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Museo Baburizza celebra 10 años tras su esperada reapertura

Durante 15 años permaneció cerrado, debido al calamitoso estado del inmueble patrimonial. Mientras su colección era prolijamente restaurada, en 2010 se iniciaron los trabajos para recuperarlo y darle nuevos bríos.
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Marcela Küpfer C.

Tres momentos marcan la historia más reciente del Museo Municipal de Bellas Artes de Valparaíso. 1971: la municipalidad porteña adquiere la casona ubicada en el entonces llamado Paseo Yugoslavo a los descendientes del inmigrante croata Pascual Baburizza para instalar allí el museo. 1997: 25 años después, el museo se ve obligado a cerrar sus puertas por el mal estado del inmueble, que amenazaba no solo la integridad del edificio -declarado Monumento Nacional en 1979- sino que también de la invaluable colección pictórica. 2012: luego de quince años cerrado, y tras un proceso de restauración que tomó dos años, el palacio Baburizza reabre sus puertas convertido en el principal museo de la región y uno de los más importantes del país.

Diez años han pasado de este último hito y este mes el Baburizza se apresta a celebrar los diez años de su reapertura con una gran exposición traída por la Pinacoteca de la Universidad de Concepción (ver recuadro).

Entre estos tres hitos, mucha agua ha pasado bajo el puente y testigo de ello ha sido Rafael Torres, actuar director del museo y director ejecutivo de la Corporación Municipal Cultural Museo de Bellas Artes de Valparaíso, quien es, hasta ahora, el único director que ha tenido el museo en esta nueva etapa. "Para mí es un gran desafío y una responsabilidad enorme reemplazar a gente como Augusto d'Halmar, quien fue director del museo, o Camilo Mori, que fue curador, entre tantos otros grandes nombres", señala Torres.

Desde su reapertura el 26 de septiembre de 2012, el museo Baburizza ha recibido alrededor de 800 mil visitas, una cifra nada despreciable, considerando que estuvo 240 días cerrado producto de la pandemia.

DOLOROSa decisión

En 1997, el curador del Museo de Bellas Artes de Valparaíso era el destacado crítico de arte Carlos Lastarria Hermosilla, el más fiel custodio y conocedor de su colección de pintura, integrada por más de 400 obras de arte europeo y chileno. Fue él quien debió ejecutar una dura pero necesaria decisión, adoptada por la administración municipal de la época, encabezada por el exalcalde Hernán Pinto: cerrar el museo debido a su mal estado.

En términos simples, el palacio -construido en 1916- se llovía copiosamente, las termitas habían causado estragos en su arquitectura y el deterioro era creciente.

"Fue una dolorosa y brutal decisión de cerrarlo, sobre todo porque no había una aspiración de restauración", cuenta Rafael Torres. En efecto, pasaron largos años sin que hubiera un proyecto claro para la recuperación del edificio. La colección, gracias a las gestiones y el impulso del propio Lastarria, fue sacada del recinto para evitar mayores daños y trasladada a una bodega temporal en calle Serrano.

Recién durante la administración del exalcalde Aldo Cornejo se iniciaron conversaciones para reabrir el museo, particularmente con la Corporación del Patrimonio Cultural y la familia Luksic, pero estas no llegaron a buen puerto.

"El proyecto con la familia Luksic se cae principalmente porque la municipalidad no busca un buen entendimiento, pero el 2009 empieza a esbozarse el proyecto de restauración en el marco del PRDUV (Programa de Recuperación y Desarrollo Urbano de Valparaíso), a través de este fondo que era con el préstamo del BID, y en el 2010 las autoridades lo priorizan como la última obra a ejecutar dentro de este programa", explica Torres.

La restauración, que tomó dos años y costó unos dos mil millones de pesos, estuvo a cargo del arquitecto Mario Pérez de Arce, con la asesoría historiográfica de Isabel Cruz. "Ellos diseñan el proyecto de restauración que, junto con recuperar toda la casa, le incorpora una zona nueva bajo el paseo, que considera un auditorio, una sala para muestras temporales y una sala de eventos", detalla el director del museo.

La casona -diseñada por los arquitectos italianos Arnaldo Barison y Renato Schiavon para la familia Zanelli- se conservó casi íntegra. Solo se hicieron algunos ajustes de tabiquería para facilitar el circuito y se construyó un puente vidriado que une internamente los dos espacios principales que componen la construcción. Asimismo, las que eran dependencias de servicios se convirtieron en tienda y cafetería. El cambio más importante fue la eliminación de un kiosco ubicado en el jardín para construir el nuevo acceso al museo.

El terremoto de 2010 complicó y encareció el proyecto, pues el sismo agravó los daños en la estructura, pero finalmente las obras se llevaron a término y la obra fue inaugurada por el Presidente Sebastián Piñera en septiembre de 2012.

La colección

Para Rafael Torres, "lo único bueno que le ocurre al museo en esa infausta década en que estuvo cerrado y sin proyectos de recuperación fue que la familia Carroza Solar restauró la colección. Es un aporte que hacen en forma altruista para Valparaíso".

En efecto, uno de los procesos más importantes dentro del renacer del Museo de Bellas Artes de Valparaíso fue la conservación de su colección pictórica, llevada a cabo por el centro de restauración CREA.

Durante siete años, gran parte de las pinturas del Baburizza fueron analizadas, restauradas y catalogadas en CREA, para luego ser trasladadas al Senado, que firmó un comodato con la municipalidad para custodiar y exhibir las obras a la espera de la reapertura del museo.

Artífice de esta titánica tarea fue Macarena Carroza, historiadora del arte y actual directora ejecutiva de la Corporación Municipal del Patrimonio de Valparaíso. "Fueron 245 pinturas en total, nos demoramos siete años en distintas etapas", recuerda hoy la profesional, quien reconoce que fue difícil lidiar con la burocracia y los obstáculos de la administración municipal en el momento.

"Sabíamos que esa colección estaba arrumbada en depósitos municipales. Entonces fuimos a hablar con el alcalde Pinto y le dijimos que nos ofrecíamos a gestionar el proyecto y restaurarla (...) Después de un tiempo nos dijo que sí y empezó un camino que no estuvo exento de dificultades. Se iban a levantar recursos pero finalmente no se hizo y tuvimos que asumirlo nosotros como empresa, no había la confianza de entregar plata para el museo pero nosotros sí teníamos la convicción de que si la colección estaba restaurada, iba a generar mayor presión y así fue", reconoce Carroza.

"El estado general era muy malo, porque las obras estaban arrumbadas en un espacio en muy malas condiciones, con mucha humedad. Primero hubo que aclimatarla antes de poder sacarla de sus embalajes. Había muchos problemas en los marcos, termitas, telas distendidas y oxidadas por el paso del tiempo", detalla Carroza.

Junto con restaurar las pinturas, se realizó un completo análisis que incluyó estudiarlas con luz infrarroja, lo que permite mirar bajo la capa pictórica. "CREA tiene una cámara que logra ver el dibujo preparatorio debajo del óleo y eso fue muy interesante, porque hay muchas obras que tienen un arrepentimiento de artista. Había otras obras que tenían doble faz, y al sacar el reverso nos dimos cuenta de que había otra pintura en el reverso. También se expertizaron todas las obras y descubrimos cosas muy valiosas", relata Carroza, poniendo como ejemplo un lienzo de la playa de Trouville, del francés Eugène Boudin, cuyas otras versiones se encuentran en importantes museos de Europa.

Nuevos tiempos

Rafael Torres señala que uno de los desafíos del museo, en esta nueva etapa, ha sido volverse un espacio más inclusivo, como ocurre en todos los museos del mundo. "Comenzamos tímidamente el 2017, casi por casuística, por los comentarios de los usuarios, pero la inclusión es hoy parte de nuestro plan quinquenal, junto con la diversidad y la equidad de género", explica.

Para ello, el museo ha hecho adaptaciones importantes, como contar con un recorrido para personas ciegas que incluye prototipos sensoriales (donde los visitantes pueden palpar la materialidad de las obras) y un podcast con un relato auditivo de tres minutos con la descripción técnica de la obra. Para las personas sordas, disponen de una tablet que se entrega al inicio el recorrido, donde se hace una visita guiada por la colección en lengua de señas. "Y estamos trabajando en un circuito para niños y niñas con TEA y síndrome de Down, y en primavera vamos a hacer un centro de práctica para adolescentes con Down", adelanta.

En materia de equidad, el museo creó su unidad de género y trabajan para hacerse cargo de la sobrerepresentación de artistas masculinos que hay en la colección, como parte de un sesgo histórico y cultural que, afortunadamente, ya comienza a quedar atrás. Actualmente, el museo está preparando una próxima publicación dedicada a las mujeres artistas de la colección (solo 11 entre 110) y recientemente inauguraron una sala dedicada a la artista Ana Cortés, primera mujer Premio Nacional de Arte.

¿Algún hito que destacar en estos diez años? Torres destaca dos: "La muestra 'Amor y deseo', con grabados de Pablo Picasso, no solo por el valor de las obras, sino porque nos hizo dar un paso en saber cómo trabajar internacionalmente una exposición, que fue visitada por más de 20 mil personas; y nuestra forma de reaccionar a la pandemia, a las dos o tres semanas de haber cerrado ya habíamos levantado nuestra primera exposición virtual y hoy llevamos 50 o 60".