"Reloj de la Fantasía": el mágico mundo de los cosplayers en Viña
La agrupación de artistas callejeros da vida a los personas del cine y la cultura pop cada día frente el icónico Reloj de Flores. Mientras batallan contra el calor extremo, se sacan fotografías y comparten con niños y adultos.
Mauricio Toledo - La Estrella de Valparaíso
En Viña del Mar, no solo el icónico y distinguido Reloj de Flores colorea los paseos estivales por avenida La Marina, pues un grupo de artistas y cosplayers acaparan la atención de los turistas, interpretando a varios personajes de universos cinematográfico y celebridades de la cultura pop.
Clones de Star Wars, el Depredador, superhéroes de Marvel, perritos de Paw Patrol, Transformers y personajes de videojuegos se han unido en la batalla como gestores culturales hoy reconocidos por el ministerio de la Cultura.
Así nos cuenta Marcelo Caroca, consagrado artista porteño, dueño de la empresa de indumentaria artística Cosplay Gigantes e intérprete de Groot, el extraterrestre árbol sensible de la película "Guardianes de la galaxia", del universo Marvel, quien comparte cómo se gesta el show escénico que tanto encanta a niños y adultos.
"Somos una agrupación de artistas callejeros que se llama 'Reloj de la Fantasía'. Diseñamos nuestros trajes con productos reciclados y comenzamos más o menos en el año 2000. Ocupamos plásticos, pelucas, parachoques de vehículos, y nos instalamos durante todo el año. Cuando viene a trabajar gente de otros lados y notamos que no saben trabajar con público, nosotros los inducimos, y si alguien quiere entrar a trabajar con nosotros tiene que tener constancia".
Niños
El trabajo de los artistas es parte del mundo "Cosplay", actividad que consiste en disfrazarse de un personaje de ficción, generalmente de una película o de la cultura pop.
Marcelo nos instruye sobre este mundo: "Nosotros hacemos cosplay y la diferencia que tenemos con los corpóreos es que ellos son más 'peluchitos'. Nosotros llevamos personajes de películas a la realidad. Nos ha pasado que los niños tienen miedo, y cuando nos ven hablar, interactuar y reírnos con la gente, agarran confianza".
Este mágico vínculo con las infancias, que torna en nostalgia para los más grandes, envuelve a las familias en un ambiente fascinante que acompaña a generaciones completas.
"Nosotros hacemos un show, o mejor dicho, un mini espectáculo personalizado. Los niños nos han traído sus dibujos de nosotros y sentimos el cariño de la gente que viene constantemente. Primero viene una familia esperando guagüita, después aparecen con los niños grandes y nos han pedido repetir las mismas fotos con 15 o más años de diferencia. La gente que viene al reloj viene una pura vez y después no viene más, pero el ambiente que se forma aquí es para que vuelvan siempre", cuenta Marcelo.
Calor
Dada la alegría y entusiasmo que provocan en los visitantes, anécdotas y buenos momentos guardan los artistas compartiendo también con adultos mayores, donde el humor y el júbilo hacen de esos instantes los mejores del día.
"Muchas abuelitas a veces nos quieren dar besos, te toquetean más de lo normal y algunos maridos se ponen celosos cuando las ven encariñadas con los personajes. Ayer (martes) a Chewbacca le dieron hasta unos besos apasionados. La idea es que sea divertido y con la gente la pasemos bien, a pesar del calor extremo", cuenta.
La exposición directa al sol, y con temperaturas cada vez más extremas, es de gran impacto para quienes disfrutan de la intervención artística. En este tópico, Marcelo nos cuenta que trabajar como cosplayer en el Reloj de Flores no es para nada sencillo.
"Al calor lo enfrentamos con costumbre y preparación mental. Dentro de un traje tienes diez grados más, y usando zancos y plataformas. De repente vienen mareos mientras las personas nos preguntan por fotos. Yo me caí aquí mismo, me quebré el brazo y estuve meses sin trabajar, y como aquí uno no recibe licencias médicas tiene que reinventarse. Durante el invierno fabrico trajes y los vendo a circos, a otros países, siempre ligado a las artes escénicas", explica.
Marcelo agradece la gestión cultural de la municipalidad que les da la oportunidad de ejercer sus pasiones artísticas legal y profesionalmente. "Antes pagábamos un permiso muy caro para trabajar, pero gracias a la alcaldesa obtuvimos unos decretos municipales que apoyan el arte callejero. Esto nos ha dado mas tranquilidad para trabajar, más la buena aceptación de público nacional e internacional. Sufrimos mucho durante la pandemia porque la gente se olvidó de los artistas, pero hoy tenemos la posibilidad y seguridad de salir tranquilos a la calle".
10 grados de calor por sobre la temperatura ambiente se puede sentir al interior del traje.