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Culto al vino Presidente Sociedad de Folclor Chileno

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Por Yvaín Eltit

La palabra vino deriva de la voz latina "vinum", que significa bebida. Sus orígenes se remontan al período neolítico (10.000 a.C.), específicamente en la región de los montes Zagros en Irak e Irán, donde encontramos los primeros registros históricos de parras. En esta zona se halló un retrato artístico en una cerámica en el asentamiento arqueológico Hajji Firuz Tepe.

En la era grecorromana, la creencia vitivinícola se ligó a deidades helénicas como Dionisio, y para Roma Baco; en ambos se trató del dios del vino, la fiesta y divertimento popular.

En las escrituras bíblicas lo asociamos al paisaje religioso. En el episodio de la Última Cena, Cristo utilizó vino como elemento para la celebración de la misa con sus apóstoles; por esa razón, abadías (especie de claustro católico, surgido mayormente en la Edad Media), conventos y monasterios poseían una cosecha personal de viñedos.

En Chile su influencia gastronómica y folclórica es transversal. Según el chef internacional y miembro de la Sociedad de Folclor Chileno, Carlitos Baigo: "El vino es el compañero de muchas preparaciones en la cocina nacional".

Está presente en espacios urbanos como boliches, burdeles, fondas, picadas y restoranes.

Lo encontramos en platos como peras ponchas con vino tinto; camarones al vino blanco con limón y ajo; y es un fuerte aliado para saborear carnes de todo tipo. Se presenta en postres como mousse y sémola.

El chef Baigo agrega: "Aparte de aportar un gusto increíble en la cocina es un buen amigo de cenas, almuerzos o picoteos al poder maridar con las comidas, esto significa elegir el mejor candidato según cepas y tipos para acompañar diferentes proteínas como el pescado siempre viene bien un vino blanco a baja temperatura, o una carne a las brasas siempre viene bien con un cabernet o con cerdo con un buen merlot".

La primera vez que folclorológicamente se le abordó fue por Oreste Plath en "Baraja de Chile" (1946) ,en una reflexión titulada "Vino, señor del espíritu". Son veinte páginas que exploran cocina, dichos, modismos, sujetos populares, clases de tragos e historia.

Plath comenta: "En el campo, el huaso y la huasa; en el pueblo, el roto y la china, beben el buen vino chileno. Dicen que en Chile no hay mal vino, sino malintencionados con el vino".

Va explicando un pionero glosario del vino, con términos como: "vinero" para la persona que le gusta esta bebida; "raspabuche" para vino áspero; "chichero" para quien reparte la chicha; y "guarisnaqui" para aguardiente común, entre otros.