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Chinganas, fondas y ramadas

En los inicios de nuestra patria, entre otros, O'Higgins y Portales trataron de prohibir estos espacios festivos de nuestro pueblo. Pero han superado todas las restricciones.
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Por Juan Guillermo Prado

Tras la Independencia, las autoridades no tenían claro qué día debía dedicarse para su conmemoración. El 5 de febrero de 1821, Bernardo O'Higgins dictó, con acuerdo del Senado, un reglamento para la celebración de la emancipación patria, en recuerdo de la batalla de Chacabuco.

Allí se determinó que entre los días 11 y 13 de febrero serían de fiesta cívica; que los hombres deberán llevar en el sombrero la escarapela tricolor; que el día 11, a las cinco y media de la mañana, una salva de artillería y un repique general de campanas anunciarían al pueblo que comenzaban los tres días de fiesta cívica, tras lo cual se izaría el pabellón patrio en todas las casas y oficinas, adornándose las calles con arcos triunfales. A ello se sumaban el Te Deum, la clásica parada y diversos actos que concluían el día 13 con la reunión en el Palacio de Gobierno del Director Supremo y los miembros del Senado para otorgar honores y galardones a personas destacadas.

En los pueblos la regulación era más simple y consistía en repiques de campanas y salvas de artillería, cuando hubiera regimientos en el lugar.

Más tarde, un decreto firmado por Ramón Freire, Director Supremo, en 1823, señaló que las fiestas nacionales serían el 12 de febrero, por la batalla de Chacabuco; el 5 de abril, por la batalla de Maipú; y el 18 de septiembre, por la Primera Junta de Gobierno.

En estas celebraciones no faltaban el vino; bailes como el minuet, la gavota, el vals y la cuadrilla, en los sectores aristocráticos; y en el pueblo era popular la zamba. Más tarde se introdujo la zamacueca que se transformó en la cueca, nuestra danza nacional.

Al respecto, el polaco Ignacio Domeyko escribió: "El más favorito de todos los bailes [...] es la zamacueca [...]. Es difícil dar al lector una idea exacta de todas las emociones de los danzantes, que expresan el sentido del baile con gestos, con miradas, con sonrisas. Todo el mundo se entusiasma, el canto se hace más expresivo, los jóvenes rodean a los que bailan palmoteando el ritmo, todos parecen esperar el desenlace, cuando el baile concluye en el momento menos esperado, en medio de aplausos y sinceros elogios de los circundantes". Eran tiempos en que existían tres espacios para que el pueblo se divirtiera: ramadas, fondas y chinganas.

La Mirada de Andrés Bello

O'Higgins en 1818 quiso prohibir ramadas y fondas en tiempos de Navidad y en 1836 el ministro Portales las proscribió en cualquier época del año, señalando que eran "un aliciente poderoso a ciertas clases del pueblo, para que se entreguen a los vicios más torpes y a los desórdenes más escandalosos y perjudiciales". Pero él no dejó de asistir a las chinganas, tabernas populares que en la época estaban en La Chimba, al norte del río Mapocho.

Una opinión contraria tuvo Andrés Bello. En las páginas de El Araucano escribió: "¿Cuál puede ser el atractivo que ofrezcan las chinganas para la primera clase de la población de Santiago? ¿Se ha prostituido a tal extremo el gusto de la juventud, el de las señoras y el de los hombres en general, que no asistan al teatro para buscar su diversión en esos lugares destinados a la desenvoltura de las maneras soeces de la plebe?".

En 1832 una nueva norma legal señaló que las fiestas nacionales serían el 12 de febrero y 18 de septiembre. Finalmente, Diego Portales promulgó, el 8 de febrero de 1837, un decreto que estipuló que la celebración del 12 de febrero se reduciría solo a una salva de 21 cañonazos en las plazas y pueblos donde hubiere regimientos de artillería y repique general de campanas a las doce del día.

En las casas se ordenaba izar el pabellón patrio y las calles debían permanecer iluminadas durante toda la noche. O'Higgins estaba en el exilio y las batallas de Chacabuco y Maipú eran solo un recuerdo.

Sobre este tema entrevistamos a Juan Estanislao Pérez, académico universitario, quien el año 2006 fue nombrado Ciudadano Ilustre de Valparaíso y actualmente es director del Instituto de Estudios de Cultura Tradicional Chilena, con sede en Viña del Mar, quien se refiere a los inicios de las fiestas patrias en Valparaíso: "Ya por 1850 comenzó la celebración en el puerto, con chinganas, ramadas y otros puestos con músicos y cantantes principalmente mujeres con guitarras y arpas; la aparición de los hombres cantantes es posterior. Al igual que hoy, tanto en chinganas, fondas como ramadas, se ofrecía comidas y bebidas a la chilena, y por supuesto, que el repertorio de bailes y cantos ha variado con el tiempo. En Valparaíso se celebraba especialmente en el sector del Almendral y un 18 de septiembre de 1856 se inauguró el primer sistema de alumbrado público, con 700 faroles alumbrados con gas".

-El año 1989 se declaró el día 17 de septiembre como Día Nacional de la Cueca, ¿cuántos tipos de cueca existen en Chile hoy?

-La situación de la cueca hoy es compleja porque la llamada cueca brava, citadina, chilenera, etcétera, ha logrado imponerse a nivel nacional, de modo que los otros tipos de cueca que hablan de la diversidad sociocultural pasan por un momento delicado. Si hacemos un breve recorrido por el país nos encontramos, por ejemplo, con la cueca aymara, que no tiene canto y se acompaña con laquitas e instrumentos de bronce, lo que la hace tener una singularidad propia y muy interesante musicalmente; coreográficamente tiene las mismas figuras que todas, solo que hay algunos ejemplos que sobrepasan sus cambios de lado y momentos en los que se hacen. Las más ajustadas al modelo clásico, sin embargo, se hallan en la comunidad atacameña que tienen una enorme similitud desde el punto de vista musical, con las cuecas del archipiélago de Chiloé, incluido su acompañamiento con acordeón de botones y modalidad de canto. Seguramente en el archipiélago es donde la cueca exhibe las mayores variaciones, las que radican en sus distintas modalidades estróficas y coreográficas, respecto de lo cual distingo a los menos, ocho tipos diferentes que he estudiado desde 1969 hasta hoy. En el caso de la cueca brava hay que reconocer que ha modificado varios aspectos del modelo clásico, ello se observa en el canto y en la expresividad en el baile que es menos natural que la cueca campesina. Con todo, la cueca brava ha tenido un despegue importante que debe ser estudiado, porque hasta ahora solo hay un trabajo historicista y descriptivo, generalmente realizado por personas que no tienen experiencia de terreno.

-Usted dirigió aquí en Valparaíso una peña universitaria, ¿qué nos puede relatar de ella?

-La única peña universitaria que existió en Valparaíso fue la Peña Folklórica de la Universidad de Chile, que fue fundada en 1965 y funcionó hasta 1972. Fue organizada por estudiantes universitarios y algunos profesionales, entre los cuales estuvieron los hermanos Rienzi y Nelson Nahuel, la profesora Rosa Varas y Osvaldo Rodríguez, entre muchos otros, y tuvo por principal propósito poner de relieve la música tradicional y de cantautores chilenos, uniéndose al movimiento iniciado en Santiago por la Peña de Los Parra. En ella actuaron Violeta Parra, Margot Loyola, los conjuntos Millaray, Cuncumén y Aucán de Concepción, Víctor Jara, Rolando Alarcón, Héctor Pavez, Patricio Manns, los argentinos Atahualpa Yupanqui y Víctor Velásquez, la cantante griega Danae Stratigopoulos y diversos conjuntos que el tiempo ya ha olvidado. Entre las personalidades que nos visitaron estuvieron Pablo Neruda, Pablo de Rokha y el escritor y antropólogo peruano José María Arguedas.

"Ya por 1850 comenzó la celebración en el puerto, con chinganas, ramadas y otros puestos con músicos y cantantes principalmente mujeres con guitarras y arpas".