Anticuarios molestos por expansión de feria de las pulgas a Plaza O'Higgins
Concesionarios de la feria de antigüedades "La Merced" notan baja de ventas tras la instalación de comercio ambulante en la plaza.
Mauricio Toledo - La Estrella de Valparaíso
El paseo dominical por la feria de las pulgas en Av. Argentina es un panorama predilecto para porteños y porteñas, quienes buscan productos de segunda mano y, para los de buen ojo, joyitas de épocas pasadas a precios estrafalariamente bajos.
Actualmente, su alcance se ha extendido hasta plaza O'Higgins, hecho que causa estragos a los anticuarios de la feria de antigüedades "La Merced", por su competencia directa mientras pagan concesión munipal.
La necesidad de generar ingresos, en contexto de la crisis económica mundial, ha llevado a manteleros a instalarse y expandirse a las inmediaciones de Plaza O'Higgins desde que fuera reinagurada. Lo anterior no ha sido visto con muy buenos ojos por los anticuarios de "La Merced" quienes acusan una competencia desleal que falta al compromiso municipal en materia ciudadana.
Así al menos lo expresa Israel Carrasco, dueño de un puesto de música en el sitio 17 de "La Merced".
"La alcaldía tiene la plaza botada. Llegamos hace un año desde la reinaguración y no había comerciantes ambulantes, pero hace unos 5 meses estamos en un desastre económico. Sacarlos no tendría que ser complejo porque es cosa de voluntad política. La plaza hoy es un foco de comercio, que después queda sucia, y como lugar de esparcimiento murió. Nos afecta, porque seguimos pagando puestos y no tenemos compradores. A los colegas anticuarios que invierten les ha ido pésimo porque no hay público que compre", comenta.
Los ambulantes, por su parte, se atienen al valor social y cultural de la plaza, como centro de flujo humano, que colinda con otras actividades. Este encuentro no ha quedado libre de polémicas, pues ambulantes y cultos evangélicos han tenido roces nada agradables.
Francisco Barraza, vendedor ambulante esporádico en la plaza, comenta algunos episodios.
"Compartimos el espacio con los evangélicos y hay eventualidades complejas porque se ponen a hablar en contra de consignas actuales con dichos misóginos. La apreciación está dividida, porque hay gente que se acerca y disfruta de su música en vivo, y hay otros que se van, pero al comerciante y los visitantes en general les molesta más por la contaminación acústica. En general, a la gente le gusta la feria y venir a cachurear barato, sobre todo en el último tiempo que ha habido un boom.", cuenta.
Quienes buscan en la plaza un lugar de descanso se sienten decepcionados y llaman a establecer un mecanismo que organice la venta ambulante.
Cristian Hurtado, de Viña del Mar, y primera vez de paseo por el lugar, comparte su experiencia.
"Venía a pasear y no puedo hacerlo tranquilo. Hay que andar con cuidado porque si pisas un mantel o pasas a llevar algo te insultan. Se pierde el sentido social porque cuánto tiempo pasó cerrada y ahora se la tomó la feria. No estoy en contra de ellos, pero es necesario ordenarse. Hay gente que está por necesidad, y los que necesiten venir un domingo a hacer una platita, deberían buscar el mecanismo de hacerlo más formal", concluye.