Protagonista en la historia de Recreo cumple hoy un siglo en el barrio
Kiko Rosso Caprile celebra 100 años, siglo en que ha visto el desarrollo de su comunidad. Alaba avances pero extraña los espacios naturales.
Kiko Rosso Caprile acaba de dejar dos queques en el horno. Una tradición que cumple semanalmente y que le heredó su esposa y madre de sus 3 hijos, Olga Morgado Carmona y que Kiko, como cariñosamente lo llaman sus parientes y amigos, tomó cuando su compañera por más de 50 años partió de este mundo.
Aunque no los aparenta para nada, don Alberico, su nombre de inscripción, llega hoy a los 100 años, con varias historias a cuesta y en el palco privilegiado de haber visto convertirse el barrio en unos de los sectores más tradicionales de la comuna de Viña del Mar.
Junto al mayor de sus hijos y la mayor de sus nietas, Kiko comparte sus impresiones en torno a cómo Recreo, uno de los barrios más antiguos y tradicionales de la Ciudad Jardín, se convirtió en uno de los sectores más apetecidos para vivir.
Y es que Recreo se transformó a fines del siglo XIX en uno de los primeros barrios en recibir la oleada migratoria del puerto a Viña del Mar.
Según recuerda este testigo y protagonista de la historia, las calles eran todas de tierra y subir por la calle El Sauce, a un costado del Liceo Industrial, era una odisea, en especial en día de lluvia.
"Eso era todo de tierra. Cuando llovía, no podíamos subir, quedábamos pegados. El camión que había para la fábrica tenía que tener cadenas para llegar arriba", recuerda.
La fábrica a que hace alusión este hijo de inmigrantes italianos, es la de fideos Rosso Hermanos y Compañía Limitada, cuyas instalaciones estuvieron hasta el año 1965 en Manuel Rodriguez 1725, justo al frente de la Plaza de Recreo.
El negocio familiar, iniciado en sociedad por su padre y uno de sus hermanos -su tío Pedro Rosso- a fines de 1800, fue cambiando conforme los hermanos fueron asumiendo otras responsabilidades, quedando finalmente el negocio en manos de los herederos Rosso Caprile.
Hacia 1965 la fábrica dejó de funcionar. Se vendieron las máquinas, una parte se convirtió en supermercado y otra en bodegas. Kiko se dedicó al transporte y en este rubro se mantuvo hasta hace solo unos años.
Este viñamarino se toma con humor haber llegado a los 100 años y dice que no es algo que una persona se proponga, sólo pasa, afirma.
Sus raíces en Recreo son profundas. Aquí aprendió a caminar, precisa y desarrolló su vida comercial y familiar.
Cuenta con orgullo la iniciativa de su padre de comprar un predio donde trabajadores de la fábrica pudieronconstruir sus casas: la actual Población Rosso entre los cerros Esperanza y Recreo.
Si bien alaba la evolución y modernidad del barrio, las mejoras que ha traído la urbanización, sí le provoca nostalgia que hayan desaparecido espacios naturales donde era posible ir de paseo y disfrutar de la vida al aire libre.