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La ilustradora de plantas

La profesional, certificada por el Royal Botanical Garden de Edimburgo, explora una disciplina cuyos orígenes se remontan al inicio de la civilización: la observación y registro de especies botánicas.
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por Marcela Küpfer C.

La historia de la ilustración botánica es larga, tan larga que se puede rastrear hasta unos 1.500 años a.C., donde en un friso del templo de Karnak, en Egipto, fueron dibujadas 275 especies de plantas en la piedra.

En la Antigüedad clásica encontramos ejemplos en Grecia y Roma, donde dibujos botánicos aparecen desde jarrones a libros de medicina.

En siglos en que las plantas eran la única forma conocida de farmacopea, la identificación, caracterización y registro de las especies botánica se convirtió en algo fundamental.

Este ánimo científico se expandió, durante el Renacimiento, a lo estéticos, y los ilustradores botánicos realizaron trabajos también para expresar la naturaleza en objetos de arte, incorporando técnicas más finas como la acuarela. Da Vicni y el Durero fueron grandes exponentes de la ilustración botánica en este periodo, trasladando sus observaciones a sus pinturas.

Entre el siglo XVIII y XIX, durante la época de oro de los naturalistas y los exploradores, la ilustración botánica adquiere su mayor relevancia y probablemente su mejor calidad, con publicaciones impresas que registraban los bellamente detallados dibujos de diversas especies, especialmente las nuevas que se iban descubriendo junto con territorios hasta entonces inexplorados por los europeos.

Para el siglo XX, con la irrupción d la fotografía, el interés en la ilustración botánica empieza a decaer, pues ya no se hacía necesaria para graficar la vida de las plantas.

Sin embargo, en pleno siglo XXI este antiguo oficio y arte experimenta un renacer, con cientos de ilustradores en todo el mundo que se dedican a estudiar, observar y luego replicar sobre el papel el detalle de las más diversas especies de plantas, con fines hoy más estéticos que científicos, pero que recogen una larga tradición.

el proceso

Entre quienes mantienen vigente esta disciplina está María José Herrada Hidalgo, diseñadora gráfica de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso y diplomada en Gestión Estratégica en Turismo y Cultura de la Universidad de Valparaíso.

Porteña de nacimiento y hoy docente titular de Diseño e Ilustración en Duoc UC Viña del Mar, Loreto se especializó en ilustración botánica a través de un programa conjunto de la Royal Botanical Garden de Edimburgo y la Pontificia Universidad Católica de Chile).

Junto a otros exponentes de esta disciplina, fundó el Círculo de Ilustradores Naturalistas de Chile. Ha colaborado en publicaciones, ha realizado exposiciones y dicta talleres de ilustración botánica, el más reciente de ellos en el Museo Histórico de Placilla.

"Desde chica siempre me gustó el dibujo", cuenta María José, razón por la cual la inscribieron en la Escuela de Bellas Artes de Valparaíso. Luego estudió Diseño Gráfico y ambas formaciones le ayudaron al momento de interesarse en la ilustración botánica, que ella practica con la técnica de la acuarela.

Sin ser especialista en botánica, María José cuenta que tiene una relación estrecha con la naturaleza y que le gustan mucho los jardines y las plantas, la fuente de inspiración de su trabajo.

María José reconoce que es una disciplina que requiere de mucho estudio y observación, ya sea del espécimen en vivo y en directo, o a través de fotografías cuando se dibujan especies foráneas. "Hay que ser muy detallista, tomar muchas referencias; hay especies que son muy similares y se diferencias por detalles, como el color de las hojas, la forma del tallo, etcétera, explica.

El proceso empieza con la observación; luego vienen los estudios, que son bocetos y cortes distintos de la planta, realizados a través de dibujos en papel, hasta que la ilustradora logra captar todos los detalles y la mejor posición para registrar la especie. "Cuando está listo se traspasa el dibujo a papel traslúcido y finalmente al papel de acuarela, donde se pinta", explica María José, quien prefiere esa técnica de coloreado por las tonalidades que alcanza y la delicadeza del resultado.

¿Para qué sirve hoy en día la ilustración botánica? María José explica que ya casi no tiene fines científicos (aunque hay autores del ámbito que encargan este tipo de ilustraciones para sus trabajos), sino más bien estéticos y también ecológicos, pues es una forma de poner en valor, a través del arte, las especies botánicas que nos acompañan. Esto adquiere más sentido cuando se trata de especies en peligro de extinción.

En el caso de su taller en el Museo de Placilla, María José y sus alumnos trabajan con especies endémicas del sector.

proyectos

En 2016, María José Herrada fue invitada al Segundo Encuentro de Ilustradores Científicos y de la Naturaleza de México y en 2018, participó en la organización de la Exposición Mundial de Ilustración Botánica en Chile (se realizó una en cada país participante).

Ahora, María José espera alguna vez publicar un libro con sus ilustraciones. Y, por qué no, llevarlas a otro formato donde pueda combinar con el diseño, como prendas de vestuario. Por ahora, sigue ilustrando plantas: sus favorita, las que producen flores.