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15 años sin Madeleine

El caso ha sido investigado de forma paralela por las autoridades portuguesas y británicas, y la palabra "descoordinación" ha sido una constante.
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Agencia Efe

Quince años después de que la niña Madeleine Mccann fuese vista por última vez en el sur de Portugal, en el país luso continúan las críticas sobre la investigación y la labor d ñ, m n e las autoridades y surgen dudas sobre si el final del misterio está más cerca con la designación de un sospechoso.

Maddie, como se conocía a la pequeña británica, se esfumó el 3 de mayo de 2007 del apartamento que su familia había alquilado en un complejo turístico de Praia da Luz, en el Algarve luso, cuando contaba con tres años de edad.

Esa noche dio paso al caso más mediático que se conoce hasta la fecha sobre una desaparición de menores, que 15 años después sigue sin resolverse y continúa suscitando críticas sobre cómo se desarrolló la investigación.

DIFICULTADES PARA INVESTIGAR

"Este caso se hizo demasiado mediático para que se consiguiese hacer una investigación objetiva", señala a EFE uno de los periodistas portugueses que siguieron el caso más de cerca, João Mira Godinho.

Las presiones de la prensa, así como a nivel diplomático y del Gobierno inglés, cuenta Godinho, acabaron "comprometiendo" el trabajo de la Policía Judicial portuguesa, que quedó a cargo de la investigación tras una primera aproximación de la Guardia Nacional Republicana (GNR), una fuerza no dirigida a este tipo de delitos.

"Pero nunca se pensó que esta situación pudiera evolucionar hacia donde evolucionó", defiende.

El criminólogo Hugo Pinto Fangueiro explica a EFE que la investigación "fue un fracaso desde el principio" y no se tuvo en consideración la parte científica, pero también apunta a presiones políticas.

"En los primeros cinco días, que era cuando había que investigar de forma más seria, Portugal tenía que dar constantemente la información a la Policía inglesa, que a su vez estaba representada por algunos gobernantes", recuerda.

El caso ha sido investigado de forma paralela por las autoridades portuguesas y británicas, y la palabra "descoordinación" ha sido una constante en estos años.

"Debería haber existido más cooperación y menos competición, porque parecía que la Policía portuguesa iba por un lado y la inglesa por otro", afirma el periodista Godinho.

UN SOSPECHOSO EN EL PUNTO DE MIRA

Tras varias líneas de investigación, teorías y sospechosos a lo largo de quince años, el caso se centra ahora en un preso alemán de 45 años, Christian Brueckner, que tiene a sus espaldas un amplio historial de delitos, incluidos abusos sexuales.

El sospechoso vivió entre 1995 y 2007 en el Algarve y estuvo cerca del complejo de apartamentos la noche que Maddie se esfumó, según datos de su teléfono móvil.

La Justicia lusa acaba de designarlo "arguido", una figura portuguesa que se usa para los sospechosos formales sobre los que recaen fuertes indicios, previa a la acusación.

¿Está el fin del misterio más cerca? No todos lo tienen claro.

"Temo que no", opina el criminólogo, que recuerda que la Justicia alemana ya dijo que tenía pruebas materiales contra Brueckner en 2020 y aun así se ha tardado dos años en designarlo oficialmente sospechoso.

"Están forzando la investigación un poco más para tener un margen de maniobra mayor", considera Fangueiro.

El pasado martes, 15 años después de la desaparición, un posible delito de homicidio de la niña habría prescrito en Portugal, pero la Justicia lo ha evitado al designar como "sospechoso" a Brueckner, y tendrá más tiempo para investigar.

"Como existe un sospechoso, creo que las autoridades portuguesas quisieron ser precavidas y constituirlo como 'arguido'", explica el periodista Godinho.

El propio abogado de Brueckner, el alemán Friedrich Fülscher, dijo a la prensa alemana que sospechaba que el paso dado por las autoridades lusas era una "artimaña procesal" para evitar la prescripción del delito.

Viña del Mar y sus barrios

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En la tarde noche de uno de esos domingos tranquilos pasé por el destruido e incendiado club social Cosmopolita, de 1906, fundado por los mutualistas, entre Batuco y Peñablanca, por calle Arlegui.

Otra vez asistimos al derrumbe de un centro social de la comunidad viñamarina frente a un nuevo edificio que se construye.

En el Cosmopolita se respiraba el pasado industrial de la ciudad. La Crav, la antigua refinería de azúcar, fue la empresa más importante de aquella ciudad antes industrial. A veces los antiguos parroquianos de la población Riesco recordaban la empresa como un lugar de trabajo y de sociabilidad.

El mutualismo tiene como objeto la reunión de un grupo de ciudadanos para fundar sociedad de socorros mutuos, con el fin de ayudarse entre sus afiliados, con entrega de medios y asistencias para el mejoramiento intelectual, físico y moral de sus asociados.

Antes de su incendio, según datos recogidos del libro "Memorias del barrio fundacional de Viña del Mar" (2022), la sociedad mantenía aproximadamente 65 socios activos.

El Cosmopolita, del tiempo que lo conocí, servía comida típica chilena; su especialidad era el costillar con puré picante y el conejo en escabeche. Además era un centro de la familia de ese sector.

En alguna ocasión vi a unos abuelos bailar boleros como si estuviese viendo un film de Fellini. Sitios así casi no existen en la ciudad. En esos clubes sociales el tiempo es otro, y cálido, como una casa abrigada, de misterio y pertenencia. Qué extraño que últimamente se quemen estos centros de encuentro. Me dicen que también se incendió un negocio típico de empanadas al lado del rodoviario.

La historia de las ciudades tiene su correlación también con su presente. Tradicionalmente lo historiográfico analiza más lo universal que lo particular, para dar cuenta de las ideas. Surge, entonces, la necesidad de los historiadores cuyas corrientes de pensamiento pongan el foco de atención en la territorialidad local, en el uso de las costumbres y la sociabilidad de los barrios para analizar esas relaciones diversas, ya sea en los ámbitos del trabajo, la entretención, la oralidad o las festividades.

La ciudad es una construcción permanente, entre el ayer y el hoy, entre lo que está por hacerse y lo que está detrás de toda idea de convivencia. Lo que intenta el compilado de artículos de historias locales de Viña del Mar es eso. La célula de la conformación básica de la ciudad son los barrios como instancia de cohesión social y emotividad que da expresión a una ciudad.

La oralidad de sus habitantes es importante a la hora del testimonio como fuente primaria, donde se transforman los recuerdos participativos en texto. El reconocimiento de esa oralidad se da en la instancia con los otros, en el diálogo y el reconocimiento.

Estos estudios orales en Viña del Mar permiten mostrar ciudadanía desde lo fundacional en la otra vereda, desde la perspectiva del ciudadano común y no exclusivamente desde las grandes familias oligárquicas. Lo popular en nuestra ciudad tiene su narrativa industrial y obrera. La industria y la ciudad viñamarina, en un habitar donde convivía el paraíso y el conflicto.

El libro de los barrios históricos viñamarinos dice mucho, pero también se necesita más análisis tensionados, provocadores, que movilicen el despertar de la discusión. Me refiero a la contemporaneidad de la segregación poblacional, el problema de la conectividad del uso del transporte público, el déficit habitacional, los nuevos y viejos poblamientos de los cerros, la contaminación ambiental. Son varios dilemas que enfrentan todas las ciudades del mundo.


Por Felipe Acuña Lang, escritor