Por Juan Riquelme | @jriquelmediaz

Créanme amigos míos, los teléfonos pueden haber evolucionado en demasía la calidad de sus fotografías, pero las cámaras siempre serán mejores. Nos guste o no, llevadas a los extremos -poca luz, foto en movimiento, o zoom- el teléfono, aunque sea el último de gama alta, nunca dará.

Y en este espacio uno agradece a las marcas como Canon que lejos de sentirse amenazadas por la competencia móvil, ubican -y de muy buena forma- si sitial como el paso siguiente. Pero no solo eso, sino que también integrando cuestiones propias de los celulares y que llevados a un equipo superior, son fascinantes.

La Canon EOS R7 no solo captura buenas imágenes y graba videos en altísima capacidad, también tiene la novedad de ofrecer distintos "filtros" incluidos desde la toma de la fotografía. Así, rodando la rueda superior y usando la pantalla touch, puedes ajustar efectos como el "ojo de pescado", los focos en distintos planos y otros que apuntan a apuntar los destellos de la luz o los dibujos que provocan los autos. Aunque claro, si se es experto, muchas de estas cosas las podrías hacer haciendo ajustes manuales.

El equipo se ubica entre las primeras cámaras mirrorless con montura RF con sensores APS-C, y tecnología EOS R pequeñas, rápidas y potentes, que ofrecen una gran gama de tecnologías de video y fotos, en un cuerpo ligero. La calidad se explica por cuestiones como un sensor APS al sistema EOS R, de hecho, pueden usar la gama de objetivos RF, además de los EF, sin pérdida de calidad ni funcionalidad gracias a los adaptadores EF-EOS R.

El corazón de la cámara también ha evolucionado a un potente procesador de imagen DIGIC X, el que permite detectar y enfocar automáticamente a personas, animales y vehículos en una escena, e incluso seguir los ojos o el cuerpo de una persona o animal de forma precisa para obtener fotos y vídeos de gran nitidez. Además, el sistema de enfoque automático permite trabajar con poca luz.

Para los amantes de los detalles técnicos, esta cámara logra 30 fps con seguimiento, ideal para fotos de deporte, naturaleza y otros tipos de acción rápida. El obturador mecánico, además, entrega una alta velocidad de disparo en serie de 15 fps en ambas cámaras.

EL modelo permite conectar vía Wifi la cámara con tu teléfono para así traspasar las fotos más rápidas, incluso con el computador, e ir revisando de inmediato si la imagen, es la que buscabas.

La Canon EOS R7 se consolida, así como la ideal para aquellos que quieren dar un paso adelante en su proceso de profesionalización. Un detalle no menor, se puede conectar usando un cable USB-C de alta velocidad y permite transmitir video en directo a través de YouTube.

El Rayo Review

por Eric San Juan | Agencia Efe

Todo el mundo creía que el príncipe Ekcharin Norodom de Camboya había muerto a manos de los Jemeres Rojos a los 7 años, hasta que en 2014 un ciudadano sueco llamado Charin Norondom reclamó su identidad y fue integrado en la familia real. Ahora una prueba de ADN ha demostrado que no era quien decía ser.

Charin Norodom llegó a Camboya a mediados de la pasada década, tras haber sido contactado por Facebook con miembros de la familia real que, dada la similitud de su nombre y que llevaba el apellido Norodom, propio de la familia real, pensaban que podía ser el príncipe perdido.

Los familiares se ilusionaron con que fuera el segundo hijo del príncipe Yuvaneath y nieto del fallecido rey Sihanouk, Ekcharin Norodom, al que creían muerto desde que en 1976 los Jemeres Rojos tomaron Nom Pen, la capital camboyana, aunque su cuerpo, como el de miles de camboyanos, nunca fue recuperado.

"En 2014, mi hermana lo localizó en Facebook. Se lo dijo a mi madre y más tarde le aceptaron como el hijo perdido, Ekcharin. Su nombre en Facebook era Charin Norodom (...) Estábamos todos muy emocionados con el hermano perdido y reencontrado", relata a Efe desde su residencia en EE. UU. Chiravouth Norodom, el hermano desengañado.

biografía

Cuando el falso príncipe volvió a Camboya contó a sus supuestos hermanos y padres que primero se había refugiado en Tailandia con una familia camboyana que se ocupó de él y terminó viviendo en Suecia, acogido en 1978 por una familia de allí de la que nunca dio detalles.

"La gente que se ocupó de mí en Tailandia siempre me dijo que pertenecía a la familia real, pero no sé más", declara a Efe por teléfono en un inglés renqueante Charin Norodom, que vive en Nom Pen desde hace casi una década.

Tras viajar a Camboya y reunirse con sus supuestos familiares (aunque muchos viven en EE. UU.), Charin presentó una prueba de ADN que demostraba que era hijo del príncipe, quien lo reconoció en 2017, según cuenta a Efe el chileno Julio Jeldres, biógrafo oficial de la familia real camboyana.

Jeldres incluyó la historia de Charin en un libro sobre la familia real en el que daba veracidad a la historia y certificaba que era el príncipe perdido.

"Una vez que el gran príncipe reconoció a su hijo, yo lo incluí en el libro que preparaba sobre la familia real en 2017. Era normal", argumenta el escritor por correo electrónico.

Charin, ya reconocido como miembro de la familia real se instaló de forma permanente en Nom Pen, donde trabaja y tiene esposa e hijos, y se convirtió en un habitual de algunos eventos de la realeza.

Sin embargo, a algunos miembros de la familia les seguía resultando extraña su historia, su falta de detalles sobre los años pasados fuera de Camboya e incluso la ausencia de parecido físico con el resto.

"Mostraba menos interés en saber dónde habíamos estado todos esos años que en obtener un documento identificativo de la familia real", cuenta Chiravouth, el hasta ahora supuesto hermano.

PRUEBA DE ADN FALSA

La suerte de Charin cambió cuando hace dos años falleció en Estados Unidos el príncipe Yuvaneath, a quien se sigue refiriendo como su padre, y que era su principal valedor en la corte.

Debido a la pandemia, el funeral oficial en Camboya no se celebró hasta el pasado agosto, y fue cuando Chiravouth viajó a Camboya y aprovechó para sorprender a Charin el día de la ceremonia con un kit para hacerle una prueba de ADN que cotejó con la de su madre, la princesa Tea Kim Yin.

El resultado arrojaba pocas dudas: no era el hijo de la princesa con una fiabilidad del 99,9 por ciento y eso llevó a Chiravouth a volver a comprobar la prueba de ADN anterior, en la que descubrió indicios de que había sido falsificada.

"El logo estaba movido, no correspondía con el modelo de la empresa. Alguien había manipulado el documento. (...) Cuando se lo expuse a Charin al principio se quedaba en silencio, pero terminó admitiéndolo", cuenta.

Charin no acierta a dar una explicación convincente cuando se le pregunta por este asunto y alega que no podía abrir el documento en su correo electrónico por su torpeza informática y que pidió ayuda a alguien, lo que explica el cambio en el documento.

EXPULSIÓN DE LA FAMILIA REAL

Asumida su expulsión de la familia real, a la que perteneció durante unos años, Charin niega que tuviera especial interés en formar parte de ella o en obtener beneficios y explica que tan solo quería encontrar a su familia, algo que siempre había ansiado tener durante su infancia en Suecia.

"Nunca había tenido padre ni madre. (...) Me dicen que hago trampas y que buscaba obtener un beneficio, pero ¿qué he obtenido? No tengo nada, nunca me dieron nada. Lo único que quiero es saber quiénes son mis padres" se defiende.

Sin embargo, su relato se tambalea por una gran mancha: la prueba de ADN falsificada, ya que según Chiravouth, nunca llegó a recibir resultados de aquella prueba sino un correo electrónico de la empresa en que decía que la tarjeta de crédito había sido rechazada.

"Nunca se procesó aquella prueba de ADN, nunca recibió el resultado. Me mintió. (...) Ya no creo ni que su verdadero nombre sea Charin"