Gonzalo Ilabaca vuelve a pintar Valparaíso y lo hace en Cinemascope
El reconocido artista inaugurará el próximo jueves 16 de marzo una muestra de óleos en gran formato en el Museo de Bellas Artes Palacio Baburizza ubicado en cerro Alegre, la cual estará abierta hasta el venidero 9 de abril.
Marcelo Macellari - La Estrella de Valparaíso
El pintor Gonzalo Ilabaca nació en Concepción, pero es porteño por adopción o mejor dicho por inspiración, ya la ciudad que lo acogió hace más de tres décadas ha sido un leitmotiv a partir del cual ha realizado obras ya icónicas de arte nacional, retratando bares, cerros y el borde costero de un Valparaíso que define como surrealista antes que se acuñara el término, llevándolo a la tela con sus luces y sombras en el estilo neoexpresionista que lo caracteriza. Sin embargo, hace 10 años que Ilabaca no pintaba esta ciudad, decisión que se revierte con "Valparaíso Cinemascope", una muestra de obras en gran formato que se exhibirá entre el jueves 16 de marzo y el domingo 9 de abril en el Museo de Bellas Artes Palacio Baburizza del cerro Alegre.
"Valparaíso Cinemascope", exposición organizada en conjunto por Galería Bahía Utópica y Museo Baburizza, considera una docena de óleos sobre tela de 80 centímetros de alto por dos metros de largo, en un guiño al clásico formato cinematográfico del cinemascope, que amplía el campo visual, donde el pintor vuelve a visitar paisajes y arquetipos que ya le son propios. "Hace 10 años dejé de pintar Valparaíso porque me cansé de hacerlo -comenta Ilabaca-. Sin embargo, pasada una década me dieron ganas de retomar el tema, pues uno vuelve a Valparaíso como esas mareas que traen un naufragio. Es una ciudad con muchas falencias, pero a la vez inspiradora, quizás por lo mismo, porque creas desde una cierta fragilidad y precariedad. Cada cierto tiempo vuelvo a pintar la ciudad, pero aparecen otras cosas".
-¿Valparaíso es el mismo desde la última vez que lo pintaste?
-No, no es el mismo y por lo tanto estoy pintando Valparaíso, pero olvidándome un poco de él, retratando un Valparaíso que no existe. O mejor dicho, que no va a existir. Por eso estoy recreando bares que ya no están, algo que ya hacía en obras anteriores, con la diferencia que ahora en vez de personajes porteños pongo arquetipos de amantes que se repiten en todas las culturas, adanes y evas locales en un paraíso perdido. Es una forma distinta de pintar Valparaíso, porque está situado en símbolos: la tradición de las ciudades puertos como origen de la humanidad y los bares de marinos, que son temas que siempre me han interesado. Pero ahora los marinos y la chica del bar pasan a ser arquetipos. Se trata de una manera distinta de mirar Valparaíso, alejada de la realidad y la contingencia. Siempre he pintado Valparaíso como quisiera que fuera, con la diferencia que en los últimos 4 o 5 años he incursionado en una pintura más gráfica y en esa gráfica me di cuenta que estaba volviendo a algo arcaico y más simbólico.
-¿Retratas una ciudad imaginaria en estas obras?
-Más que imaginaria, es la ciudad que yo me imagino que nunca va a ser. Por eso yo hablo de que Valparaíso tiene las tres nostalgias, algo que es propio de todas las ciudades, pero que aquí se nota más: nostalgia por el pasado glorioso del Puerto; la nostalgia por el futuro de la que hablaba Jorge Teillier, que es lo que a uno le gustaría que pasara; y una tercera, la cual yo agrego, que es la nostalgia de lo que nunca va a pasar.
-¿En esta muestra se mezclan lugares recreados y otros reales?
-Sí, si hay alguna casa, quebrada o una vista que me llame la atención, que puede ser un 10% del cuadro, a partir de ahí armo el relato. Esta exposición tiene dos cosas que son muy claras: exteriores e interiores. El exterior es la apología del anfiteatro, con vistas panorámicas del gran patrimonio geográfico que tiene Valparaíso. Ese anfiteatro natural es espectacular, porque une el cielo y el mar en una misma visión. El tema interior es lo portuario, los bares de marinos, que es algo que está desapareciendo. Mezclo esas dos realidades.
Puerto technicolor
-¿Por qué decidiste el formato alargado, que emula el Cinemascope, el cual le da el título a la exposición?
-Cuando niño me acuerdo que fui a ver en el Cinerama Santa Lucía en Santiago la película "Krakatoa: al este de Java", que se proyectaba en Cinemascope, que ampliaba la imagen al máximo, y con los colores saturados del Technicolor, para así atraer al público con innovaciones tecnológicas. Nunca me olvidé de esta experiencia y el formato ahora me permite poner las figuras arquetípicas en la geografía de Valparaíso o en el interior de los bares, pero que ambos sean protagonistas principales. La visión que tiene el porteño es la de un gran angular y quise reproducir eso. Por eso no ocupé el formato vertical o cuadrado, sino bien alargado para recordar el Cinemascope en Technicolor. Y ahí hay una nostalgia del pasado, pero también del futuro y de lo que nunca va a pasar.
-¿Qué significa para ti exponer por primera vez en el Museo Baburizza?
-Me pone muy contento, porque el Baburizza para mí es la casa más bella que hay en Valparaíso, en cuanto a arquitectura local del siglo XX, ya que los arquitectos que la proyectaron se la jugaron con esta edificación estilo art noveau, que es un estilo que me encanta, el cual habla de la influencia europea de muchas ciudades puerto. La sala donde expongo, que corresponde a una extensión más moderna del museo, además es muy bonita, con buena luz y muy acogedora.