Millones de turistas visitan cada año Grecia para ver la Acrópolis, Olimpia o Delfos, pero en un país con 9.000 islas y una posición estratégica que desde la antigüedad lo convirtió en un nodo entre Asia, Europa, y África, las historias que quedaron en el fondo del mar probablemente sean tan interesantes como las visibles en tierra.
Hasta ahora, estos relatos que hablan de naufragios bizantinos y romanos hasta buques de guerra y aviones hundidos durante la Primera y la Segunda Guerra Mundial estaban ocultos a los ojos del público debido a las severas restricciones al submarinismo.
Hace dos años abrió el primer museo submarino junto a la isla de Alónissos, y ahora se suman a él otros tres no muy lejos, en el golfo Pagasético, cerca del pueblo de Amaliápolis.
Estos cuatro museos subacuáticos albergan todavía tesoros arqueológicos y por ello solo se pueden explorar en visitas guiadas por buzos profesionales.
A estos museos se añaden ahora otros 11 naufragios más recientes, entre los cuales se encuentran dos transatlánticos que se hundieron cerca de la isla de Kea, tan solo a unos kilómetros de Atenas, que pueden visitarse libremente con tan solo anunciarlo mediante correo electrónico al ministerio griego de Cultura y a las autoridades portuarias correspondientes.
En el de Alónissos, el visitante se sumerge unos 25 metros bajo la superficie del agua para toparse con el naufragio de Peristera, donde yacen los restos de uno de los barcos más grandes del siglo V a.C jamás encontrado, que ofrece un escenario magnífico: miles de ánforas han formado literalmente pequeños montes en el suelo marino, convertidas en hogar de esponjas de mar y peces.
El gran barco comercial, que probablemente pertenecía a un comerciante ateniense, llevaba alrededor de 3.000 ánforas llenas de los famosos vinos de Mendi (una ciudad de la península de Calcídica, en el norte de Grecia) y Peparithos (la actual isla de Skopelos). Al parecer entró en una tormenta mientras navegaba cerca de la costa de Alónissos, donde se hundió entre el 425 y el 420 a. C.
A tan solo unos kilómetros al oeste de las islas Espóradas, ya en Grecia continental, se encuentra el pueblo de Amaliápolis, en cuyas aguas adyacentes se produjeron durante la antigüedad por lo menos otros dos naufragios, de un barco romano, y uno bizantino, que se pueden visitar.