Encontrando ese lugar silencioso dentro de ti
Vislumbré la maravilla de la naturaleza, así como la importancia de su conservación, durante una visita a la selva amazónica del Ecuador. En el Amazonas es difícil no sentirse inmerso en la naturaleza que explota a nuestro alrededor. Pero en el cotidiano andar de nuestras vidas, se nos hace fácil hacer lo contrario: dejarnos atrapar por la vida urbana, la cultura, la familia y las obligaciones laborales.
Y sin embargo, es ese mismo mundo el que posee una profunda sabiduría capaz de aliviar todo estrés, si nos damos la oportunidad de oírlo. Y cuando por fin escuchamos, cuando miramos con cuidado, descubrimos que, incluso en una hilera de árboles en el bulevar de una ciudad, la naturaleza se preña de vida.
Pasar tiempo en la naturaleza es importante y para aquellos que viven en centros urbanos ajetreados, el dejar una tarde de cada semana para ello es una buena forma de mantener el contacto con las cualidades revitalizantes del mundo natural. Encuentra un lugar retirado en un parque o en una arboleda y siéntate en silencio, escuchando. Escucha los sonidos de la naturaleza, siente el sol jugando suavemente en tu mejilla... y respira profundo.
Cierra tus ojos y escúchate a ti mismo, a tus propios pensamientos llevándote para acá y para allá, como las ramas de los árboles meciéndose en el viento. Encuentra la raíz de tu ser, que te permite, como a esos mismos árboles, fluir con el viento y a la vez permanecer fuerte dentro de ti mismo. De la misma manera, permite a tus pensamientos ir y venir mientras continúas anclado en tu ser. Escucha tu propia presencia. Siente la ráfaga de vida recorriendo tu cuerpo; siente los latidos de tu corazón y el ritmo de tu respiración. Siente la brisa en tu piel, y la suave caricia de tu ropa.
Cuando hayas encontrado ese lugar quieto y silencioso dentro de ti, abre tus ojos, buscando mantener la conexión con tu raíz interior. Al hacerlo, un destello de información sensorial lleva nuestra atención hacia afuera, mas nuestra tarea es desarrollar la capacidad de mantener la conciencia de nuestro ser interior en medio del mundo. Al abrir tus ojos, busca sostener tu conexión interna.
Aprende a ser testigo del mundo sensorial, lo cual incluye tu propio cuerpo, desde un espacio de conciencia pura. Mira hacia el horizonte, observa la luz jugando en los árboles, los pájaros retozando y danzando en el cielo, manteniéndote anclado internamente. No permitas que nada te quite la atención de tu propio ser.
Esta es tu responsabilidad principal en la vida: hacerte cargo de tu propio estado interior en lugar de someterte a cada capricho del mundo movedizo que te rodea.
La manera más fácil de desarrollar esta capacidad, al menos al principio, es observando la naturaleza. El mundo natural simplemente es. No tiene expectativas y no lucha por una meta a futuro, nos recuerda lo que es vivir, a diferencia de esperar que la vida llegue. La naturaleza no tiene tiempo que perder, no por impaciente, sino simplemente, porque está absorta en la tarea de vivir.