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Fantasmas entre libros y periódicos

En las principales bibliotecas del país testigos afirman haber visto y escuchado espectros que solo asustan y no hacen daño a nadie. Es parte de la historia popular de estos importantes recintos.
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Por Juan Guillermo Prado

El 14 de noviembre de 1883, hace 140 años, se mencionó, por primera vez, en sesión extraordinaria del Senado, a la Biblioteca del Congreso Nacional. En dicha sesión se dijo: "La comisión cree que sería conveniente que se refundan en una sola las bibliotecas de ambas Cámaras".

Su primer director y fundador fue el diputado y futuro Presidente de la República Pedro Montt. Esta centenaria institución tuvo más tarde como director a Arturo Alessandri Palma, quien gobernó en dos ocasiones al país. ¿Qué otra institución pública ha tenido como director a dos exmandatarios?

Tras el retorno de la democracia y la instalación del Congreso Nacional en Valparaíso, con el objeto de asesorar a los parlamentarios, también se estableció dicha biblioteca. El montaje de las nuevas dependencias parlamentarias fue paulatino pero lleno de sobresaltos. Funcionarios y carabineros juraban que allí había fantasmas y lo relacionaban porque en el recinto había estado el hospital Enrique Deformes, fundado en 1894.

Los rumores abundaban: alguien había visto un quirófano, otros sentían llantos de guagua, había un sector del salón de honor que era muy helado porque allí estaba la morgue...

Un Atento Doctor

Quedan pocos funcionarios de aquella época pero nos encontramos con una antigua secretaria de la biblioteca quien nos relató algo de lo que ella vivió. Recuerda: "Cuando se inició el trabajo del Congreso Nacional, funcionarios de la Cámara y el Senado debían hacer turnos de 24 horas, por el poco personal que había y porque seguían con trabajos de terminación del edificio. En la noche, tanto el turno de Carabineros como el de funcionarios sentían muchos ruidos y cierre de puertas, justo cuando iban a pasar de una dependencia a otra".

"Era conocida la historia que durante la construcción del edificio sucedió un accidente de un trabajador que sufrió una caída muy grave, sus compañeros no lo podían socorrer y de pronto apareció un doctor, con su atuendo típico, quien les indicó que debían llevarlo de urgencia al hospital Van Buren y que estando allí hablaran con el médico X y que dijeran que iban de parte del doctor X. Así lo hicieron sus compañeros, y al llegar al hospital contactaron al médico recomendado y le explicaron quien los había enviado. El galeno quedó tremendamente sorprendido porque quien lo recomendó había muerto tiempo atrás. El trabajador al tiempo también falleció".

"Por el año 1998 -continúa-, en el tercer piso, nos encontrábamos en turno tres funcionarios y de pronto veo una imagen de mujer, solo de su cintura hacia arriba, corte de pelo tipo melena y vestida de color café, subiendo la escala de caracol que conduce al cuarto piso. Yo la seguí, rezando, hasta que desapareció detrás de una estantería. Mis compañeros solo vieron una sombra y sintieron el hielo que se produjo en el ambiente. Años más tarde, en las oficinas de administración del cuatro piso se paseaba una persona muy similar a la que relaté, vestida de café produciendo una sensación de viento muy frío".

Prosigue su relato: "En el turno de cierre por el año 2000, aproximadamente, dos funcionarios de la biblioteca estaban por terminar su jornada laboral, apagan las luces y escuchan la voz de una mujer preguntando '¿ya se van?'. Asustados y nerviosos, no podían sacar ni colocar llave a las puertas de salida. En otra oportunidad, sería por el año 2015, un funcionario de la biblioteca estaba de turno de cierre y de pronto empiezan a cerrarse todos los excusados, cayendo las tapas sobre ellos, como en cadena. No regresó hasta después de varios días. Cada cierto tiempo suceden hasta ahora hechos anómalos pero no tan espectaculares como en los inicios del trabajo parlamentario en 1990 y años posteriores", concluye su relato.

En hemiciclo del Senado, Gabriel Valdés, presidente de la corporación, relató que tras el asesinato de Jaime Guzmán, el 1 de abril de 1991, se le apareció en el Congreso. "A la sesión extraordinaria que fue al día siguiente al funeral, tuvimos una sesión de homenaje a Jaime, y evidentemente el asiento de él estaba vacío... Yo estaba leyendo algo, levanto la vista y lo veo sentado", agregando: "Veo a Jaime Guzmán sentado, mirándome, riéndose, e incluso con una suerte de aureola o iluminado".

En la que fuere la sede del Congreso Nacional en Santiago, también ocurren fenómenos anómalos. En los turnos nocturnos de la biblioteca, que ya no se hacen, se escuchaba el tecleo de una antigua máquina de escribir y en los jardines los carabineros en las noches han visto espectros que avanzan hacia ellos sin detenerse. Más de algún funcionario policial ha solicitado su traslado tras dicha aterradora experiencia.

Se atribuyen estos hechos a que allí estaba la iglesia de la Compañía, que ardió el 8 de diciembre de 1863, con unas dos mil víctimas fatales.

En lo que fue un Convento de Monjas

Las historias de fantasmas en la Biblioteca Nacional abundan. Allí estaba el convento de las monjas clarisas que tenían su propio cementerio. Pedro Pablo Zegers, su director, me ha contado que estando en las noches repentinamente se han apagado las luces o ha sentido que golpean la puerta cuando el personal se ha retirado y no queda nadie en las cercanías.

Espectros, voces, puertas que se cierran, libros que se caen solos, monjas fantasmales. Entre todas las escalofriantes historias quizás que la más increíble ocurrió hace algunos años. Era cerca de medianoche y dos funcionarios hacían horas extras. Uno de ellos no creía en las insólitas historias que allí se cuentan. Caminaban por el Salón Azul, que se llama así en homenaje a Rubén Darío y a su libro "Azul", publicado en Valparaíso, en 1888, cuando repentinamente comenzaron a sentir que el salón completo se movía con la intensidad de un temblor. A esto se sumó el polvo que salía del piso y de las paredes.

Se dieron vuelta para ver qué pasaba y sintieron que venían hacia ellos como caballos desbocados que relinchaban. Corrieron hasta el subterráneo y le preguntó a su amigo: "¿Ahora me crees que aquí penan?", a lo que su amigo no dudó en responder que sí. Retornaron al salón para ver si había rastro de polvo o algo que pudiera justificar lo que habían sentido, pero no había nada. Todo estaba en su lugar.

También se cuenta lo que sucedió con un antiguo exadministrador de la Biblioteca Nacional, que vivía en el cuarto piso del mismo edificio. Este, como de costumbre, tipo una de la mañana recorría el edificio para ver que todo estuviera en regla. Caminaba por los pasadizos del segundo piso solo con su linterna como compañía, cuando inesperadamente sintió que una mano lo tomaba del hombro. No una mano cualquiera, sino una helada, muy helada. Quedó paralizado, no recuerda cuánto tiempo, y tras esa aterradora experiencia nunca más volvió a recorrer los recovecos del antiguo edificio.

Retornando a Valparaíso, los funcionarios de la biblioteca Santiago Severín juran que en los pasillos del edificio camina el fantasma de la "dama negra". Una testigo de dicha visión señala que esta es una mujer tímida, recatada, que no molesta a nadie y que por sus vestimentas, absolutamente negras, debería haber vivido a comienzos del siglo XX.

Pero no solo las bibliotecas chilenas habrían fantasmas. Historias similares son frecuentes y abarcan todos los continentes. Bibliotecarios, archiveros y lectores están seguros de haberlos visto y/o escuchados. No han atacado a nadie y muchas narraciones y leyendas ya forman parte de las tradiciones locales.

Esta centenaria institución tuvo más tarde como director a Arturo Alessandri Palma, quien gobernó en dos ocasiones al país.