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Un recorrido por el Castillo de Drácula

La fortaleza medieval fue la casa de veraneo de la reina María de Rumania y se cree también residencia de Vlad El Empalador, aficionado de la tortura y buen bebedor de sangre humana.
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Por Camila Rojas Vargas

El Castillo de Drácula es un monumento nacional entre otras varias construcciones medievales, iglesias y castillos fortificados que se encuentran en la lejana Rumania, país que se ubica al sureste de Europa y limita con Bulgaria, Serbia, Hungría, la golpeada Ucrania que se mantiene en guerra con Rusia y Moldavia. Su capital Bucarest es uno de los destinos turísticos más visitados. Es la única ciudad del país que tiene metro y ahí se encuentra el Palacio del Parlamento (1985) de la época comunista, que se extiende por 240 metros cuadrados en el centro de la ciudad, y el edificio de la Casa de la Prensa Libre (1952) de arquitectura estalinista inspirada en la Universidad Estatal de Moscú donde se mantiene hasta hoy la mayoría de la prensa escrita y sus plantas de impresión.

En la capital rumana los procedimientos cosméticos y arreglos dentales son muy baratos; es común ver en la calle a personas en evidente recuperación de cirugías plásticas y a la vez gente en situación de calle pidiendo limosna en el suelo. Como algunos extranjeros residentes describieron, "es un lugar que hace parecer al resto de Europa el triple de lindo y donde se ahorra dinero".

Lo cierto es que en su mayoría Bucarest tiene un aspecto lúgubre, las construcciones son grises y los edificios más modernos, de vidrio y con plantas en la fachada, se concentran en el área comercial y empresarial; de hecho son muy pocas las edificaciones residenciales que no se ven igual al resto. En general los precios son muy parecidos a Chile, por tanto es más económico en comparación a otros países del Viejo Continente, aunque también se aprecian las alzas en supermercado, bencina y gas del último tiempo.

TRANSILVANIA tierra de vampiros

La región de Transilvania, que se ubica justo en el centro del país, es famosa principalmente porque se encuentra el Castillo de Drácula en la pequeña ciudad de Bran, que en comparación local podría ser parecida al sector de Miraflores en Viña del Mar. Hay muchas propiedades grandes, casas antiguas bien conservadas, árboles altos, tiendas de abarrotes y colinas donde se emplazan más viviendas.

Ir de visita a la casa del conde es un imperdible y toda una experiencia para todas las edades, debido a la concepción colectiva del vampiro a través de diversas adaptaciones del entretenimiento, como películas de animación para los más pequeños, el "Hotel Transilvania" entre ellas, donde Drácula recibe a todos los monstruos del mundo incluido Frankenstein en un cinco "estacas" de lujo; también el film de terror y romance protagonizado por Gary Oldman, Keanu Reeves y Winona Ryder; la primera película estrenada en 1931 en blanco y negro; y por supuesto la novela de fantasía gótica escrita por el irlandés Bram Stoker que presentó por primera vez al personaje.

El castillo se sitúa en un recinto cerrado cuyas inmediaciones están repletas de vendedores instalados en hileras como una feria de muchísimos puestos de souvenirs temáticos, comida, dulces, cervezas, ropa y artesanía. Aunque está a metros de altura, la mansión medieval no es tan imponente como se podría imaginar o se aprecia en la fotografía; de hecho, se ve desde ciertas partes entre las curvas del camino cuesta arriba. No deslumbra todo el tiempo porque no es muy alto y además el bosque frondoso oculta entre ramas la fachada; inclusive desde los toldos de compras que están casi a sus faldas no se ve.

La entrada y salida al lugar es una sola; están separadas por filas para evitar atochamientos aunque es imposible en temporada alta entre junio y agosto.

Tour asesinado

Una vez validado el ticket electrónico comienza la aventura. Sobre suelo de adoquines, un mar de personas de incontables nacionalidades sube hacia la cumbre cerca de cinco minutos a pie. En la puerta principal los guías reúnen a sus grupos, acomodan sus dispositivos de audio y dan la bienvenida. Entre tanta pero tanta gente cuesta pasar por la puerta sobre todo cuando la masa se detiene a sacar los celulares que apuntan al retrato de Vlad Dracul, quien fuese el príncipe de Valaquia del siglo XV conocido en la región como "el empalador".

La leyenda cuenta sobre la crueldad recogida ya por crónicas de su época, en que se le describía como un hombre aficionado a la tortura que acostumbraba a cenar bebiendo la sangre de sus víctimas o mojando pan en ella luego de ejecutarlas. Serían más de 100.000 las personas que perdieron la vida en sus manos en un periodo de siete años, entre ellas monjes, ciudadanos inocentes, animales y miembros de su propia familia quienes habrían sido empalados en los patios de la residencia donde se piensa habitaba.

La creencia popular sostiene que fue ese personaje histórico el que inspiró a Stoker para crear al conde Drácula aunque jamás habría vivido en ese castillo, el autor nunca habría visitado el lugar y su verdadera fortaleza sería el castillo de Poenari, hoy parcialmente en ruinas ubicado en un acantilado en el distrito de Arges, también en Rumania.

Según la mayoría de las versiones, "el empalador" pasó solo dos días en el castillo, encerrado en un calabozo, en su camino a la prisión de Budapest, cuando la región estaba ocupada por el Imperio otomano. Y eso es todo, la magia se pierde en el lobby pero el entusiasmo sigue por conocer el lugar que guarda un imaginario tenebroso.

El recorrido continúa por pasillos estrechos y empinadas escaleras hasta llegar a una habitación que no tiene mucha decoración donde una corona de oro, que brilla más de lo normal entre las tonalidades más bien oscuras de la pieza se roba la atención mientras las palabras del guía llevan a un segundo asesinato de experiencias, pues cuenta que el castillo de Bran, ya no más castillo de Drácula, ahora por su nombre real homónimo, solo fue habitado permanentemente durante las décadas de 1920 y 1930, cuando sirvió de residencia veraniega a la reina María de Rumania, a quien la administración municipal se lo regaló al asumir.

Como nueva propietaria hizo cientos de restauraciones y transformaciones estéticas; así, los interiores del castillo, que nunca habían sido especialmente tétricos, se llenaron de muebles y objetos históricos que pasaron de generación en generación monarca, buscando crear un ambiente cómodo y rústico. De esa manera el lugar perdió la esencia de sus orígenes en 1212.

Lo cierto es que son muy pocas las referencias al personaje de Drácula; pendones de cartón de no más de un metro y medio en un cuarto de paredes blancas muestran las portadas de los libros, los posters de las películas y una breve biografía escrita del autor Bram Stocker, esto porque, continúa el guía, el heredero legal del castillo, el archiduque Dominico de Austria-Toscana y su familia, decidieron no dar mucho énfasis al mito de Drácula y prohibieron explotar el castillo como atractivo temático. El clan de los Habsburgo, también llamada Casa de Austria, recibió la propiedad a través de la hija de la reina María, la princesa Elena de Rumania, pero fue incautado y luego devuelto a ellos una vez acabada la Revolución Rumana de 1989.

La tienda de regalos oficial en los patios del castillo se encarga de recordar la figura de la monarquía en tazones y otros objetos sin dejar de lado la razón por la cual la gente llega hasta ese rincón, el conde Drácula. Nuevamente y solo por segunda vez en todo el recorrido, que toma cerca de una hora, se aprecian sus distintas personificaciones estampadas en cubiertos, platos, hasta adornos de Navidad, pero nuevamente el conde queda opacado porque lo más llamativo que roba miradas y billetes es la colección de murciélagos embalsamados a 45 mil pesos chilenos.