Secciones

  • Portada
  • Actualidad
  • Deportes
  • Servicios
  • Tiempo Libre
  • Estrellas

El castillo de Peles

Carlos I e Isabel de Weid no estaban destinados a gobernar la nación que más tarde sería liderada por el comunismo, que despojó a la familia real de sus bienes y habilitó el espacio como un museo para turistas.
E-mail Compartir

Por Camila Rojas Vargas

El castillo de Peles era la residencia de verano del rey Carlos I y la reina Isabel, los monarcas de Rumania desde 1881 hasta 1914, coincidiendo con el inicio de la Primera Guerra Mundial. Está ubicado en la ciudad de Sinaia, en el centro del país, a una hora de distancia de Transilvania, donde se encuentra el castillo de Drácula. De paseo por Rumania uno de los tours imprescindibles es precisamente visitar ambos lugares en un día, partiendo por la casona que perteneció a la familia real y que hoy está convertida en un museo que exhibe, entre otras cosas, una colección de armería medieval y espadas, la corona real de acero, juegos de loza, relojes, escritos literarios, el sistema de calefacción y electricidad propia que el castillo posee desde que Carol -su nombre en rumano- asumió el poder, siendo un avance extremo en construcción de residencias para la época, ya que mucha gente seguía alumbrando con velas y candiles.

Sorprendentemente cuenta con un ascensor, también desde esos años, que solo se muestra al público en el segundo piso donde se encuentran los auténticos muestrarios de bienes.

el interior

La visita comienza en el patio delantero del castillo entre fascinantes vistas hacia las colinas del sector y frondosos bosques que rodean las afueras del terreno donde se emplaza la casa real. El salón de entrada es el más grande de toda la residencia, está construido en gran mayoría con madera de nogal que produce una tonalidad oscura en la habitación cuyas paredes son de color verde musgo y que durante el día se ilumina a través del techo que está hecho de cristal, si las nubes así lo permiten.

Hacia lo más alto de la sala, se aprecian los relieves y las esculturas simbólicas talladas en el material, también varios balcones interiores y escaleras superiores que impresionan de mirar en persona. La fachada es de estilo renacentista alemán con una mezcla de elementos neogóticos que tomaron 41 años de levantar en totalidad, iniciando las obras en 1873 para finalizar cada pequeño detalle en 1914, a meses de la muerte de Carlos a los 75 años de edad en ese octubre. Isabel moriría dos años después, en marzo de 1916, a los 72.

Entretenimiento en Peles

La pareja solía entretener a sus invitados con varias actividades dentro de Peles en novedosos espacios que a la fecha están parcialmente en exhibición, como la sala de teatro que en 1906 fue modificada añadiendo diferencia de altura entre las filas de asientos para convertirla en cine, y la sala de conciertos donde la reina organizaba veladas musicales para pasar un buen rato con los huéspedes al ritmo de instrumentos como el piano, aunque la noche no terminaba ahí, pues se trasladaban a la sala turca, utilizada para fumar, beber y charlar en ese espacio, donde sobresalen los bordados de seda que cubren el suelo, paredes y techo. En la puerta de al lado se encuentra la sala árabe, usada para recepciones de la reina y fiestas de té donde comenzaban las festividades a media tarde en el castillo.

Durante el recorrido los guías también enseñan la oficina del monarca y la biblioteca real, dos espacios decorados con madera de roble, esta última era la habitación favorita de Isabel, donde solía pasar la mayoría del tiempo y donde aún permanece su material de estudio y los escritos personales que ella misma tradujo al alemán, rumano, francés y español, una faceta de la cual Carol no era muy fanático, cuenta el historiador de la Universidad de Santiago de Chile (USACH), Cristóbal García-Huidobro.

"Ella era una princesa de origen alemán, de hecho es una pareja que no tenía mucho en común porque Carol era un hombre criado en la doctrina, también alemana, del ejército, y ella era una mujer con inclinaciones literarias que escribía bajo el seudónimo de Carmen Silva, por eso era una pareja un tanto curiosa pero que se complementó bien. Isabel era de armas tomar, además generaba ciertas precauciones en las cortes europeas porque era de ideas bastante avanzadas para la época y muy entregada a la excentricidad", recopila el historiógrafo, "al rey no le gustaba mucho que su señora escribiera, pero al final la dejó con su hobby", añadió.

En un principio la unión de ambos no fue criticada porque "se casaron muy jóvenes, yo diría que en esa época eran dos personas que venían de lugares que eran poco relevantes, Carol venía de Hohenzoller que era un pequeño principado bajo el control de Prusia en el sur de Alemania e Isabel venía de la casa real de Wied. Ella era una persona que tampoco estaba destinada a gobernar pero en este juego de las naciones europeas en ocasiones algún miembro de una casa real pequeña o que hubiese perdido sus territorios en alguna época lo ponían a gobernar un país porque en el fondo ese movimiento generaba alianzas que no significaban una amenaza para nadie. Entonces a Carol no lo cuestionaron por su elección de principio", explicó García-Huidobro.

Isabel nunca se quedó atrás de su esposo y desarrolló todavía más su pluma con el paso de los años, de hecho sus escritos llegaron a manos de más de algún personaje reconocido en la historia, como lo fue Julius Popper, figura emblemática en la historia de la colonización argentina y chilena de Tierra del Fuego. "Popper era un judío rumano que se fue a vivir a la Patagonia pero no lo quieren mucho. Hasta el día de hoy en la historiografía de ambas naciones dicen que es un genocida porque es uno de los arquitectos de la masacre de los Onas y de los Selknam en el sur. Era una persona que tenía lavaderos de oro y estancias ovejeras, se hizo muy rico en ese sector", desclasificó el experto. La historia trasciende que nombró como Sierra Carmen Silva a una colina natural que se encuentra en la costa territorial en honor a ella.

Rumania comunista

Cuando el comunismo se tomó el poder en Rumania en 1947 quien gobernaba era Miguel, el hijo de Carlos II y nieto de Fernando, quien era sobrino de Carlos I y llegó al poder por sucesión, ya que la única hija que los dueños de Peles tuvieron falleció a los tres años producto de un cuadro febril que no logró ser controlado a tiempo.

"Lo que hicieron fue quitarle sus posesiones a la familia real y transformar a Rumania en un satélite de la Unión Soviética. El comunismo rumano de los primeros 10 o 15 años era muy duro y muy alineado con las doctrinas estalinistas pero Ceausescu (1965-1989) llega como un comunista distinto, es un nacionalista en el fondo, cosa que no les gustaba nada a los soviéticos pero en la época de Kruschev esas cosas se dejaban pasar, y además después de una visita que hace a Corea del Norte empieza todo este tema del culto de la personalidad de la nación. Ceausescu quedó maravillado de los norcoreanos entonces él quería de alguna manera hacerse eco de eso y ser reconocido como quien defendía a los rumanos frente a la depredación soviética y al imperialismo yanqui, aunque al final del día también era un lacayo de Moscú", contextualizó el historiador. De tal manera a partir de ese periodo de la historia del país, el castillo de Peles pasó de ser una residencia real a un museo de interés turístico.