Imaginario del roto chileno Presidente Sociedad de Folclor Chileno
Por Yvaín Eltit
El roto chileno ha obsesionado por décadas a los estudios académicos. El concepto proviene de romper, deriva de la voz latina "rumpere", que es quebrar, hacer pedazos.
La Real Academia Española (RAE) señala que existe un término coloquial para roto en Chile y México: "Persona mal educada, de modales groseros".
En el libro "Autorretrato de Chile", selección de Nicomedes Guzmán, editorial Zig-Zag (1957), el folclorólogo Oreste Plath, en su escrito "Epopeya del roto chileno" (página 133), indica: "El origen de la palabra roto es, para muchos, sinónimo de astroso, rotoso, parchado. Pero la procedencia del vocablo es muy distinta. Se sabe que se aplicó algunos años después de la Conquista, cuando los españoles viajaban al Perú casi sin vestimenta uniforme y los más vestidos iban extraña y estrafalariamente abigarrados, lo que hizo que se les denominara a estos viajeros 'rotos', en el sentido español de la palabra, que es ir de cualquier modo".
La zona central es el espacio predilecto de estos personajes, desde la Región de Valparaíso hasta Bío-Bío. El roto se asocia a actividades urbanas como la construcción, carnicería, comercio, jardinería, transporte. Visitó las chinganas (lugares de divertimento popular donde se bebía y comía, amenizados por música), bailando danzas como refalosa, seguidilla, gato, cuando, tonada, cañaveral, zamacueca, y desplomando la supremacía de la cueca.
A fines del siglo XIX se publicó la famosa "Lira popular", pliegos de poesía en décimas impresos y difundidos en Chile. Diversos autores escribieron "El roto chileno", abordando temas como "El asesino Cesáreo Santos. Fusilamiento del asesino del presidente de Francia", "Mal pago de Saúl. Generosidad de David", "Agravio de los cocheros" y "Los muertos y heridos en el tren expreso", entre otros.
Joaquín Edwards Bello, escritor porteño y Premio Nacional de Literatura, publica "El roto chileno", editorial Chilena (1920), una novela criollista de 246 páginas, donde relata cómo la clase obrera vivía en el ambiente bohemio de los prostíbulos en Estación Central.
Juan Rodríguez Rosas y Luis Sandoval publican "El libro de mi patria", once cantos escolares y trece poesías para la declamación, editado por Casa Amarilla (1929), donde se incluía una tonada llamada "El roto chileno".
En lo lingüístico, el dicho "nunca falta un roto para un descosido" alude a cuando una persona de poco mérito se ve desdeñada; en otros casos, refiere a la unión de dos personas. Por otro lado, "A roto, roto y medio" tiene que ver con el agravio que recibe alguien y se vengará.