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A sus 97 años médico sigue atendiendo a sus pacientes

Hernán Lillo Nilo demuestra que la edad no es barrera para la vocación. Crítico en la influencia de las tecnologías, el traumatólogo plantea que "Lo principal es que el servicio sea humano, solidario y oportuno".
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Mauricio Toledo - La Estrella de Valparaíso

Llegar a edad de jubilar suele ser - o al menos debiera serlo - el comienzo de la etapa personal que trae ese merecido descanso después de servir toda una vida a las obligaciones profesionales. Sin embargo, para el doctor de traumatología Hernán Lillo Nilo, que a sus sorprendentes 97 años sigue atendiendo a sus pacientes con plena lucidez, compromiso y una gran vocación por el ejercicio médico, definir el júbilo irá mucho más allá que un simple retiro profesional.

Nacido en Talca, en la segunda década del siglo XX, el también profesor universitario, bombero fundador de la 7ma Compañía de Viña del Mar, escritor, poeta, pintor, gestor de la antigua Sala de Teatro Catorce de Viña del Mar, exencargado de numerosas jefaturas médicas y miembro de distinguidas sociedades científicas, estudió 3 años en Curicó, terminó su secundaria en el Liceo de Aplicación de Santiago y se tituló como médico de la Universidad de Chile con máxima distinción en 1950.

Después de titularse, el orgulloso talquino decide especializarse en ortopedia y traumatología en San Francisco y en medicina física y rehabilitación en Nueva York a través de becas, nada menos que con el doctor Howard Rusk, considerado mundialmente como el padre de la rehabilitación médica.

El vínculo de Lillo Nilo con Viña del Mar se gesta en 1956, tras el llamado a realizar un reemplazo de seis meses en el Hospital Gustavo Fricke. Lo que hasta ese momento Hernán no sabía, era que terminaría por elegir la costa como su hogar definitivo.

"Me quedé aquí porque Valparaíso era una ciudad extraordinaria en cultura y arte. Estaba el IPA, el Teatro Municipal, el Ateva, los grandes partidos de básquetbol en el Fortín Prat, junto a mi esposa y una amiga levantamos la Sala Catorce, trabajamos con Marcos Portnoy. Me quedé, pero me engañaron. Todo eso se murió", recuerda.

Dentro de sus grandes hitos profesionales en la región, en el año 1959 Lillo inauguró un centro regional de rehabilitación de lisiados en el Sanatorio de Valparaíso, actual Hospital Dr. Eduardo Pereira, con la presencia del mismísimo Howard Rusk, que según don Hernán, "dicen que era el mejor centro de rehabilitación en América Latina, desde el 59 hasta el 73, destruido en la fecha por una búsqueda de armas", contó.

Mientras ejerce, el doctor Lillo ha sido un analítico y crítico espectador del desarrollo histórico y tecnológico de la medicina nacional, planteando la importancia de la educación como herramienta fundamental para el desarrollo personal, ético y profesional, tanto de los profesionales de la salud como tambíen de usuarios.

"Una persona educada se encontrará protegida en la salud y cualquier otra actividad humana. Yo soy el séptimo de ocho profesionales e hijos de un administrador de correos talquino gracias a los planteamientos de José Manuel Balmaceda. Él dijo que la educación y la salud no son gastos, sino inversiones que serán devuelvos en servicios profesionales a la comunidad y por los ingresos que van a pagar al Estado a través de sus impuestos. Si se pierde el valor de la educación la calidad profesional irá en retroceso y la medicina acabará deshumanizada", señaló Lillo

Frente a los desafíos éticos enfrentados con el desarrollo y empleo de las tecnologías en la medicina, Lillo manifiesta que "hoy se perdió el vínculo humano entre el personal de la salud y una víctima de una enfermedad. Si antes se dedicaban 30 minutos para atender a un paciente, ahora se están dedicando sólo 5 por darle el resto de responsabilidad a las máquinas. Antes, esas máquinas confirmaban la hipótesis diagnóstica, pero ahora , están buscando que la máquina haga todo, y como tal, se equivoca. Lo principal es que el servicio sea humano, solidario y oportuno", comparte.

Las experiencias y sabiduría del doctor Hernán Lillo Nilo son muestra que la pasión y el compromiso por ayudar a los demás son la base de los buenos profesionales del cuidado.

En consulta sobre qué ha significado ser médico toda una vida, el doctor Lillo expresó sus más profundos sentires.

"Ser médico a lo largo de mi vida ha hecho que justifique el estar vivo. Era necesario que viviera y fuera médico porque aquí la salud no ha sido de alto nivel. Médicos no humanos han existido siempre, y ahora lo son más, pero cuando uno tiene que hacer el bien no tiene que recurrir a los reglamentos para evitarlo. Si uno tiene el compromiso médico a ser médico, independiente si está escrito o no, debe hacerse", concluye.