Aquellos 124 diputados que aprobaron la participación obligatoria de sucesivos comicios, salvo las primarias, debieron matizar con 2 indicaciones: a los adultos mayores de 65 años se les podría eximir de tal obligatoriedad, teniendo en cuenta los problemas de salud asociados con edades avanzadas, y que el sistema electoral se complementara con sufragio adelantado por correo, tal como se hace en Estados Unidos, con marca de agua como método de autentificación.
La legitimidad no debiera medirse netamente por la cantidad de votantes, dado el ejemplar respeto por las leyes que permiten al Servicio Electoral y las Fuerzas Armadas vigilar de manera más eficiente e imparcial el funcionamiento de las elecciones, tal como han reconocido observadores internacionales. Si nos encontramos en un ambiente político aún más trastornado, ¿igual sería legítimo tal evento democrático con una creciente proliferación de votos nulos y blancos?
Ismael Cisternas Vega