Una intérprete en el aula
Mildren Reyes es una del alrededor de medio centenar de especialistas acreditados que ejercen esta labor. Una parte importante de su trabajo consiste en acompañar a los estudiantes sordos que ingresan a la educación superior, traduciendo los contenidos de las asignaturas a señas. Hasta ahora, ha interpretado para 12 carreras y un posgrado.
Por Francisca López
¿El silencio se escucha? ¿Qué hay en eso que consideramos silencio? Cerca del mítico y ruidoso centro de eventos El Huevo, en Blanco 1501, está el Centro de Estudios y Capacitación para Sordos Valparaíso. Apenas uno entra, escucha un silencio abrasador. Un silencio que está compuesto por otra lengua, una lengua de manos y gestos faciales. Las palabras tienen movimientos, ritmos, las palabras se ven desde lejos.
Mildren Reyes trabaja como intérprete de lengua de señas. Tiene 27 años, es menudita, lleva el pelo tomado. Hace nueve que se dedica a acompañar a diversas personas. "Empecé aprender este segundo idioma porque tengo familia sorda y también porque me rodeé de amigos sordos", cuenta.
Mientras aprendía la lengua de señas, se dio cuenta de que en Chile existían muchas barreras de accesibilidad. Como no había ninguna institución, ni privada ni pública, donde prepararse en ese tiempo, tuvo que recurrir a las comunidades sordas. Al colegio de la calle Blanco.
"Ahí me prepararon… Hasta que llegué al nivel de facilitadora, que me permitió mediar la comunicación. Fui a Santiago, a la Asociación de Sordos de Chile, y di una prueba de acreditación. Ellos me dieron un certificado que acredita mi nivel de interpretación", explica Mildren.
"En esas acreditaciones no debe haber más de 50 intérpretes en Chile. Se les dio la responsabilidad a las comunidades para que lo hicieran. Se necesitaba, de manera urgente, que una institución diera la carrera. La Universidad de Playa Ancha lo tiene por primera vez", resalta la intérprete.
Además de trabajar en vinculación con el medio en la escuela de sordos, colabora con varias personas sordas, interpretando los contenidos mientras estudian sus carreras.
"Hay instituciones que dentro de sus políticas de inclusión contratan al intérprete y entra a clases. Hay otras que no. Si bien hay fondos públicos, estos no alcanzan para todo el año, entonces quedan los alumnos a la deriva. Yo he trabajado en la Universidad Santo Tomás. Cada vez que entra un alumno les colocan un intérprete dentro de todas las clases. Ahí uno pasa a ser un bastón", explica.
La intérprete relata que ella no se preocupa si el estudiante llega tarde o no hace sus trabajos: "Yo soy como una especie de muela. Un servicio de interpretación que hay en la universidad. Por tanto entro a todas las clases con ellos, desde el taller de educación física hasta el de química. Estoy todo el día con los estudiantes. En ese sentido es súper complejo porque como intérprete estamos preparados para actividades generales. En Chile aún no está la especialización de cada área".
Cada vez que va a la universidad a prestar su servicio, Mildren tiene que aprenderse los tecnicismos, las palabras especializadas de cada carrera. "Es empezar de cero otra vez", comenta. "Por ejemplo, me pasó en la Santo Tomás que en lo último que trabajé fue en interpretación técnico dental. Hablaban de una prótesis, de la arcada superior, del fierro no sé cuánto, yo decía ¿qué es esto?... En el primer día tuve que llegar a mi casa a estudiar un libro de anatomía, preguntarle a otros profesores qué significa tal vocabulario… Porque como intérprete uno tiene que ir estudiando las materias al mismo tiempo que ellos".
no es literal
La especialista cuenta que la lengua de señas no es una traducción directa de cada palabra: "Uno interpreta el contexto y lo pasa a lengua de señas, respetando la cultura sorda. Entonces tienes que acercar dos culturas que no tienen nada que ver. Es una transformación gramatical gigante, es complejo, más aún sabiendo que uno no es sicólogo, ni profesor de educación física, ni mucho menos odontólogo".
Su primera experiencia fue con una chica que recién salió de cuarto medio. "Volví a repetir toda mi enseñanza básica", comenta.
El segundo trabajo fue como intérprete de una estudiante de párvulos. Luego fue por educación diferencial, preparador físico. "Lo más complejo que me tocó fue un magíster de lingüística, con una gran docente sorda que tenemos acá en Chile, que es Paula Ortúzar; ella ya tiene su maestría y también diría que, en lo de ahora, sicología es muy difícil".
¿estamos preparados?
Cuando Mildren entra a la sala, generalmente los estudiantes no saben que ella es intérprete. Se sienta al frente al estudiante, de tal forma que la pueda ver, y empieza hacer señas al mismo tiempo que el profesor habla.
"En el caso de las clases, es el profesor quien debe hacer ciertas adecuaciones visuales. Si va a poner un video, que tenga subtítulos", explica.
Mientras sucede esta entrevista los chicos salen a recreo. En vez del típico sonido "riiing" del timbre, hay luces de colores.
Mildren reflexiona: "¿Qué va a pasar con los que salgan de cuarto medio? Ellos no solo tienen que saber qué carrera estudiar, sino también si hay intérprete… Y después viene el problema de encontrar trabajo… No todos los lugares están equipados…".
Mildren ha interpretado más de doce carreras, muchas de ellas de manera simultánea: "Uno tiene que tener esa memoria para acordarse de los términos, de los tecnicismos, porque son herramientas que te van a ayudar para cursos y otros grados. Por tanto, la plasticidad cerebral tiene que ser muy amplia"
La joven intérprete se emociona cada vez que habla de su profesión. "Ellos se adaptan a nosotros, pero nosotros... ¿qué hacemos para adaptarnos a ellos?".