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Proyecto Puente: el arte de crear prendas con ropa desechada

Dando empleabilidad a mujeres migrantes de la Región de Valparaíso, iniciativa vincula la creación textil mediante la revalorización creativa en prendas olvidadas. Participantes comparten su experiencia.
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Mauricio Toledo - La Estrella de Valparaíso

Vestirnos, más allá de una necesidad biológica, moral o estética, es una de las formas más antiguas que tenemos los humanos para representarnos cultural, histórica e individualmente, entremezclando colores, materiales, formas y figuras para decirle al mundo quiénes y qué somos, en alguna primera vista.

Con el paso del tiempo, la vestimenta y su industria se han convertido en una de las más grandes contaminantes del planeta, observándola, de hecho, en las montañas de ropa que se acumulan cada vez que una catástrofe nos golpea, por culpa de quienes ven en el deshaucio y la necesidad de abrigo una oportunidad para deshacerse de lo que ya no usan, lamentablemente, en condiciones deplorables.

En respuesta a esta problemática, el programa Proyecto Puente, que brinda oportunidades de empleo revaluando y creando nuevas prendas desde géneros abandonados a mujeres migrantes en la Región de Valparaíso, se instaló en el segundo piso del Mercado Cardonal con tres estaciones de creación e innovación textil: bolsa origami, de hacer bolsas con ropa en desuso; tejidos, en crochet y dos puntos; y el taller de deconstrucción, que eleva la imaginación a usarlas y desarmarlas en transformaciones infinitas, inspirada en la influencia personal.

Mercedes "Mechi" Martínez, creadora del proyecto y organizadora de Puente, compartió sus razones e inspiraciones para generar este importante hito que une la ecología, lo textil y el vínculo cultural latinoamericano.

"Proyecto Puente va por el suprareciclaje desde los oficios con un público muy objetivo, los migrantes. Yo soy migrante argentina y creo que dentro de la diversidad existe la riqueza. Muchas veces, la ropa que llega al puerto no es chilena, y es muy cuestionado que se permita la importa de ropa usada, pero la realidad es que está, y no podemos quedarnos pensando si hay o no que hacer algo, podemos aprovecharlo, creando cosas que no nos imaginábamos, rompiendo los esquemas y la forma de mirarla", comenta.

Las participantes, compartiendo sus experiencias personales, colectivas, y el gusto por la innovación textil, disfrutaron cada una de las estaciones descubriendo el mundo del suprareciclaje, que es generar algo nuevo y estéticamente bello a partir del descarte de otro.

Bárbara Vazalla, oriunda de Venezuela y con seis meses en Valparaíso, compartió su testimonio. "Es muy divertido que nos enseñen estas cosas nuevas y reforzar lo que sabíamos. Emociona mucho sentir esa nostalgia de encontrarse un país completamente ajeno, pero que la gente une a su socialidad. Vivo en una residencia familiar con mis dos chicas y me vine sola. Esto de las prendas es nuevo para mí, y ahora me voy con ganas de arreglar y transformar totalmente una prenda, más que tengo dos modelos, mis niñas, para poder hacer cosas nuevas. Me gustan mucho los vestidos, y a mis hijas también les fascina porque las hace sentir princesas", comenta.

Con más experiencia en costura , pero sorprendida por los principios del suprareciclaje, Wendy Núñez, venezolana con cinco años en Valparaíso, se hizo parte de la actividad.

"Yo soy manualista y trabajo en costura desde pequeña. Mi primer curso me lo pagaron a los 12 años, trabajé, y cuando tuve a mis hijos no pude seguir, por lo que me seguí perfeccionando en oficios. Después de la pandemia me dediqué a la costura y compré mi maquinita, mis cositas, una impresora, y yo misma me hago mis moldes. La parte de transformaciones me llamó la atención porque, a manera de crear una prenda de cosas distintas, vi una señora que comentaba -¿y los moldes?- entonces es una cosa muy artesanal, abriéndose a la imaginación y la creatividad. Veo que todo está enfocado en la ecología, darle vida a los materiales para que no terminen como trapero. Me fascinó", explaya.

A pesar que el programa iba dirigido a mujeres, la actividad de la industria textil convocó a un varón interesado en adentrarse al mundo del suprareciclaje. Christopher Brisso, porteño, comentó su participación. "Me inscribí igual aunque dijera mujeres, y ahora estoy aprendiendo crochet, a usar las máquinas, y me ha parecido interesante porque hace falta aprender estos rubros. Mi interés viene porque quedé cesante, y recordé que mi abuela y mi vieja, que eran costureras, paraban con eso la olla, y pensé que aprenderlo me serviría. Más, que el asunto de hacer algo manual es mucho más valórico que comprarlo hecho", añade.