También creo que es importante hacer valer el trabajo y esfuerzo de la gente que vende, por aquí "en la feria todos comen", por lo que hay que respetarse unos a otros.
-El libro está estructurado sobre conceptos relacionados con la ropa: pilchas, hilachas, etiquetas. ¿Qué representa cada uno de estos conceptos en el contexto de la novela?
-Me gusta pensar este libro como una de esas pilas de ropa que, sobre un paño en el piso, son ofrecidas en oferta. Esa es la historia principal, las pilchas son cuentos dejados de lado, las hilachas cahuines anexos a la historia y la etiqueta una especie de resumen con instrucciones del relato.
-Tu estilo narrativo es poco convencional, desde el ritmo, la construcción gramatical e incluso la estructura del texto. ¿A qué se debe esta elección estilística?
-Lo primero es encontrarle un ritmo al lugar que se representa. La feria tiene un orden desordenado, puestos establecidos y el movimiento de la gente, los gritos y cordeles entrelazados, los paños tirados en cualquier espacio libre. Eso se expresa en un estilo oral, que busca formas nuevas de representar este espacio, ajustándose a él. De ahí que el relato se interrumpa, se juegue con cierta indiscreción gramática y por, sobre todo, que la ropa sea protagonista mediante todas sus costuras. Es una decisión también, como desafío lector, pues no todo puede ser tan amable y claro si se escribe de gente que se levanta a las cinco para armar un puesto en la oscuridad.