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George Santos, el político más mentiroso de la historia

Entre otras patrañas, inventó ser descendiente de sobrevivientes del Holocausto y que su esposa estuvo en las Torres Gemelas. Hoy enfrenta a la justicia.
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por Mario Villar | agencia Efe

¿Quién es George Santos? Esa es la pregunta que muchos estadounidenses se hacen desde hace meses, cuando el infinito castillo de mentiras que el congresista republicano había construido durante años y que le permitió llegar a la Cámara de Representantes comenzó a desmoronarse.

Esta semana, las falsedades del político de origen brasileño le han llevado finalmente ante la Justicia, acusado de trece cargos de fraude, lavado de dinero, robo de fondos públicos y falso testimonio por los que se enfrenta a hasta veinte años de cárcel.

Santos llegó a Washington presentándose como el ejemplo perfecto del "sueño americano": un humilde hijo de inmigrantes que fue capaz de alcanzar una exitosa carrera en Wall Street y luego saltar a la política. Además, sería el primer republicano abiertamente gay elegido al Congreso.

El problema es que la mayor parte de su biografía resultó ser falsa, según ha ido sabiéndose en los meses posteriores a su inesperado triunfo electoral en las legislativas del año pasado.

UN CURRÍCULUM MÁS QUE EMBELLECIDO

En diciembre, un mes después de los comicios, The New York Times publicó una demoledora investigación en la que se ponía en duda prácticamente todo su currículum.

Ni había trabajado para los bancos Citigroup ni Goldman Sachs, como él aseguraba; ni había rastro de su paso por la universidad ni de su supuesto negocio inmobiliario; ni tan siquiera de que la ONG de rescate de animales que decía haber fundado fuese realmente un grupo benéfico.

"Mis pecados aquí están embelleciendo mi currículum. Lo siento", se justificó Santos, tras salir a la luz aquellas falsedades y admitir que, efectivamente, no había cursado estudios superiores ni había sido empleado de esas importantes entidades financieras.

Pero en cuanto los medios comenzaron a indagar, rápidamente se supo que las mentiras del legislador de 34 años -elegido en un distrito de Long Island, al este de la Nueva York- iban mucho más allá y que, además, podían estar tapando algunos delitos.

Entre otras cosas, se conoció que años atrás había sido acusado de fraude en Brasil, un delito que supuestamente confesó, pero por el que no fue castigado al no poder ser localizado por la Justicia del país.

En 2019 Santos lanzó una primera campaña fallida para el Congreso presentándose como un gran seguidor de Donald Trump y en ese año y el siguiente pasó por varios negocios fracasados, incluida una firma de inversión que fue acusada por las autoridades de orquestar una estafa piramidal.

Para cuando llegaron los preparativos para las siguientes elecciones, Santos aparentemente tenía dinero de sobra para prestar a su campaña importantes cantidades de dinero y dar cuenta de grandes ingresos procedentes de su empresa, la Devolder Organization, una firma de la que apenas hay rastro público y de la que se desconocen clientes.

Durante la campaña, además, dejó comportamientos cuando menos sospechosos en lo financiero, por ejemplo, anotando entre sus gastos electorales hasta 37 cargos de exactamente la misma cantidad, 199,99 dólares, por todo tipo de servicios, desde material para oficina a hoteles y viajes en Uber.

El monto es, precisamente, un centavo menos del que obliga a los candidatos a presentar recibos al órgano que supervisa las elecciones.

MENTIRAS DE TODO TIPO

Las falsedades de Santos, sin embargo, nunca se limitaron a lo profesional, pues en entrevistas y otras apariciones fue dejando toda una retahíla de declaraciones que se han ido demostrando como totalmente fabricadas.

Mentiras aparentemente inocentes, como cuando dio numerosos detalles sobre sus éxitos en el equipo de vóleibol de una Universidad a la que luego se supo que ni siquiera asistió, o cuando aseguró repetidamente que su madre se encontraba trabajando en las Torres Gemelas durante los ataques del 11S, cuando en realidad en aquellos años estaba viviendo en Brasil.

Pero también otras con más motivaciones, como el hecho de que mintiese diciendo ser descendiente de judíos que habían escapado del Holocausto precisamente cuando buscaba la elección en un distrito con una importante comunidad de ese origen.

Ventanas

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por Felipe Acuña Lang, escritor

"El túnel", del escritor Ernesto Sábato (1911-2011), publicada en 1948, se considera una novela existencialista, y una parábola moral sobre la pérdida de los valores espirituales de occidente. Muchos escritores admiraron la intensidad de su brevedad, entre ellos Albert Camus, que gracias a la publicación en francés ganó fama mundial. Su elocuencia traspasa fronteras, ya que el discurso reflexivo filosófico de su protagonista Juan Pablo Castel es universal. Es un descreído de la bondad humana, puesto que, para él, la historia por donde se mire "es un sórdido museo de la vergüenza". No hay tiempos mejores, sino que iguales en su maldad: guerras, hambre, genocidios…

Escrita como confesión y con ritmo de novela policial, "El túnel" es un clásico de la literatura universal y latinoamericana porque aborda en toda su magnitud, la soledad contemporánea y el vacío que desborda la idolatría por el progreso.

En el Salón de la Primavera de 1946, Castel se da cuenta de que una mujer mira detenidamente la escena de la ventana que será crucial para comprender el porqué de sus obsesiones. La mujer, María Iribarne Hunter, se queda observando por mucho rato la escena de la ventana, a un costado del cuadro, donde una mujer mira al mar. Para el autor del cuadro llamado "Maternidad" no es un hecho decorativo, sino que es la escena más importante. Las ventanas son los espacios del adentro y del afuera con los cuales los seres humanos se relacionan con el mundo. El adentro es la introspección meditativa romántica y el afuera la vorágine urbana. Nuestras ventanas son la manera de evadirnos, la manera de fantasear con otras vidas. Abrimos una ventana imaginaria para escapar de los problemas del mundo. El enigma de la ventanita es el enigma o los enigmas de la novela. Por ejemplo, el suicidio de Allende, marido de la heroína.

La condición enigmática de los seres humanos en "El túnel" no acaba, siempre es un misterio. La novela comienza y termina con las ventanas, una a partir de un cuadro y la otra a partir de un calabozo, donde Castel monologa: "Pensé que muchos hombres y mujeres comenzarían a despertar y luego tomarían el desayuno… o comentaría el film de la noche anterior".

La soledad humana la desarrolla notablemente Sábato, diciendo que aullamos ante la indiferencia del mundo y el tiempo. Nacemos y morimos en esta comedia humana. Una ventana, la escena de esa ventanita del cuadro "Maternidad", acarrea ese caos en la mente de Castel, creyendo que todo su universo será correspondido por una mujer enigmática que conoce en una exposición de arte. La busca hasta hallarla por las anónimas calles de Buenos Aires. Y, luego, la mata por celos, porque lo dejó solo.

Juan Pablo Castel, también puede ser esa metáfora de muchos hombres y mujeres que esperan ser reconocidos por el otro, pero desde una sicopatía enferma, soberbia y vanidosa, del artista incomprendido.