Una adolescente de 16 años fue abatida por un conductor de aplicación cuando la joven habría intentado asaltarlo en la Región del Biobío. Horas antes se había fugado del centro Maipú de Mejor Niñez, ubicado en la comuna de Penco. Este fatídico desenlace conmociona en múltiples dimensiones: por su corta edad, por la forma en que perdió la vida y porque se trata de un caso más en que como sociedad llegamos tarde, pues los problemas de la infancia vulnerable y vulnerada deben abordarse antes que se produzcan.

Tristemente casos como los de esta adolescente se cuentan por decenas en nuestra historia y es probable que las cifras se sigan perpetuando si no nos tomamos en serio el deber de salvaguardar contra todo evento los derechos de niños, niñas y adolescentes (NNA).

Es necesario, precisamente, que por situaciones como esta se implemente de buena manera la Ley de Garantías y Protección Integral a la Niñez y la Adolescencia y se consagre constitucionalmente los derechos de la infancia en la nueva Carta Fundamental.

La mirada social a la niñez solo se hace relevante para las políticas públicas y para la ciudadanía cuando ocurren casos de gran impacto, pero lo cierto es que Chile requiere con urgencia un cambio estructural a través de un enfoque preventivo, promocional y universal de los derechos de NNA y eso puede ocurrir si queda explícitamente plasmado en la nueva Constitución.

Mientras más nos anticipemos menos niños, niñas y adolescentes llegarán a Mejor Niñez y a tristes consecuencias que nuevamente nos enlutan como país.

Juan Pablo Venegas,

director de Incidencia Pública,

World Vision

Soy chileno y un típico porteño de clase media que aún trabaja porque la jubilación no me daría para vivir como corresponde. De hecho, camino de cerro a plan diariamente para ahorrarme ese pasaje y así usar este dinero en comprar pan o lo que sea porque hoy todo está más caro y los pocos pesos hay que cuidarlos. Es por esta razón que escribo, ya que creo que si cada ciudadano tiene esta conciencia de cuidar el dinero, el servicio público debiera hacer lo mismo y con mayor responsabilidad. Pero, lamentablemente, esto no lo veo con el caso de los vehículos de seguridad del municipio.

He visto por calle Victoria y Pedro Montt cómo se topan, se juntan y hasta se estacionan para no hacer nada pues es eso lo que uno ve en su accionar. No es que quiera faltarles el respeto, pero transito seguido por el centro de Valparaíso y los que están adentro de estos autos no los veo haciendo lo que se espera. Están viendo el celular como cualquier adolescente que no se concentra más que en eso. No advierto una labor de ayudarnos a los ciudadanos. Cuando veo a dos camionetas en la misma calle y con las luces funcionando, no veo que estén por un plan de acción sino que más bien porque están haciendo cualquier cosa. Cuando le pregunto a los locatarios por si saben lo que hacen, me han dicho que "en realidad no sabemos lo que hacen, pero al menos usan las luces encendidas y esto ayuda a que los delincuentes se vayan del sector". A esto hemos llegado. A decir que "por último" los autos son los que sirven con sus luces y no los funcionarios. Yo esperaría que por cada calle circule una camioneta pues otra camioneta en la misma arteria está demás. De hecho, la ciudad es grande y esas camionetas deberían estar circulando por más calles, ojalá, incluso, en los cerros.

Mi interés con esta carta es saber cómo trabajan estas personas, quién las fiscaliza, o si hay gente con capacidades y estudios acorde con lo que se debe hacer. No aspiro a tener los autos que tiene Viña, pero al menos que el personal haga bien la pega en nuestro beneficio.

Amando Villegas