Larga vida a la Crisis
Nacida en 1991 al alero de Mario Llancaqueo, en el clásico local de Pedro Montt, frente al Congreso, esta clásica librería porteña inaugura una nueva etapa, en otra locación y ahora al mando de Marilen Llancaqueo. "Yo estoy heredando este linaje de librero de mi padre, lo que traigo en mi espalda son 60 años de oficio", cuenta a La Estrella.
Los libros corren por las venas de Marilen Llancaqueo. Es sicóloga de profesión, pero la verdad siempre estuvo metida entre estantes cargados de libros. Su padre, el célebre librero Mario Llancaqueo, quien falleció en junio de 2021, dedicó 60 años de su vida a este oficio. Y Marilen, desde que nació, lo acompañó en esta tarea. Ella no había nacido aún cuando Llancaqueo tuvo sus dos primeras librerías en el Puerto (Siqueiros y Nueva Era, en los años 60 y 70), pero sí recuerda la Rucaray, en Santiago.
"Desde que tengo uso de razón mi papá me hizo trabajar en sus librerías. La primera que le conocí -porque las dos primeras yo no nacía todavía, eran en Valparaíso- fue la Rucaray en Santiago, en los años 80. Desde que estaba en el jardín mi padre me llevaba, me pagaba 100 pesos diarios y yo estaba con él hasta tarde, siempre me hizo parte de su mundo, de sus amigos escritores, y aprendí de esa forma el oficio", cuenta hoy Marilen Llancaqueo, instalada en las dependencias de la nueva Crisis.
La librería Crisis, probablemente la más conocida y recordada de Valparaíso, nació en 1991 en el clásico local de calle Pedro Montt, ubicado a pocos metros del rodoviario y frente al recién instalado Congreso Nacional. Era un barrio más tranquilo entonces y don Mario no solo llenó de libros sus estanterías, sino que formó una clientela fiel, que llegaba a la Crisis no solo en busca de textos sino que también de conversación.
"Mi papá era como el umbral de esa otra época, cuando importaba el trato persona a persona, cuando era importante el encargo, como en ese formato de almacén antiguo. Y además tenía un gran conocimiento, era un gran lector y tenía mucho bagaje de literatura chilena, de la historia del libro, de las editoriales, del diseño, de las tipografías, todo lo que es parte de la historia del libro. Mi papá en eso era un conocedor y me transmitió a mí y a sus clientes todo ese cariño y esa información por el libro", rememora Marilen.
Las continuas protestas durante los meses sucesivos al estallido social de octubre de 2019, el encierro de la pandemia y la actual situación de inseguridad pública en el sector pusieron en jaque a la librería, que resintió fuertemente la partida de su fundador en 2021. Pero Marilen Llancaqueo estuvo desde un inicio convencida de que el patrimonio cultural de la Crisis debía preservarse y, por ello, tomó la posta y decidió inaugurar un nuevo ciclo de la librería. Esta vez, en un espacio distinto, pero que conserva todos los valores de la Crisis original.
Nuevo espacio
Los porteños llaman "los altos" a las oficinas que se encuentran en los segundos y terceros pisos de las antiguas casonas y edificios de la primera mitad del siglo XX que aún sobreviven en el Puerto. En ellos, más precisamente en calle Blanco 1065, segundo piso, está instalada hoy la librería Crisis. Es un pequeño distrito o polo librero, pues justo vecina a la Crisis está la librería En el Blanco.
La librería está distribuida en cuatro salones temáticos, explica su directora, Marilen Llancaqueo: literatura, ciencias sociales, pensamiento y arte (donde, además de libros, se pueden encontrar afiches, vinilos, etcétera). A futuro, planean abrir un rincón infantil.
"Este es un espacio seguro, está en un segundo piso, tenemos un espacio seguro y tranquilo", recalca la librera.
La mudanza fue una tarea titánica, realizada por amigos y amigas, familiares y colaboradores de la librería. Cada semana, revisaban, catalogaban, embalaban y trasladaban cajas de libros desde Pedro Montt a Blanco. El proceso tomó meses y concluyó en noviembre. El número total de ejemplares: 20 mil… "O más", dice Marilen.
Aparte de una amplia gama de libros, en la Crisis hay un montón de joyitas históricas. Por aquí y por allá aparecen afiches, revistas antiguas y hasta cassettes.
"También queremos habilitar un espacio de archivo. Mi papá dejó un importante legado de lo que tiene que ver con la historia de Valparaíso, los pueblos indígenas y el pueblo mapuche, y la resistencia desde el arte a la dictadura. Hay afiches, volantes, gráficas, revistas, documentos que circulaban de manera clandestina, pintura…", explica la librera.
La librería aún funciona en marcha blanca y, a través de sus redes sociales, se van comunicando los horarios de apertura, mientras terminan de afinar detalles.
Por lo pronto, a Marilen Llancaqueo le ocupa mantener vivo otro legado de la Crisis: sus fieles lectores. "Me he preocupado mucho de los clientes porque eran amigos y amigas de mi papá, para mí es muy importante que ellos sean parte de esta segunda etapa de la Crisis, así que estoy súper interesada en que ellos puedan sentirse parte de esto, que sepan que va a seguir siendo la Crisis de siempre, que somos una familia de libreros. Yo estoy heredando este linaje de librero de mi padre de 60 años, por lo tanto eso es lo que yo traigo en mis espalda: 60 años de oficio", dice Marilen.