Este lunes 13 de marzo se conmemora el Día Contra el Ciberacoso (o ciberbullying). Para la UNICEF esta práctica consiste en el acoso o intimidación psicológica por medio de las tecnologías digitales. Es un fenómeno que se da entre pares, se establece con regularidad temporal y a través de las tecnologías de la información y la comunicación. Es así como, a través de las redes sociales se envían videos, fotografías o mensajes que menoscaban y humillan a la persona a la cual son dirigidos, adquiriendo una gran connotación social, puesto que las plataformas utilizadas amplifican estos mensajes nocivos hacia una cantidad indeterminada de usuarios, provocando consecuencias a nivel mental, emocional y físico.
Es sabido que nuestro desarrollo normal como personas paulatinamente nos introduce en etapas de desenvolvimiento que se enmarcan en pautas psico y socioafectivas que nos enfrentan a cambios de escenarios y desafíos, que una vez superados, contribuyen a la formación de nuestra identidad. Las redes sociales, dado su alcance comunicativo a un público masivo, pero al mismo tiempo velado, pueden perjudicar o interferir en estos procesos vitales al vulnerar nuestra autoimagen y generar un autoconcepto depreciado.
En suma, el ciberacoso impacta negativamente en la salud mental, especialmente en aquellas personas que, dado su nivel etario, no cuentan aún con las estrategias o el apoyo suficiente para revertir las imágenes y creencias negativas sobre sí mismas. De hecho, se debe considerar que precisamente este tipo de ataques se dirige a los niveles etarios más vulnerables: infancia y adolescencia, ocasionando pensamientos negativos y trastornos asociados con el aislamiento e, incluso, malestares corporales. El mutismo selectivo y el ausentismo a clases son señales a las cuales hay que poner atención.
Prevenir esto no es fácil, debido a la temprana inmersión de nuestros niños en las tecnologías y el escaso o nulo acompañamiento de adultos responsables. Recordemos que la brecha generacional provoca que los niños manejan de mejor manera las nuevas tecnologías que los adultos, y que el control parental y el establecimiento de límites sobre el acceso y uso de éstas confrontan el empoderamiento y autonomía de los menores, por lo que se ha de incentivar el involucramiento de los adultos responsables, reforzar a nivel educacional las conductas de autocuidado y exigir mayor ciberseguridad a las plataformas digitales.
Mauricio Ibinarriaga Norambuena, Escuela de Psicología UST