Dos de cada 10 escolares son castigados en las aulas chilenas
Investigación interuniversitaria estableció que el 20% de los estudiantes en Chile ha sido reconvenido con prácticas punitivas. Anotaciones, condicionalidad y castigos por cortes de pelo son algunas de las sanciones que más se repiten.
Gian Franco Giovines - La Estrella de Valparaíso
En los tiempos de antaño, no era un hecho infrecuente ver cómo los profesores reconvenían a sus alumnos golpeándolos con chicotes, látigos o palmetas de madera en sus manos, como una forma de "corregir" las malas conductas.
Si bien estos hábitos se fueron moderando hasta a su erradicación con el paso de las décadas, una reciente investigación revela que aún permanecen otro tipo de prácticas punitivas en el profesorado y en las rectorías de las escuelas nacionales.
Segregación
Desde el año 2019 la Dra. Verónica López, directora del Centro de Investigación Eduinclusiva y académica de la Escuela de Psicología PUCV, lidera el estudio "La inclusión excluyente: Microprácticas de segregación y exclusión en la disciplina escolar chilena", que analizó -durante un período de cuatro años- diversos aspectos de la convivencia escolar en más de 3 mil colegios de todo Chile.
"Lo que nosotros buscamos es estudiar las formas de segregación y discriminación que se viven dentro del aula", explica López.
Uno de los hallazgos más destacados del análisis, tiene que ver precisamente con las prácticas sancionatorias que permanecen en las aulas chilenas: de acuerdo al estudio, 2 de cada 10 escolares en Chile dice haber recibido algún tipo de sanción o castigo en su colegio.
Múltiples anotaciones negativas, envío a inspectoría, prohibición de participar de una actividad de clase o extraescolar, cambios de curso, suspensión, matrícula condicional y expulsión, son algunas de las prácticas correctivas más frecuentes en los colegios y liceos del país.
Para la investigadora, estas acciones perjudican a largo plazo a los escolares: "Son sanciones punitivas, en el sentido de que requieren que el estudiante se aleje de la sala de clases, ya sea por un mayor o menor período de tiempo, alejándolo de la oportunidad de aprender y de participar en el aula", indica la docente, haciendo particular énfasis en que estas acciones "son punitivas, porque no implican necesariamente diálogo ni formación para los estudiantes".
Gracias al aporte de datos recopilados en pruebas Simce, el estudio establece también que mientras más prácticas sancionatorias tienen las escuelas, colegios y liceos, peor es su rendimiento académico, con una disminución entre 9 y 10 puntos en la prueba Simce y un 6% menos de probabilidades de ingresar a la educación superior.
"un problema social"
En cuanto a dónde se repiten más estas prácticas, la investigación resuelve que estas son mucho más frecuentes en escuelas de menor nivel socioeconómico. En tanto, quienes reciben mayormente los castigos son estudiantes varones, repitentes y con Trastorno por Déficit Atencional e Hiperactividad.
"Hay niños que no los dejan estar en los recreos o en los paseos de curso. No están permitiendo que participen como todos sus compañeros. Inclusión no debe ser solo disminuir las barreras al acceso a la educación, sino que también que los niños puedan participar en sus escuelas", agrega.
En otra arista, la académica también hace una crítica a los colegios que sancionan a sus alumnos por su vestimenta o apariencia: "La ley mandata la no discriminación arbitraria. Eso quiere decir que un colegio puede discriminar a un estudiante siempre y cuando eso se encuentre en su reglamento interno. Eso es un problema, porque si un colegio piensa que tener el pelo morado es contraviniente a su proyecto, te puede sancionar por eso. Eso no ocurre en otros países", advierte la Dra. López.
"Lo que se enfrenta es un problema social, que afecta con mayor intensidad a quienes ya sufren desigualdad y discriminación", añade al respecto la directora del Centro de Investigación Eduinclusiva.
Juan Pablo Valenzuela, del Centro de Investigación Avanzada en Educación (CIAE) de la Universidad de Chile, y quien participó como co-investigador en el análisis, sostiene que "este estudio no solo entrega elementos para diseñar políticas públicas y modificar de manera urgente prácticas culturales que están muy instaladas en la mayor parte de nuestros colegios, sino que también identifica buenas prácticas, demostrando que es posible hacer modificaciones".
Para los investigadores, estas acciones correctivas deben ser reemplazadas por modalidades que fortalezcan el diálogo, la formación y la convivencia de los estudiantes.